9 octubre,2023 5:45 am

El Llano en llamas

no usar ya

Florencio Salazar

Por platicar con uno mismo mientras se anda en los caminos. Juan Rulfo.

 

El Llano en llamas de Juan Rulfo cumple 70 años. Publicado por el Fondo de Cultura Económica el 18 de septiembre de 1953, varios de los cuentos ahí reunidos ya habían sido divulgados en las revistas Pan y América. Con ese motivo la Fundación Juan Rulfo y RM han puesto a circular la edición conmemorativa. Francisco Morales señala: La edición conmemorativa introduce los 17 cuentos con una relatoría concisa, y la vigencia de este cuento de relatos queda comprobada con una selección de 51 portadas del libro en otros idiomas (Reforma, 30-09-23). Por su parte, en la Colección Cátedra de Letras Hispánicas El Llano en llamas está precedido de una amplia introducción, sobre la edición, bibliografía, apéndice (en el cual el propio Rulfo habla de su proceso de creación), que totalizan 70 páginas. Un estudio muy completo sobre la técnica del autor, sus recursos estilísticos, las modificaciones que fue haciendo a algunos textos y sus posibles influencias.

Dicho lo anterior, me detengo en el cuento Nos han dado la tierra. Cuando fui secretario de la Reforma Agraria, durante el gobierno del presidente Vicente Fox, nos reuníamos anualmente mandos medios y superiores con los delegados federales del Sector Agrario (SRA, Procuraduría Agraria, Registro Agrario Nacional y Fondo Nacional de Fomento Ejidal). Obviamente se trataba de revisar los programas para conocer avances y el desempeño de los servidores públicos. El presidente de la República inauguraba los trabajos, se presentaba alguna exposición de arte y durante los tres días del evento se publicaba un periódico diario para los asistentes. A los desayunos y comidas invitábamos a secretarios para que expusieran las políticas públicas a su cargo. Así lo hicieron los titulares de Desarrollo Social, Educación, Salud, Medio Ambiente, Agricultura, Comunicaciones y Turismo. Quería que el equipo agrario tuviera una visión de las acciones del gobierno y de las condiciones del país.

En la primera sesión inaugural se distribuyeron ejemplares de El Llano en llamas y se invitó a un locutor profesional para que diera lectura a la narración Nos han dado la tierra. En mis palabras previas dije que la literatura tenía la cualidad de acercar la realidad para tener una mejor compresión de la naturaleza de los desencantos en el campo y que esas cuantas páginas de Juan Rulfo sintetizaban la historia de los campesinos, sus luchas por la tierra y el desdén del que frecuentemente eran objeto por parte de quienes teníamos el deber de atenderlos. La idea era estimular una plena conciencia social en nuestras funciones.

La narración se ve como una película: cuatro campesinos han caminado once horas para recibir las tierras ofrecidas por el gobierno. Pasan por un calor de metal ardiendo, caminando entre tierras secas, miserables de sombras y agua. Pasan tierras fértiles; al mirarlas se les agranda el corazón, que luego se vuelve a encoger al no detener el paso. “Del pueblo para acá todo es de ustedes”. Todo el Llano Grande. “Nosotros paramos la jeta para decir que el Llano no lo queríamos. Que queríamos las que estaban junto al río. Del río para allá, junto a las vegas, donde están esos árboles llamados casuarinas y las paraneras y la tierra buena. No este duro pellejo de vaca que se llama el Llano”. Pero el delegado nos los escucha, “no venía a conversar con nosotros”. Les pone los papeles en la mano: “No se vayan a asustar por tener tanto terreno para ustedes solos”. Los campesinos le dicen los muchos inconvenientes que es uno solo, en ese llano no crecerá nada. La tierra es deslavada, dura. “No creemos que el arado se entierre en esa como cantera que es la tierra del Llano. Habría que hacer agujeros con el azadón para sembrar la semilla y ni así es positivo que nazca nada; ni maíz ni nada nacerá”.

El delegado les contesta que hagan llegar su queja al gobierno.

Regresan más miserables que pobres. “Así nos han dado la tierra. Y en este comal acalorado quieren que sembremos semillas de algo, para ver si algo retoña y se levanta. Pero nada se levanta de aquí. Ni zopilotes. Uno los ve allá cada y cuando, muy arriba, volando a la carrera; tratando de salir lo más pronto posible de este blanco terregal endurecido, donde todo se mueve y uno camina como reculando”.

Víctor Manzanilla-Shaffer en El drama de la tierra en México, analiza por etapas la cuestión de la tierra. Después de Cárdenas el agrarismo burocrático fue de Ávila Camacho a Ruiz Cortines y luego vino el agrarismo integral con Adolfo López Mateos, hasta llegar a  la contrarreforma agraria. Las más de las veces, en esos periodos, se produjo el desencanto en los solicitantes de tierras. En los informes presidenciales tenía que consignarse que cada Presidente había entregado más tierras que su antecesor. Si algún defecto tuvo la reforma al Artículo 27 Constitucional a iniciativa de Carlos Salinas de Gortari, fue lo tardío. El campo improductivo, las tierras pulverizadas, los sujetos agrarios apegados a la parcela sin alternativas para una existencia decorosa.

El Llano sigue en llamas. Estamos pagando las consecuencias de no haber creado el desarrollo rural sustentable: las filas de jóvenes en el sicariato.