11 octubre,2022 4:56 am

El porvenir desierto bajo la inclemencia del sol

Federico Vite

(Primera de dos partes)

 

Si usted visita con frecuencia sitios en los que se venden libros (para no focalizar la conversación sólo en las librerías, imagine tenderetes diversos, stands, tiendas departamentales y portales de Internet) se dará cuenta que se mira con regularidad al pasado, las novelas históricas venden bien (esa nostalgia por lo ya perdido es una panacea), y los libros que desmenuzan tópicos violentos con ciertos tintes políticos se mantienen en la cresta de la ola de los blockbusters. Lo histórico y lo violento están sólo atrás de los volúmenes de corte feminista: novelas, cuentos, testimonios, ensayos, recuentos históricos de heroínas, etc. Más allá de este presente tan polarizado, tan histórico y tan siniestro, ¿cómo se encara el futuro próximo en materia literaria? ¿Ficción especulativa? ¿Ciencia ficción? ¿Qué ofrece la literatura a los lectores del desencanto atemporal?

Climate Fiction, o Cli-Fi, es una rama creciente y florida de la literatura que muestra cómo los efectos climáticos cambian la forma de vida de las sociedades; pero en general se refiere al temor que cada vez cobra más forma. Me gustaría plantearlo con una pregunta: ¿cómo se reorganiza la humanidad ante la amenaza creciente de los huracanes, las sequías, los temblores, las inundaciones, los tornados y todo lo que implica un desastre natural en la economía?

Rastreando los orígenes del término, muchos diarios, blogs y revistas refieren que el activista Danny Bloom introdujo el Cli-Fi en 2007 y desde hace 15 años este subgénero se incluye en los programas universitarios de Estados Unidos, Gran Bretaña y Australia en carreras relacionadas con la literatura.

En diciembre de 2015, cuando se firmó el Acuerdo de París (grosso modo: el objetivo central de este acuerdo es reforzar la respuesta mundial a la amenaza del cambio climático manteniendo el aumento de la temperatura mundial por abajo de los 2 grados centígrados), literalmente se notó el auge de libros de este subgénero; novelas y cuentos que dieron mucho combustible a películas, series y alguno que otro podcast.

Obviamente varias universidades de todo el mundo incluyeron cursos y masterclass de Cli- Fi. Hablo de un canon cuyas requisitos son relativamente simples, porque a final de cuentas tienen que ver con la percepción del mundo desde un punto de vista climático; es decir, abordan las movilizaciones poblacionales por inundaciones, incendios, temperaturas elevadas o muy bajas, en suma, analizan los efectos de los fenómenos climáticos extremos.

Lo interesante de este asunto es que la mayoría de las obras Cli-Fi poseen algunas características en común: la celeridad al inicio de las historias es evidente. El ánimo de los personajes suele ser caracterizado por el ansia y esencialmente los escenarios sufren dramáticas transformaciones, radicales. La trama, por tanto, se centra en la resolución de esas catástrofes que padecen los personajes. Obviamente no hablo de un prototipo a manera de escaleta sino de una certeza en la que el cambio climático, más allá de ser el leitmotiv, se concibe como un problema que no puede ser resuelto por un protagonista. El Cli-Fi requiere de la colectividad. Este subgénero configura el futuro de una manera distópica, pero créame, nada tan terrible como las palabras cinceladas con furor y desasosiego en el Apocalipsis. Sirva la referencia para señalar que el Cli-Fi tiene una raíz en la ciencia ficción, y otra en el realismo y el relato sobrenatural.

Aunque se hizo popular desde 2010, varios textos Cli-Fi se han escrito desde hace mucho, pero mucho tiempo. Hablaba ya del Apocalipsis, pero algo un poco más cercano es el poema Darkness, de Lord Byron, publicado en 1816. Sirvan los versos finales para traer a cuento nuestro rastreo:

“El populoso y el poderoso eran un bulto,

Sin estaciones, sin hierbas, sin árboles, sin hombres, sin vida

—un fardo de muerte— un caos de arcilla seca.

Los ríos, lagos y océanos, todos se aquietaron,

y nada se movía en sus profundidades silentes;

Barcos sin marineros yacían pudriéndose en el mar,

Y sus mástiles cayeron poco a poco: mientras caían.

Durmieron en el abismo sin marea–.

Las olas estaban muertas; las mareas estaban en su sepulcro,

La luna, su señora, había expirado antes;

Los vientos se marchitaron en el aire estancado,

y las nubes perecieron; La oscuridad no tenía necesidad

De ayuda –Ella era el Universo”.

Otro ejemplo es Heat, novela de Arthur Herzog, publicada en 1977. En este documento, Herzog usa datos reales de algunas catástrofes para narrar una historia aterradora del futuro cercano. Refiere una época en la que el progreso arruina la vida en el planeta. El protagonista, Lawrence Pick, es un ingeniero que reúne pruebas de que el clima del mundo está cambiando rápidamente. Es el preludio de una alteración climática.

En un laboratorio subterráneo secreto, Pick y un equipo de científicos descubren que el nivel de dióxido de carbono en la atmósfera, en gran parte debido al uso excesivo de energía, ascenderá hasta el punto en que ningún ser vivo pueda sobrevivir. Las predicciones de Pick se hacen realidad en la medida que las condiciones climáticas se trastornan: tornados y huracanes extraordinarios azotan la Tierra; sequías, granizadas violentas, tormentas de viento y trombas marinas asolan el planeta. Lo dicho por Pick no es una especulación, literalmente se trata de un asunto comprobable; pero la gente no atiende la inminencia de la catástrofe. La única solución es prepararse para la inminencia del impacto ambiental.

El Cli-fi no sólo es un subgénero que revestimos de artificios literarios para venderlo sino una aflicción legítima que nos permite encarar el porvenir. Termina siendo una maqueta para encontrar las soluciones derivadas de una crisis climática próxima. Muestra las posibles consecuencias del cambio climático; no precisamente vislumbra el futuro, pero lo atisba. Explora futuros posibles y, sobre todo, ayuda a los lectores a imaginar los factibles hechos de una crisis climática.

Esencialmente, las historias Cli-Fi fomentan el carácter de quienes quieren, pero no saben cómo, ayudar al planeta. Aunque siendo más objetivos, este tipo de libros ayuda a los lectores a que se preparen para la “adaptación” de la vida “normal” en un orbe que posee un clima malhumorado, susceptible e inestable.

Tal vez cuando el lector testimonia los percances de los personajes que están experimentando los efectos del cambio climático se conecta con el futuro próximo que, sin duda alguna, no será amable. La narrativa Cli-Fi puede ser muy efectiva para comprender que estamos haciendo muchas cosas en detrimento de nuestro ecosistema. Nos pone, sin duda alguna, en el papel de los depredadores.

Cli-Fi brinda un punto de partida para la conversación sobre el cambio climático, porque hablar del cambio climático puede ser desalentador, pero sin duda alguna necesario. Un ejemplo de ello es The over story, de Richard Powers, pero de eso hablamos la semana entrante. Se trata de un proyecto que nos permite entender la orfandad del ser humano en un planeta sin bosques.

*La traducción de los versos finales de Darkness es mía.