7 julio,2019 5:25 am

Desperdiciaron los gobiernos de Peña y Calderón millones en vacunas

La compra en presentaciones inadecuadas, la falta de planeación y las fallas de la red de refrigeración contribuyeron con el desperdicio –y pérdidas millonarias–, coinciden especialistas del sector.
Ciudad de México, 7 de julio de 2019. En las administraciones de Felipe Calderón Hinojosa (2006-2012) y Enrique Peña Nieto (2012-2018)se compraron 38.6 millones de vacunas contra la tuberculosis, pero casi la mitad se desperdició debido, entre otros factores, a la falta de planeación.
Este es uno de los ejemplos de cómo la compra de presentaciones inadecuadas, las compras a sobreprecio y las fallas de la red de refrigeración contribuyen no sólo a tirar a la basura los biológicos, sino al derroche del presupuesto para su adquisición.
De acuerdo con un informe de la Asociación Mexicana de Vacunología y la Alianza por la Vacunación, sólo en la compra de esta vacuna BCG (tuberculosis), las administraciones de Felipe Calderón y Enrique Peña registraron en 11 años pérdidas por unos 191 millones de pesos a precios de 2013.
El monto representa casi 10 por ciento del presupuesto destinado al programa de vacunación en 2019, el cual asciende a poco más 2 mil millones de pesos.
La compra en presentaciones inadecuadas, la falta de planeación y las fallas de la red de refrigeración contribuyen con el desperdicio, coinciden expertos.

Foto: Agencia Reforma.

“El ejemplo más evidente en cuanto a desperdicio es la vacuna BCG, que actualmente se compra en presentación multidosis (10 dosis). En hospitales con baja tasa de nacimientos, el desperdicio puede llegar a 9 de las 10 dosis”, alerta el análisis de las asociaciones.
Adquirir una presentación de cinco dosis de la vacuna BCG, la cual se encuentra registrada en México, disminuiría el desperdicio a la mitad y se podría disminuir la compra de esta vacuna aproximadamente en el mismo porcentaje, estima el organismo.
Rodrigo Romero Feregrino, de la Asociación Mexicana de Vacunología, detalla que el problema con la presentación de 10 dosis es que si nace un niño o 10 se tiene que abrir.
“Si sólo nace uno, se abre, se usa una y se desperdician nueve. Hay que buscar opciones de otras presentaciones”, indica.
Aunque el desperdicio sucede año tras año, a la fecha no se ha desarrollado una estrategia para optimizar o al menos disminuir esta pérdida de recursos que liberaría capital para adquirir nuevas vacunas.
El desperdicio no sólo tiene que ver con la adquisición de multidosis, sino con la existencia de una cadena de frío que no ha recibido mantenimiento o no ha sido renovada, alerta por separado Miguel Betancourt, presidente de la Sociedad Mexicana de Salud Pública.
Los refrigeradores para vacunas deben contar con sistemas de conservación del frío, de registro y monitoreo de la temperatura así como de prevención de los cortes de energía.
“Desafortunadamente, en el país tenemos mucho tiempo que la cadena de frío no ha recibido necesariamente el mantenimiento adecuado o la renovación. Hay unidades de salud con refrigeradores viejísimos que no operan como debe ser.
“Entonces cuando un refrigerador de estos falla o cuando hay un corte de luz y nuestro refrigerador no tiene un respaldo de energía, esa es una vacuna que muy probablemente se tendrá que desechar y eso contribuye al tema del desperdicio”, lamenta.
Señala que este problema es particularmente marcado en Chiapas.
De acuerdo con el diagnóstico de las asociaciones de vacunación, un caso reciente de incidente por fallas en la cadena de frío se registró en 2017 y se dañaron vacunas en Nuevo León.
“Un lote de 200 dosis contra influenza, 10 dosis contra DPT, 30 dosis de BCG y 4 dosis de neumococo”, detalla el diagnóstico Propuestas para la Vacunación en México 2019.
Según el análisis, entregado al nuevo Gobierno para su consideración, otro problema es la adquisición de vacunas a precios diferenciados, dependiendo de la institución pública de salud que las adquiere.
En teoría, todas las instancias deberían obtenerlas el mismo precio porque la compra la está realizando el gobierno, indica Feregrino.
Por ejemplo, en 2016, la Secretaría de Salud pagó 23.16 pesos por la vacuna de sarampión y rubéola, y, ese mismo año, el ISSSTE pagó 55.40 pesos por la misma vacuna, es decir, 139 por ciento más.
Al año siguiente, el ISSSTE pagó 148.60 pesos por la vacuna rotavirus, el doble que el IMSS y la Secretaría de Salud que compraron en 74.30 pesos cada dosis.
En 2017, fueron el IMSS y el ISSSTE quienes pagaron por la vacuna Pentavalente casi el triple que la Ssa. Mientras que los primeros pagaron 579.26 por vacuna, a la segunda le costó 189.97 pesos.
“Estos diferenciales significan millones de pesos en los presupuestos de las instituciones de salud y enfatizan la necesidad de consolidar su adquisición”, establece el diagnóstico.
Otra incongruencia en el sistema de compras es que, a pesar de que las instituciones realizan compra de vacunas con base en sus poblaciones, el número de dosis que adquieren varía de un año a otro aunque ésta debería ser estándar, pues la población no cambia tan drásticamente de un año a otro.
La Secretaría de Salud, por ejemplo, compró 371 mil vacunas contra la Hepatitis B adulto en 2014, un año después adquirió 2.6 millones de dosis y, en 2016, la compra cayó a 174 mil unidades.
“Llama la atención que hay caídas cuando la compra debería ser más o menos estándar porque la población no cambia realmente”, alerta el análisis de las asociaciones especializadas en vacunación.
De acuerdo con el documento, el desabasto de vacunas, según la Organización Panamericana de Salud, es una problemática, pues en 2016 hubo desabasto de la vacuna DTP (contra difteria, tosferina y tétanos) y contra la influenza, en tanto que en 2017 hubo desabasto de vacuna de hepatitis B.
Texto: Natalia Vitela / Agencia Reforma
Foto: Especial / Agencia Reforma
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