5 febrero,2018 8:32 am

Desentrañan la clave que permite al ajolote regenerar cualquier parte de su cuerpo

Ciudad de México, 5 de febrero de 2018. Tras más de 150 años de estudios sobre el ajolote, científicos hallaron la clave para desentrañar su inigualable capacidad regenerativa.

Investigadores de Austria, Alemania y México lograron secuenciar, ensamblar y analizar el genoma completo del Ambystoma mexicanum, el más grande jamás descifrado, pues cuenta con 32 mil millones de pares de bases, 10 veces más que el humano.

“Ahora tenemos el mapa en nuestras manos para investigar cómo pueden volver a crecer estructuras complicadas como las piernas”, expresa Sergej Nowoshilow, coautor del estudio y becario del Instituto de Investigación de Patología Molecular (IMP), en Viena, en un comunicado del Instituto Max Planck (MPI).

El ajolote es la única especie descubierta hasta ahora capaz de regenerar cualquier parte de su cuerpo, incluyendo miembros amputados, médula espinal y tejido de la retina, explica el estudio publicado en la revista Nature, en el que participaron los mexicanos Francisco Falcón y Alfredo Cruz, del Cinvestav.

“El genoma del ajolote proporciona una base (…) para investigar la base genómica de la regulación génica durante la regeneración”, indica el documento.

El equipo dirigido por Elly Tanaka del IMP; Michael Hiller y Gene Myers del MPI, y Siegfried Schloissnig del Instituto Heidelberg para Estudios Teóricos se topó con una sorpresa, que comprobaría más tarde mediante el método de edición CRISPR: el gen PAX3 está completamente ausente del genoma del ajolote y sus funciones han sido asumidas por otro, el PAX7.

Ambos genes, presentes en anfibios y peces, son fundamentales en el desarrollo muscular y neuronal.

Este hallazgo en el ADN del ajolote es el primero de potencial utilidad para la medicina regenerativa, que indaga por qué ciertos organismos pueden regenerar importantes partes del cuerpo mientras otros no.

En este sentido, James Godwin, del Laboratorio Biológico MDI en Maine (Estados Unidos), descubrió a finales de 2017 que la formación de nuevo tejido muscular en el ajolote adulto después de un ataque cardiaco –inducido artificialmente– depende de la presencia de macrófagos, un tipo de glóbulo blanco del sistema inmunológico.

Encontró que, cuando se agotaron los macrófagos, los ajolotes formaron tejido cicatrizal permanente que bloqueó la regeneración que los caracteriza.

“Si los humanos pudieran superar el obstáculo de la fibrosis de la misma manera que lo hacen las salamandras, el sistema que bloquea la regeneración en los humanos podría, potencialmente, romperse.

“Todavía no sabemos si sólo son las cicatrices las que previenen la regeneración o si están involucrados otros factores. Pero, si tenemos mucha suerte, podríamos encontrar que la supresión de la cicatrización es suficiente por sí misma para desbloquear nuestra capacidad endógena de regenerar”, afirma en un informe de su laboratorio.

Gracias a la secuenciación del extenso genoma del ajolote, investigaciones como la de Godwin cuentan ya con una forma de comprobación.

Texto: Sara Villegas / Agencia Reforma/ Foto: Cortesía del MDI Biological Laboratory