5 diciembre,2018 7:00 am

Describe el capo colombiano coordinación criminal con “El Chapo”

Por el acuerdo de extradición con Brasil, donde fue capturado, la sentencia máxima de alias Chupeta en EU sería de 30 años de prisión, de los cuales ya ha cumplido más de 11 y espera reducirla hasta cinco años.
Nueva York, 5 de diciembre de 2018. El colombiano Juan Carlos Ramírez Abadía, alias Chupeta, confesó tantos crímenes en una corte federal de Nueva York que, siendo apenas testigo, eclipsó en la sala a un acusado más famoso que él: Joaquín El Chapo Guzmán.
Asesinatos brutales, sobornos millonarios, un emporio de cocaína a su mando… El listado de delitos admitidos por Ramírez Abadía, alias Chupeta, en su testimonio contra Guzmán este martes parecía interminable.
Aceptó todo sin turbarse, con el tono en que un oficinista podría explicar su trabajo de ocho horas.
“Es imposible ser el líder de un cartel (de la droga) en Colombia sin que haya violencia”, justificó Chupeta, con su rostro desfigurado por las cirugías que pasó una década atrás para evitar ser capturado.
De hecho, como jefe del Cártel del Norte del Valle, él fue uno de los narcos más implacables y poderosos en la Colombia después de Pablo Escobar Gaviria hasta su arresto en Brasil en 2007.
El frío testimonio de Chupeta, el narco colombiano que cambió su cara y compromete a El Chapo Guzmán en el juicio en su contra fue extraditado a Estados Unidos, donde se declaró culpable. Hoy aguarda sentencia, con 55 años y la esperanza de reducir su tiempo de cárcel por su acuerdo con el gobierno para testificar contra su ex socio El Chapo.
Logró ese acuerdo pese a que reconoció haber ordenado unos 150 homicidios y liderado una organización criminal que exportó unas 400 toneladas de cocaína a Estados Unidos.
Como indicó un abogado de la defensa, si Chupeta recibe la sentencia mínima de 25 años, podría pagar el equivalente a apenas “60 días de encarcelamiento por asesinato”.
Guzmán, por su lado, arriesga cadena perpetua acusado de enviar más de 150 toneladas de cocaína a Estados Unidos como jefe del cartel de Sinaloa, al que Chupeta le suministraba la droga.
Una de las matanzas que Chupeta admitió haber desatado ocurrió entre 2004 y 2005, tras enterarse que Víctor Patiño, un narco colombiano extraditado a Estados Unidos, estaba colaborando con las autoridades… igual que lo hace él ahora.
“¿Como consecuencia de ello, ordenó el asesinato de 36 colaboradores y familiares (de Patiño)?”, preguntó William Purpura, abogado de Guzmán, a Chupeta.
“Hubo una guerra”, respondió el testigo. “Eso es correcto”.
Una de las víctimas fue Luis Ocampo, alias Tocayo y hermano de Patiño, a quien Chupeta lo convocó a una reunión en una finca colombiana.
La corte federal de Brooklyn donde es juzgado El Chapo Guzmán se estremeció con el testimonio de Chupeta.
Cuando Tocayo llegó, 40 sicarios lo acribillaron junto a sus allegados: hubo 12 muertos, y luego otros más que lo aguardaban en una gasolinera cercana y también fueron alcanzados por los sicarios.
Chupeta pagó 338 mil 776 dólares por el asesinato del hermano de Patiño, según consta en una planilla contable de su cartel exhibida en el juicio. Se trató de un costo mucho más alto que otros, testificó, “porque fue un grupo de sicarios grande que participó”.
La fiscal que llamó e interrogó a Chupeta, la argentina-estadunidense Andrea Goldberg, le preguntó más tarde por qué ordenaría el asesinato de personas que colaboran con la justicia.
“Porque eran un riesgo contra mi organización y contra mí mismo”, dijo el testigo, quien en sus inicios en el cartel trabajó con un sicario al que le gustaba usar motosierras en sus homicidios.
