30 diciembre,2021 8:29 am

Respeto a los periodistas y a su trabajo

 

Reconocemos la actitud del director de Comunicación Social del gobierno del estado de ofrecer una sincera disculpa a la reportera María Avilez, y a este periódico, pero los jaloneos de que fue objeto la compañera tras un acto que encabezó la gobernadora en Casa Guerrero no pueden calificarse de un mal entendido, puesto que fue una agresión.
René Posselt y su colaborador Jesús Nava se pusieron nerviosos ante la molestia de Evelyn Salgado porque nuestra reportera intentó hacerle una pregunta, y se comportaron de muy mala manera –como patanes– contra una mujer periodista que sólo cumplía con su trabajo, como lo expuso claramente la compañera en la carta que se publicó en esta página el martes.
Ha sido en estos meses muy complicado para los reporteros tener acceso frecuente a la gobernadora. De muchas de sus actividades ni siquiera se da cuenta a los medios de comunicación, que se enteran por las versiones fragmentadas e interesadas de los boletines de prensa o, en el menos peor de los casos, por transmisiones en las redes sociales.
Se nota un exceso de precauciones para evitar que la gobernadora se enfrente a preguntas incómodas y se da preferencia a la difusión de comunicados en los que hay más frases hechas y lugares comunes que información.
Por esa dificultad para acercarse a la gobernadora es que nuestra reportera, muy correctamente, aprovechó la oportunidad para hacerle una pregunta, pese a que se nos había advertido que el formato del acto no lo permitía. Pero además no era cualquier pregunta. La compañera tenía la orden de pedirle su postura ante el accidentado proceso de designación del fiscal general del estado; qué decía de la decisión de los diputados de no otorgar los votos suficientes para que fuera elegido alguno de los integrantes de la terna que les envió. Un hecho, por cierto, casi inédito en Guerrero y, por lo mismo, muy noticioso: que el Congreso del Estado haya rechazado una propuesta del Poder Ejecutivo, un Congreso en el que además los diputados del partido de la gobernadora forman el grupo parlamentario más grande.
Pero no. Ni la gobernadora ni sus funcionarios de prensa tuvieron la sensibilidad y la habilidad táctica para permitir una pregunta de altísimo interés público, y se encerraron en su decisión. Con el agravante de la muy autoritaria frase “sácala de aquí”, que emitió el director de Comunicación Social, y de la actitud solícita de su colaborador para atender una orden que debió desobedecer o que, en todo caso, jamás debió cumplir como lo hizo, jalo-neando a una mujer reportera.
Este reprobable episodio nos lleva a preguntar si la gobernadora cree que la labor de su director de Comunicación es la de controlar a la prensa, a los reporteros. Si cree que para eso sus funcionarios del área pueden recurrir a cualquier medio: negociar con esos propósitos convenios de publicidad; organizar masivos desayunos con el gremio; sobornar a los colegas, o al menos intentarlo; crear un pool de reporteros consentidos; y, en el extremo, recurrir a las agresiones y a las campañas de descalificación contra los medios y los periodistas críticos que quieren dignificar su oficio.
Estamos conscientes de que el ejercicio periodístico no tiene las simpatías de los gobiernos de la llamada Cuarta Transformación; que éstos llegan a vernos como “enemigos del pueblo” y que no creen a la colega Carmen Aristegui cuando dice que los periodistas profesionales no estamos a favor ni en contra del proyecto del presidente. Estamos a favor de la información y ellos quisieran que estuviéramos a favor de la propaganda.
Pero aún así, no sabemos que en Palacio Nacional se jalonee a reporteros para impedirles que hagan alguna pregunta al presidente ni que organicen desayunos masivos donde se elogia a representantes de las malas prácticas en el gremio .
Es extensa la agenda de problemas pendientes de resolver en la relación del gobierno con la prensa. Pero parece que ahora en Guerrero tenemos que empezar desde lo más elemental. Que los funcionarios, comenzando por la gobernadora, den conferencias de prensa e informen de sus actividades y sus proyectos; que no ofrezcan chayotes; que no impidan la labor de los reporteros, y menos con agresiones; que transparenten los convenios de publicidad y los otorguen valorando el peso específico de cada medio y no para premiar a los dóciles y castigar a los críticos.
El gobierno actual dice que se propone erradicar la corrupción, combatir la pobreza y la desigualdad, y fortalecer las instituciones y las prácticas democráticas. No hay mejor aliado para conseguir esos grandes objetivos que una sociedad bien informada por una prensa libre y crítica.