12 febrero,2018 6:41 pm

En Ecatepec, el crimen intenta reclutar a 1 de cada 10 jóvenes para sus filas

Ecatepec, Estado de México, 12 de febrero de 2018. Ecatepec es uno de los municipios del Estado de México más reconocido incluso a nivel internacional, pero no por buenos motivos.
Es uno de los municipios de la zona conurbada de la Ciudad de México con mayor hacinamiento poblacional, mayores índices de delincuencia y uno de los más reconocidos por el número ascendente de feminicidios.
Un estudio hecho por la asociación civil Cauce Ciudadano y la Universidad de Stanford, Reflexiones sobre el trabajo de Cauce Ciudadano en las escuelas secundarias de Ecatepec, brinda datos relevantes acerca de la situación de los adolescentes en ese municipio conurbado.
Integrantes de la organización civil Cauce Ciudadano mencionan que Ecatepec es un caso paradigmático de las formas de violencia para la juventud en México.
Dicen que la nula presencia del Estado en la vida de los jóvenes e inadecuadas políticas públicas complican el contexto de violencia y criminalización en el que viven.
Señalan los activistas que, sin embargo, vivir en medio de este contexto no condena a los jóvenes a ser víctimas o victimarios, aunque sí afecta su comportamiento. En este sentido, el problema es la actitud y las acciones con que los jóvenes enfrentan la violencia.
Ecatepec es un municipio en el que 93.6% de sus habitantes se siente inseguro, de acuerdo con la última Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana (ENSU). En el lugar se puede contar la presencia de la Familia Michoacana, Guerreros Unidos, Caballeros Templarios, Los Zetas, el Cártel del Golfo y el Cártel de los Beltrán Leyva.
De acuerdo con datos de Cauce Ciudadano y la Universidad de Stanford, 48% de mil 387 jóvenes entrevistados en Ecatepec reportó la presencia de pandillas en su colonia. El 28% dijo que en su demarcación son víctimas de extorsión, y un 22% dice que es “fácil o muy fácil” conseguir drogas inhalantes; para el caso de la mariguana, fue del 20%.
Los datos del Secretario Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP) ubican a Ecatepec en el lugar 18 de incidencia delictiva por cada 100 mil habitantes, entre los municipios a nivel nacional. Y según el Instituto Nacional de las Mujeres y la Entidad de las Naciones Unidas para la Igualdad de Género y el Empoderamiento de las Mujeres, Ecatepec es la ciudad más violenta para las mujeres en los últimos años.
Los datos de esta asociación civil y de la universidad estadounidense demuestran que 12% de los jóvenes han recibido ofrecimientos para inscribirse en las filas del crimen organizado. Refieren que 21% de los jóvenes ha utilizado algún tipo de arma blanca para pelear o defenderse , y que 21 o 20% están de acuerdo, respectivamente, con las frases “el que no transa no avanza” y “las reglas se hicieron para romperse”.
La pobreza también asuela el municipio, pues concentra al mayor número de habitantes en todo el país. De acuerdo con el Consejo Nacional de Evaluación Política de Desarrollo Social (Coneval), el 6.7% de su población es vulnerable a la pobreza por ingreso; sólo el 19.6% de sus habitantes no es pobre y no es vulnerable a esta condición.
Con datos de Cauce y Stanford, 22% de los jóvenes entrevistados reconoció que su familia ha recibido apoyos gubernamentales del programa Oportunidades.
“Pertenecer a una familia [o entorno] violento no determina comportamientos violentos. El desarrollo de ideas personales puede favorecer la autonomía, la independencia de las y los adolescentes y evitar que los comportamientos violentos se reproduzcan”, refirió Miguel Agustín López Moreno, coordinador de proyectos sociocomunitarios de Cauce Ciudadano.
Es por ello que se busca que los esfuerzos se dirijan a “tejer una narrativa distinta” y que se enfoquen en generar en los jóvenes una “resiliencia” para actuar ante la violencia, esto puede lograrse a partir del desarrollo de sus capacidades personales, en un ambiente de participación comunitaria, en el que ellos se vuelvan agentes el cambio social para “superar y absorver” las experiencias negativas, abundó el coordinador.
En opinión de Carlos Cruz, “lo que necesitamos en este momento es un programa de acción de Estado. Y en una acción responsable del Estado sobre lo que ha hecho con los adolescentes y con los jóvenes”, se hace necesario reconocer “que la realidad es que dejaron el mundo hecho pedazos y en un Estado hecho pedazos”.
De acuerdo con el fundador de Cauce Ciudadano, el error de las autoridades es que sus modelos de intervención “se están construyendo sobre el rompimiento de los factores de riesgo” –terminar con el tráfico de drogas y de armas, entre otros–, en lugar de enfocarse en “las conductas protectoras que los chavos tienen”.
