28 octubre,2024 6:49 am

El cambio climático exige tomar decisiones a futuro, transexenales, advierten especialistas a un año de Otis

 

Ciudad de México, , a 28 de octubre de 2024.- A medida que pasan las décadas, con el aumento de la temperatura del planeta crecen también las probabilidades de que se formen más huracanes de categorías mayores y que algunos de ellos impacten en México, que es vulnerable tanto en las costas del Pacífico como en las del Caribe, en el Golfo de México, por lo que el país tiene que prepararse para ser “más resiliente” ante estos eventos.

El cambio de visión respecto al calentamiento climático debería ser “un proyecto de nación”, un trabajo que trascienda y vea hacia el futuro no sólo inmediato, que vaya más allá de un sexenio, coinciden Alejandro Jaramillo Moreno, investigador titular del Instituto de Ciencias de la Atmósfera y Cambio Climático de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), y José Morales, gerente de Cambio Climático y Biodiversidad en la organización Iniciativa Climática de México.

A propósito de los ciclones tropicales que han devastado a Acapulco, como Otis –que cumple ya su primer aniversario este mes– y John, apenas registrado en septiembre pasado, El Sur entrevistó a estos dos especialistas, quienes hablan de sus pronósticos respecto a la intensificación de los meteoros en Guerrero y el resto del país.

–Otis y John golpearon Acapulco con graves consecuencias para la población. ¿Qué se espera? ¿Debemos, podemos estar mejor preparados? –se le pregunta a Jaramillo.

–México ha sido, durante toda su historia, vulnerable a los ciclones tropicales. Un mensaje muy importante es que todos los ciclones tropicales son peligrosos. Una depresión tropical, una tormenta tropical, un huracán categoría 1, 2, 3, 4, 5, siempre ofrecen algún tipo de peligro.

“Los huracanes más intensos, por ejemplo Otis, de categoría 5, son peligrosos, principalmente porque producen vientos extremadamente fuertes, mareas de tormenta muy peligrosas y precipitaciones”, explica el experto.

“Tenemos el caso de John, un huracán de categoría 3. Uno diría que es menos peligroso, pero resulta que generó alrededor de tres veces más precipitación que Otis. Representó otro tipo de peligro que también generó muchos daños. Tal vez no afectó las estructuras por viento, pero sí generó daños por inundación muy severos en Acapulco.

“Todos los ciclones naturales ofrecen algún tipo de peligro –insiste–. La cuestión con el cambio climático es que esos eventos se están volviendo más intensos. A medida que van pasando las décadas y aumentando la temperatura del planeta, las probabilidades de ver más huracanes con categorías mayores empiezan a ser más frecuentes”, advierte Jaramillo.

Hoy son fenómenos de intensificación rápida

Quizá no haya muchos más huracanes, pero sí serán más intensos, indica por separado José Morales, de Iniciativa Climática de México.

Existe una gran variabilidad para el futuro, puntualiza, porque depende de todas las variaciones en el clima y del lugar de que hablamos.

“Algunos lugares se verán favorecidos debido a este cambio climático. Por ejemplo, en agricultura, tendrán acceso a climas más cálidos o la tierra será más adecuada a ciertos cultivos que antes no eran posibles”, añade.

La otra cara de la moneda es, como se ha visto, mayor número de precipitaciones en periodos más cortos. “El clima es complejo. De por sí tenemos fenómenos naturales como la Oscilación del Sur-El Niño, que se ven amplificados por el cambio de la temperatura del mar. Podemos tener intensificaciones en tormentas tropicales y ya lo hemos visto.

“Tener alguna certidumbre de hacia dónde vamos, depende de la cantidad de registro de información que obtenemos”, resalta.

Expone Morales que a partir de los años setenta se actualizó la forma en que se monitoreaban los fenómenos naturales. Y lo que se ha consignado es el aumento en la intensificación de los huracanes.

“Probablemente no vayan a ser más huracanes, pero sí pueden ser más intensos. Esto lo comentan en el último reporte de evaluación del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés), que dice que la tendencia no son más huracanes o más tormentas tropicales, pero sí que podrían ser de mayor intensidad.

“Algo que vemos es la intensificación rápida. Por ejemplo, a Guerrero le han tocado dos intensificaciones rápidas y muy recientes, en las que parecía que iba a ser de menor grado el impacto y al final terminó siendo de un grado que no se esperaba”.

Primero más lluvias y luego más sequías

El panorama actual, subraya, es primero lluvias más intensas y sequías más agudas a la siguiente temporada.

“Las tendencias se ven hacia allá. Que sí existe un efecto derivado de los gases de efecto invernadero que hay en la atmósfera, que sí se ha dado un calentamiento que está generando las condiciones más adecuadas para que sucedan estos eventos, pero aún así dependemos de una complejidad de factores para afirmar qué sucederá en el futuro”, reconoce Morales.

–¿Las autoridades de Acapulco y del resto del país tendrían que adaptarse a estos fenómenos con la creación de leyes?

–Justo este año hay avances desde el lado de adaptación urbana a nivel federal. Se empieza a generar una idea de que tenemos que caminar hacia allá y ponerlas como NOM (Normas Oficial Mexicana). De manera oficial, involucra un cierto grado de obligatoriedad por parte de las autoridades. El riesgo siempre va a existir. Eso es algo que debemos de tener en cuenta. Lo que podemos hacer es reducir el riesgo. No podemos eliminar las tormentas tropicales, las sequías, pero sabemos cuál es el peligro.

