8 diciembre,2023 4:33 am

El fuego de Pierre Lemaitre

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Adán Ramírez Serret

 

No sé si sea muy difícil o muy fácil escribir sobre un autor que me gusta tanto. Todos los libros que leído de Pierre Lemaitre (Paris, 1951) –“del maestro”, como su apellido lo indica–, me han fascinado. Me gustan muchísimo sus libros policiacos, son de mis favoritos, pero si tuviera que escoger –cosa que afortunadamente no sucede– tendría que decir que su saga de la familia Péricourt es mi favorita.

Quizá desde Balzac y sobre todo después con Zola, desarrollé un gusto adictivo por las sagas que cuentas historias de una familia. Lemaitre dio el salto del guion cinematográfico y la novela negra a la Novela con mayúsculas, con Nos vemos allá arriba. Por supuesto que el guion y la novela son tan meritorios, dignos y complicados como la Gran Novela con mayúsculas. Pero los premios y la academia no son tan sencillos de conquistar, así que consagraron a Lemaitre cuando tocó temas históricos y escribió una novela que arrebata el aliento; se llevó el Goncourt y los aplausos de la crítica más estricta.

Lemaitre es cada vez más una referencia en novelas de enorme calidad literaria. Una voz consolidada, personajes complejos, llenos de aristas y dimensiones y grandes historias. Así que, Los colores del incendio, continuación de la novela que le valió el Goncourt, es una obra maestra.

Los Péricourt son una familia muy adinerada. Comienza justo en el fin de la novela anterior, Nos vemos allá arriba. Es el París de entreguerras, sumergido en una potente ambición por retomar la normalidad luego de la Gran Guerra, y la incertidumbre económica en la que está inmerso el mundo. Allí, entre un frío glacial del invierno parisino, se lleva a cabo el entierro del gran banquero Péricourt. El mundo financiero está de luto tanto como puede estarlo, pues la muerte de una figura de tal renombre asusta y entusiasma por igual la economía francesa. Están los personajes de la novela anterior que ya son familiares a quienes hayan leído la entrega anterior, y si no se ha leído, da lo mismo; porque en poco tiempo llega la acción. Paul, el nieto heredero de millones y millones de francos, justo cuando las pompas fúnebres pasan frente a la mansión Péricurt, se defenestra desde lo alto del techo del palacete para la sorpresa total de los asistentes y el terror de su madre, Madeleine.

Así arranca Los colores del incendio en la cual nos sumergimos en la vida de esa familia millonaria y que debe adaptarse a la desaparición del patriarca y al cuidado de un niño convaleciente de siete años. La vida de los millonarios es fácil desde fuera, pero desde dentro es igual de complicada que cualquiera e igual de apasionante por supuesto, aunque no sea muy lejana. Las jerarquías son confrontadas, engañadas y las luchas económicas siempre esconden una traición a la vuelta de la esquina.

La novela se va consolidando en el desarrollo del perfil de cada personaje. La nueva niñera polaca que no habla nada de francés, el asesor financiero que busca cualquier resquicio, el ama de llevas bella y fatal, el ex amante haciendo pininos en el mundo del periodismo. Y a la cabeza Madeleine y su hijo que sobreviven ese mundo; ella mujer en un mundo aún dominado solamente por hombres y tan misógino como el nuestro; el niño convaleciente, casi no se puede mover, pero eso no le impide enamorarse de la vida con pasión.

Los colores del incendio es un viaje al París de entreguerras. Entre fraudes, crisis, vino y ópera, Lemaitre pinta un mundo divertido, triste, apasionante como la flama de un fuego que arde.

Pierre Lemaitre, Los colores del incendio, Ciudad de México, Salamandra, 2019. 427 páginas.