27 julio,2024 6:05 am

El Mayo y los secretos de la narcopolítica

DE NORTE A SUR

Silber Meza

 

“Yo le preguntaría, Jesús… le preguntaría hoy, ante miles de sinaloenses, si es o no compadre de El Mayo Zambada”, soltó Mario López Valdez en 2010, cuando fue candidato a gobernador por la alianza de PAN-PRD-Convergencia. La pregunta era un dardo dirigido a Jesús Vizcarra Calderón, su rival por el PRI.

Malova, como se le conocía a López Valdez, se jugaba todo y apostó su resto. Soltó el cuestionamiento durante el último debate de la campaña. Antes había intentado la candidatura por el PRI, pero no la logró porque el entonces gobernador de Sinaloa, Jesús Aguilar Padilla, ya la tenía apartada para su amigo y socio Vizcarra Calderón, propietario ganadero de la marca SuKarne y de la red de clínicas médicas a bajo costo Salud Digna.

El candidato de PAN-PRD-Convergencia tenía el apoyo de Felipe Calderón. El gobierno federal le había puesto una fuerte estructura de seguridad que lo cuidaba a donde fuese.

En ese momento del debate, Malova ganó la gubernatura. Vizcarra nunca desmintió su presunto compadrazgo. Con el tiempo nos fuimos enterando –entre comentarios en pueblos y ciudades, la realidad de los hechos y las notas periodísticas– de que en realidad El Mayo no había apoyado a Vizcarra sino al propio Malova. La jugada, se dijo entonces, sucedió porque el priista se alejó de El Mayo y eso molestó al capo, en cambio López Valdez se acercó a él.

Es cierto que eso nos debe indignar como sociedad, pero tampoco es que nos deba sorprender. En Sinaloa, y seguramente en estados o zonas de Tamaulipas, Michoacán, Nayarit, Sonora, Baja California, Chihuahua, Durango, Guerrero y Jalisco, entre otros, ya no se puede llegar al poder sin la venia de uno o varios narcotraficantes locales. Y muchos de ellos están aliados a las grandes estructuras supervivientes, sean las del Cártel de Sinaloa, de Jalisco Nueva Generación, del Golfo, La Familia y más.

Originario de El Álamo, municipio de Culiacán, El Mayo Zambada tiene medio siglo operando en los oscuros mundos del narcotráfico, los pactos con representantes del poder, la hiperviolencia y la llamada pax narca. Él sabe perfectamente de corrupciones de políticos, empresarios y generales del Ejército que le han ayudado a expandir su poder en México y el extranjero.

El Mayo y su grupo han tenido control criminal de grandes zonas del país, de líneas fronterizas en el norte y en el sur, de aeropuertos y puertos marinos. Conocen el manual del lavado de dinero en México y Estados Unidos, así como la forma de introducir recursos y limpiarlos en paraísos fiscales. Son más de 50 años dentro del tenebroso universo de la delincuencia organizada, de tejer alianzas, de vivir traiciones. En este lapso, El Mayo, de 76 años y también apodado El Señor del Sombrero o El Quinto Mes, ha sido uno de sus protagonistas. Hombre reservado, nunca había sido detenido, ni siquiera le conocíamos su rostro actual. Nos quedamos con aquella emblemática portada del semanario Proceso en la que el periodista Julio Scherer García apareció junto con él en portada.

Ismael Zambada García, su nombre de pila, ha sido un negociador dentro del crimen organizado y también dentro de la política mexicana. Discreto. Adaptado a sus tiempos. Generador de híper violencia o de tranquilidad relativa cuando así lo decidía.

Ahora está en Estados Unidos. Y, aunque lo nieguen, es imposible dejar de pensar en un posible acuerdo con el país del norte. Será muy importante saber si el último gran capo de México estará dispuesto a revelar lo que sabe de la corrupción política mexicana.

Tendrá que ir a juicio y allí sabremos si revelará fechas, nombres, pactos, sobornos; si tiene audios, videos, fotografías y depósitos.

La noche del jueves pasado fue sombría y larga para decenas, tal vez cientos de personajes políticos mexicanos que a lo largo de cinco décadas realizaron pactos con el capo.

Zambada García ha visto pasar gobiernos del PRI, del PAN, del PRD, de MC y de Morena. Si alguien tiene el conocimiento y la capacidad para meter en problemas a la clase política mexicana es él. Claro, todo dependerá del acuerdo al que llegue con el gobierno de Estados Unidos, otra gran estructura de corrupción política que insiste en ser el bueno de la película, el Superman, el Batman, el Iron Man, pero que se encuentra colapsada por el tráfico y el consumo de drogas.

Para quienes han hecho tratos con el sinaloense, el insomnio apenas comienza.