Las opciones que los jóvenes tienen son: unirse a grupos para evitar la violencia (pandillas, crimen organizado, amigos, etc.); considerar la violencia como una solución a sus problemas u otros.
Para desarticular el ambiente de violencia entre la juventud, los activistas indicaron que “el Estado debe garantizar el principio pro persona (protección, participación y desarrollo)” que nutra de forma positiva las resiliencias individuales y comunitarias, “sumado a un conjunto de acciones fundamentales” que no se han aplicado.
Estas acciones son: una política nacional de prevención con enfoque de salud pública; el desmantelamiento patrimonial y financiero de la delincuencia organizada (política, empresarial y criminal), y un sistema nacional de desmovilización –de las juventudes en entornos de violencia– que genera alternativas para los jóvenes que participan de la violencia.
López Moreno señaló que el problema con las autoridades no sólo es la falta de políticas públicas adecuadas, sino el “uso faccioso” que le han dado al problema desde hace varias décadas, de acuerdo con el cual es “preferible que os jóvenes sean criminales en el discurso, a que sean rebeldes. Porque cuando son criminales y son asesinados, es más fácil que no tenga un costo político o social”.
Asimismo, Carlos Cruz aseguró que la criminalización de jóvenes como Marco Antonio Sánchez Flores –aprehendido y desaparecido durante cinco días por policías de la Ciudad de México­– “es la criminalización de todos los jóvenes en México”.
Y es justo el “delito de portación de cara” –la criminalización de alguien por si aspecto o por el lugar en el que vive– lo que suma a las violencias que aquejan a la población joven en nuestro país.
De acuerdo con las cifras de esta organización, 11% de los jóvenes entrevistados en Ecatepec fueron detenidos por la policía en algún momento, y en el 4% de los casos hubo amenazas por parte de las autoridades. En cambio, 8% dijo haber sido golpeado por los policías al menos una vez.
Para desarrollar el documento, se contó con la participación de mil 387 jóvenes de entre 12 y 15 años de edad, todos estudiantes de secundaria en 10 escuelas ubicadas en Ecatepec de Morelos, Estado de México.
Factores de riesgo y de protección
Hay tres ámbitos de desarrollo que el estudio analiza en materia de factores de riesgo y protección para los jóvenes mexicanos: el personal, el comunitario y el contextual.
En cuanto a los riesgos, algunos datos muestran que los jóvenes en Ecatepec enfrentan conflictos alarmantes.
En el ámbito personal, la quinta parte de los entrevistados reconoció discusiones con sus padres y 20% mencionó haber perdido al menos a un amigo en un crimen violento.
En el ámbito comunitario, el 58 por ciento admitió tener compañeros que son agreden a otros, y un 41% comentó que a sus amigos les gusta pelear.
En cuanto al entorno en que viven, 71 % dijo reconocer asaltos en su colonia, y 69% aseguró haber escuchado disparos en su colonia. Además un 15% reconoció haber sentido miedo de perder la vida en una situación de riesgo.
En cuanto a la protección, en el ámbito personal es relevante que 93% se siente valorado por sus profesores y 89% se siente seguro en la escuela.
“La escuela es otro de los factores protectores más importantes en la vida de los(as) adolescentes. Los(as) adolescentes no sólo pasan la mayor parte de su tiempo en la escuela, sino que éste es el espacio en el que se establecen relaciones con otros(as) adolescentes y los(as) maestros. La escuela también es el principal camino para adquirir habilidades cognitivas que los(as) orienten a la universidad y, eventualmente, al mercado laboral”, menciona la investigación.
En lo comunitario resalta que 33% considera que su grupo de amigos significa protección –lo que es importante pues las relaciones sociales sustituyen la “protección” que pueden buscar en el crimen organizado”–.
En lo contextual, 79% reconoce que es posible la solución de problemas sin recurrir a la violencia.
El informe de Cauce Ciudadano menciona que “cuando la violencia es un comportamiento generalizado, tiende a normalizarse, por lo que la presión social para inhibir la agresión o la negociación de conflicto decrecen”.
Es indispensable trabajar desde el individuo y el ámbito en el que vive, para poder reforzar las habilidades sociales ­–como el autocontrol de emociones, por ejemplo–.
“En personas que incurren en actitudes o conductas violentas pueden cambiar su forma de ser y actuar mediante la participación en acciones comunitarias [que incluye la aprehensión de valores]. La experiencia de cauce ha demostrado que las personas jóvenes de alto riesgo pueden disminuir sus actos violentos, como protagonistas o transformadores, en actividades de la comunidad”, concluye el documento.
Acceda directamente al documento en http://cauceciudadano.org.mx/wp-content/uploads/2018/02/Reflexiones-Ecatepec_Stanford.pdf
Texto: Con una investigación de Efrén Flores a través de Sin Embargo, redacción El Sur / Foto: Cauce Ciudadano (http://cauceciudadano.org.mx)