30 septiembre,2024 5:44 am

El sueño posible

 

Silvestre Pacheco

 

Con tanto sol y calor previo a la temporada de ciclones, en la Costa Grande recibimos gozosos los primeros días de lluvia cuya cantidad pronto rebasó la capacidad de las barrancas, ríos y arroyos que crecidos dieron cuenta de puentes, vados y carreteras con pérdidas de vidas humanas donde llovió sobre mojado.

El lado amable en esta temporada lluviosa es que nunca nos quedamos sin luz ni tuvimos fallas de la internet. En ese ambiente tuvimos la oportunidad de ver las últimas conferencias mañaneras de Andrés Manuel López Obrador recordando las curiosas coincidencias de la vida relacionadas con este hombre fuera de serie que nos permitió ver convertido en realidad el sueño por el que vivimos.

Andrés Manuel tiene la misma edad que yo, es un hombre sano y deportista, al que le quedan muchos años de vida por delante, y por eso se equivocan quienes lo quieren ver acabado. Tendrá tiempo para disfrutar   sus grandes pasiones, leer y escribir en el mejor lugar, rodeado de naturaleza, bajo sus árboles añosos en compañía de las ruidosas y alegres guacamayas y los gritos de los monos.

Estudiamos en la UNAM la misma carrera de politólogos, y aunque no nos conocimos porque él asistía en el turno de la mañana y yo en el de la tarde, compartimos los mismos salones y maestros, caminamos por los mismos pasillos y usamos la misma biblioteca.

Somos también el mismo origen rural aunque la diferencia es que él estaba becado, dedicado al estudio, y yo tenía que repartir mi tiempo en trabajar para poder ir a la escuela.

Desde un principio nos identificó el apego a la pol{itica aunque él dentro del PRI  y yo en la izquierda, en el PMT que dirigía el ingeniero Heberto Castillo.

Pero todavía más, cuenta Andrés Manuel que como estudiante vivió en Copilco el Alto, en el mismo rumbo donde estaba el local que ocupábamos como oficina de nuestro partido.

Él como yo fuimos alumnos del Seminario del Capital que impartía el profesor Raúl Olmedo, seguidor del intelectual francés Louis Althusser y luego curiosamente convertido en funcionario de Gobernación durante el gobierno de Carlos Salinas de Gortari. Estudiamos con lo más avanzado que había en materia de la economía política y filosofía marxista.

A quien conocí en la escuela a pesar de que poco asistía a las clases fue a su compañera de partido Beatriz Paredes, una mujer muy guapa e inteligente quien ya entonces era dirigente estatal de la CNC en Tlaxcala y luego gobernadora.

Andrés Manuel pronto consiguió acomodo en el gobierno como delegado estatal del INI en su natal tabasco del que en 1988 fue candidato del FDN a gobernador durante las presidencias partidistas de Porfirio Muñoz Ledo y su ideólogo Jesús Reyes Heroles.

Yo llegué a Zihuatanejo a fundar el PSUM, el PMS y luego el PRD. En 1989 recibimos en la plaza del puerto a Amalia García, Porfirio Muñoz Ledo y Gregorio Urías, los primeros diputados del FDN. Aquí fui candidato a diputado federal del PSUM y a presidente municipal. En 1996 fui regidor del PT el único cargo de elección popular que tuve en la vida.

En 1994 cuando una comisión de perredistas entre los que se contaba el propio Cuauhtémoc Cárdenas y Andrés Manuel visitaron en Chiapas al subcomandante Marcos del EZLN, en Zihuatanejo una treintena de militantes del PRD habíamos firmado nuestra carta de renuncia víctimas de una maniobra anti estatutaria de la dirección estatal que violaba nuestras derechos y traicionaba los principios partidistas.

En el 2006 recibimos al subcomandante Marcos en Zihuatanejo apoyando sus reivindicaciones de los derechos indígenas. Descreímos de los partidos pero no de seguir luchando por el cambio y fue hasta el 2011 cuando muchos de mis compañeros se afiliaron a Morena.

