17 octubre,2018 7:33 am

El falso discurso moralista de la derecha brasileña

Gaspard Estrada
A raíz de los sorprendentes resultados de la primera vuelta de la elección presidencial brasileña, en la cual el candidato de extrema derecha, Jair Bolsonaro, obtuvo poco más del 46 por ciento de los votos, la segunda vuelta electoral comenzó en medio de un contexto de polarización política y social inédito. Desde la semana pasada, más de 130 actos violentos se llevaron a cabo en Brasil, perpetrados en su inmensa mayoría por seguidores del ex capitán del ejército de extrema derecha, sin que eso conmueva a sus electores. Entre estas agresiones, un líder de la cultura afro brasileña del estado de Bahía, y militante del Partido de los Trabajadores (PT), fue asesinado a cuchillazos por un elector de Jair Bolsonaro, únicamente por haber declarado su apoyo al ex ministro de Educación del ex presidente Lula. En Sao Paulo, una mujer fue golpeada y llevada a la comisaria de la policía, solamente porque llevaba una playera con las palabras “ele não” (él no, haciendo referencia al candidato de la extrema derecha). El domingo pasado, una iglesia católica de São Gonçalo dos Campos, en el estado de Río de Janeiro, fue pintada con símbolos nazis, de la misma manera que las sinagogas lo eran durante la segunda guerra mundial. De tal suerte que el odio contra el PT, y la liberación de un discurso cada vez más radical y agresivo, está generando situaciones de violencia preocupante. Sin duda alguna, uno de los factores clave para entender el resultado de la primera vuelta electoral fue la tentativa de asesinato de Jair Bolsonaro, en el estado de Minas Gerais, el 6 de septiembre. Sin embargo, lo que los medios no dicen es que cuatro días antes, el 2 de septiembre, el mismo candidato llamó a sus seguidores a “fusilar” a los militantes del PT, durante un acto público en el estado de Acre. De la misma manera, en 2003, el mismo candidato felicitó a los “escuadrones de la muerte” que mataron a decenas de personas en el estado de Bahía, a nombre de la “autodefensa” de las “personas de bien”. Además de estas declaraciones totalmente inaceptables, Jair Bolsonaro ha declarado reiteradamente que hubiera preferido que la dictadura militar matase a 30 mil personas más, y ha citado nominalmente al ex presidente Fernando Henrique Cardoso como una de las personas que hubiera podido ser asesinada según él.
Ante tal situación, totalmente inaceptable desde cualquier punto de vista, es difícil entender cómo personalidades como el ex presidente Cardoso, los miembros de su partido, el Partido de la Social-Democracia Brasileña (PSDB), que obtuvo poco menos del 5% de los votos, no llamen a votar decididamente en favor de Fernando Haddad, el ex ministro de Educación del ex presidente Lula y candidato a la presidente del PT. Sorprende todavía más que Ciro Gomes, ex ministro de Lula y ex candidato presidencial del Partido Democrático del Trabajo (PDT), se haya conformado con dar un “apoyo crítico”, para inmediatamente viajar a Europa y olvidarse del segundo turno, y sobre todo, de la defensa de la democracia. El fenómeno más trascendente de esta segunda vuelta es justamente la falta de compromiso democrático de buena parte de la clase política brasileña, que prefiere ver perder al PT, que defender a la democracia y evitar que Jair Bolsonaro llegue al poder. Si bien Fernando Haddad ha moderado su discurso, cambiado elementos polémicos de su programa electoral, todo indica que no habrá un “frente republicano” contra la amenaza de la extrema derecha, lo cual constituye un verdadero peligro para el futuro de Brasil.  Sobre todo porque las propuestas de Bolsonaro son simplemente abominables: en el plano educativo, se pretende obligar a los niños de primaria a dejar de lado la teoría de evolución de las especies para dar espacio a la teoría creacionista, para agradar a las iglesias evangélicas. En este mismo sentido, Bolsonaro pretende abandonar el acuerdo de París sobre cambio climático, y apoyar las grandes iniciativas de Trump en el plano internacional, en particular la voluntad de atacar el multilateralismo. Sin duda alguna, la llegada de Bolsonaro a la presidencia significaría un enorme retroceso para Brasil.
* Director Ejecutivo del Observatorio Político de América Latina y el Caribe (OPALC), con sede en París.
Twitter: @Gaspard_Estrada