Entre las víctimas reconocidas por Chupeta también figuran personas que según él robaron dinero, drogas o armas al cartel, no sólo en Colombia sino también en Estados Unidos.
Por ejemplo, admitió que fue asesinada una familia (padre, madre e hijo) en una casa de Nueva Jersey usada por su cartel para sus operaciones de narcotráfico, por creer que alguien estaba robando.
Según indicó más tarde, ejecutar ladrones también es parte del negocio. Si no, agregó, “van a seguir robando la cocaína y después te van a matar”.
Durante los tres días que testificó contra Guzmán, Chupeta admitió haber matado una persona con sus propias manos, disparándole en su cabeza y cara en 2004.
Un narco meticuloso
Desde que se presentó en el juicio contra Guzmán el jueves, Chupeta se ha mostrado como un narco que atendía hasta los pequeños detalles de sus operaciones.
Dijo haberse reunido una decena de veces con El Chapo entre 1990 y 2007 para discutir envíos de su cocaína desde Colombia a Estados Unidos vía México.
Aunque el cartel de Sinaloa de Guzmán se encargaba del ingresar las drogas a Estados Unidos, Chupeta relató que supervisaba con sus hombres de confianza las operaciones, para asegurarse que todo saliera bien.
El Chapo Guzmán: Chupeta dijo haberlo conocido en 1990 para traficar cocaína juntos y cuando había problemas, proponía una solución.
Por ejemplo, dijo que cuando se volvió riesgoso llevar la droga de Colombia a México por avión, tuvo la idea de usar barcos pesqueros por el océano Pacífico. Y cuando descubrieron este método, planteó fabricar submarinos.
Pareció orgulloso de la organización criminal que montó, refiriéndose a ella con un claro sentido de propiedad: “mi cocaína”, “mis lugartenientes”, “mis aviones”.
En Colombia, tuvo tanto poder que dijo haber pagado “por lo menos” 10 millones de dólares para influir al Congreso en el debate sobre restituir la extradición a Estados Unidos.
También dijo haber contribuido con 500 mil dólares en la campaña electoral del ex presidente colombiano Ernesto Samper (1994-1998) y sobornado a medios de prensa para que difundieran información que le favorecería.
Intentó incluso sobornar indirectamente, a través de policías colombianos, a miembros de la agencia antidrogas estadunidense (DEA, por sus siglas en inglés) con prostitutas, regalos y apartamentos.
Jeffrey Lichtman, abogado de El Chapo, quiso conocer detalles sobre la violencia de Chupeta.
Cuando Estados Unidos presentó cargos en su contra y ofreció una recompensa por su captura, se fugó a Venezuela y luego a Brasil con documentos falsos.
Se sometió a cirugías plásticas para cambiar su aspecto, desde los ojos hasta la mandíbula: sus pómulos hoy lucen tan pronunciados que parece que fueran a estallar cuando gesticula.
Aún manejaba su organización a la distancia cuando fue arrestado en un barrio exclusivo de São Paulo. Le confiscaron más de mil millones de dólares en activos: mansiones, empresas, joyas y una colección de arte que tenía dos pinturas de Fernando Botero que valían cerca de 500 mil dólares cada una.
Debido al acuerdo de extradición con Brasil, su sentencia máxima en Estados Unidos sería de 30 años de prisión, de los cuales ya ha cumplido más de 11 años. Y espera reducirla hasta cinco años tras su colaboración.
Cuando Chupeta terminó su testimonio y el jurado se retiró de sala, el juez Brian Cogan dijo entender que la defensa subraye los malos actos de un testigo para mostrar una tendencia a la deshonestidad, pero cuestionó la necesidad de entrar en detalles sobre sus asesinatos.
Otro de los abogados de El Chapo, Jeffrey Lichtman, sostuvo sin embargo que a veces es necesario discutir esos detalles para examinar a alguien que es tan violento “y todavía está recibiendo algunos beneficios del gobierno”.
Texto: Agencias
Foto: Archivo El Sur-Cuartoscuro
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