“Un proyecto de nación”, hacer al país más resiliente

Alejandro Jaramillo, de la UNAM, menciona por su parte que en el caso de Otis, antes de entrar a Acapulco pasó por una región que tenía aguas muy calientes. Había mucho más vapor de agua y eso hizo que se intensificara muy rápidamente. “Es muy difícil que un modelo numérico pudiera ver eso, precisamente porque la información del océano es limitada.

“Si hubiera existido un radar meteorológico en las costas de Guerrero, se habría podido observar la intención y con esa información, que no existía, se habría podido alimentar mejor a los modelos”.

En algún momento, los huracanes van a impactar más las zonas de tierra, pronostica. Y México es vulnerable en sus costas del Pacífico y del Caribe, en el Golfo de México, por lo que el país tiene que prepararse para ser más resiliente –resistente– ante estos eventos.

–¿Cuál tendría que ser el trabajo de las autoridades?

–Es un trabajo que tiene que ser un proyecto de nación. Eso no lo puede hacer un solo gobierno. Es parte de la educación para dar seguimiento de las alertas, prestar atención a las señales de, por ejemplo, si es necesario evacuar y a dónde. Es fundamental que la población se eduque y entidades como Protección Civil deben hacer esa labor que, por cierto, sí hacen pero tienen que hacerla más intensa, porque existe una vulnerabilidad y el cambio climático lo que aumenta es el riesgo de que esos eventos puedan ocurrir. Hay que preparar la población, preparar a las instituciones. Por supuesto, hay que mejorar las observaciones, pues justo con éstas podemos hacer mejores pronósticos.

–¿Fortalecer el Servicio Meteorológico Nacional?

–Sí, para que tenga más herramientas, más radares, más redes de observación que ayuden a mejorar pronósticos y emitir alertas que protejan a la población. No se va a evitar el daño, eso muy importante tener presente; o sea, si un ciclón tropical impacta tierra va a generar daño. Lo más importante es salvar las vidas. Evitar muertes es la prioridad de esos sistemas. Una alerta sísmica no evita que los edificios se caigan, sino que permite salvar a la población antes de que eso ocurra. Con esa mentalidad hay que actuar.

–No parece haber mucha más preocupación desde lo institucional.

–El problema con los tomadores de decisiones, los políticos, en todo el mundo, no sólo en México, es que están muy limitados. Ellos piensan en lo que pueden lograr en un periodo limitado, en un sexenio, digamos. Y aquí hablamos de políticas que tienen que trascender el tiempo. No pueden ser de un gobierno en particular. Tiene que ser un proyecto de nación. La protección civil tiene que ser independiente de partidos políticos y de gobiernos en turno. Lo importante será proteger a la población: con el cambio climático estamos pensando en qué va a pasarle a las generaciones que vienen; ni siquiera a nuestros hijos o nietos, las que vienen después son los que van a sufrir más las consecuencias. Como nosotros, estamos viendo eventos extremos más frecuentemente de lo que ocurrían hace unas décadas.

Meta a seguir, crear “ciudades resilientes”

Para José Morales, de Iniciativa Climática de México, otro factor a tomar en cuenta es la exposición de determinadas comunidades, pues un huracán categoría 5 no va a afectar igual en una localidad costera que en un poblado tierra adentro. “En las localidades costeras el riesgo será mayor. Sí podemos hacer cosas y reducir nuestra vulnerabilidad ante ciertos fenómenos asumiendo que estamos en determinada exposición durante estos peligros”.

Plantea el especialista: “En las comunidades costeras, ¿cómo se pueden reducir los riesgos? Ahí es donde las instituciones tienen un papel fundamental. En la capacidad de adaptación un elemento importante es la información. La Secretaría de Ciencia tiene mucho potencial para generar un sistema de monitoreo que ayude a registrar todos los elementos que, al ser gestionados por la misma dependencia, puedan alertar a Protección Civil para actuar de manera rápida. Necesitamos ese sistema de monitoreo”.

–¿Ser preventivo y reactivo?

–Sería lo ideal. Por ejemplo, los sistemas de agua y saneamiento son de los sistemas más afectados. Por lo regular, cuando viene un fenómeno meteorológico, quienes no pueden acceder después al agua o saneamiento son grupos marginados. Hay que pensar en un sistema que esté adecuado para reactivar el servicio de manera rápida.

Morales reitera que en el país se necesita “empezar a crear algo que llaman ‘ciudades resilientes’, que están pensadas para una situación así. Hacia allá deberíamos de ir ante estos fenómenos. No solamente es cómo poder resistir, sino cómo asimilarlo dentro de la misma sociedad y, además, cómo atender las consecuencias. Hay diferentes niveles, desde leyes, planeación, normatividades estructurales.

“Se trata de cómo, desde las autoridades, mantenemos los derechos humanos de manera constante, durante y después de un fenómeno meteorológico, y cómo la sociedad civil puede exigir temas de transparencia y de rendición de cuentas”, finaliza.

Texto: Guillermo Rivera/ Foto: Jesús Eduardo Guerrero