Conocí a AMLO cuando llamó la atención nacionalmente encabezando la toma de los pozos petroleros en Tabasco demandando indemnización para los Chontales por los daños ocasionados por Pemex en la extracción de petróleo y luego el éxodo por la democracia como se conició la marcha de Tabasco a la Ciudad de México contra el fraude electoral.

Nos llamó la atención desde entonces el odio en su contra de quienes habían sido sus compañeros de partido, solo explicable porque había logrado la visibilización de sus paisanos indígenas chontales cuya existencia era una afrenta para los tabasqueños que negaban su existencia.

A la rancia clase política tabasqueña le pareció un reto y una usurpación que aquel joven estudiante pudiera aspirar a ocupar un lugar en la política local sin el permiso de los caciques que la monopolizaban.

Fue el Frente Democrático Nacional, el sector rebelde del PRI el que lo proyectó nacionalmente, primero como dirigente del PRD y luego como jefe de Gobierno de la Ciudad de México.

Una característica que compartimos como lección de política fue llevar la iniciativa en el trato con la clase política y los miembros de los poderes fácticos al tutear a sus interlocutores. Nada de don ni de señor, sino de tú, una manera nueva de relación para desmitificar el poder y desacralizarlo poniéndolo a la altura del pueblo.

Los políticos y funcionarios se incomodaban ante la actitud de un plebeyo que rompía con los cánones establecidos. Eso fue el principio de incorporar a las masas al quehacer político dejando de lado la idea rancia de que la política era una ocupación de especialistas.

En adelante lo avanzado en la política es preguntar al pueblo para no equivocarse, y de sostenerse en él para tampoco marearse, esos son los mayores aportes del obradorismo.

Como jefe de Gobierno mostró su altura de miras, sorprendiendo a los capitalinos con sus iniciativas tan alejadas del provincianismo, primero estableciendo sus programas sociales de apoyo directo a los sectores  menos favorecidos, luego modernizando a la ciudad con el famoso segundo piso que le dio mayor movilidad a los capitalinos.

El odio que se ganó de parte del PRI se extendió a los panistas quienes muy pronto lo vieron como el enemigo a vencer frente a las coincidencias que esos dos partidos compartían, por eso la campaña feroz que se agudizó cuando desnudó a las corporaciones de radio, prensa y televisión que actuaban como un real cuarto poder que tenía secuestrado al gobierno.

Retirarles los cuantiosos contratos de publicidad fue un acto de congruencia y valentía porque no solo les redujo sus ganancias, sino que enfrentó a todo el séquito de comentaristas supuestamente objetivos que formaban parte de esa patraña que definían como democracia.

Fue su tozudez para agotar la vía electoral y pacífica para conquistar el poder la mayor lección para la izquierda en general que negaban la posibilidad de cambio democrático sin la intromisión de los norteamericanos, a condición de que el triunfo electoral fuera rotundo y capaz de cuestionar sus hipócritas principios democráticos.

Su conducta frente al gobierno norteamericano solo es comparable con la valentía del general Cárdenas y el presidente Juárez. Esa es la muestra de su verdadera dimensión de estadista, por eso ante tanto alboroto del gobierno español porque no se invitó a su rey a la ceremonia de toma de posesión de nuestra futura presidenta.

Una pregunta en la conferencia de despedida dio pie a otra revelación que muestra el carácter del presidente. Alguien le preguntó si había pensado en lo que pudo haber ocurrido en el país si no le hubieran hecho fraude y más pronto hubiera ascendido al poder.

“Pensaba mandar al carajo todo y jamás volver a competir para que no siguieran diciendo que estaba enfermo de poder. Aunque al mismo tiempo pensaba: pero si renuncio harán fiesta mis enemigos, entonces decidí no darles ese gusto”.

Por eso nuestra despedida no puede ser otra, Gracias por hacer realidad nuestro sueño.