30 mayo,2023 4:58 am

Elecciones inminentes, pero la meta es el 2024

Abelardo Martín M.

 

En unos pocos días, el próximo domingo, tendrán lugar elecciones locales en el Estado de México y en Coahuila; en ambas entidades se elegirán gobernadores, pero los resultados no sólo determinarán quiénes serán los nuevos mandatarios, nos mostrarán además una dinámica política que pesará rumbo a los comicios presidenciales de 2024.

En los dos estados hemos observado intensas campañas de los contendientes, que han involucrado la atención y el interés nacional como nunca antes. Vigencia del proyecto de la 4a. Transformación, o como alardeó Alejandra del Moral, la candidata de la coalición PRI-PAN-PRD, su triunfo equivaldría al inicio de la “recuperación” del país por los viejos partidos políticos y arrebatarle a Morena la continuación del proyecto encabezado por el presidente Andrés Manuel López Obrador.

Las causas son variadas. Una primera es que se trata de los dos únicos bastiones que a nivel nacional conserva el otrora invencible Partido Revolucionario Institucional, agrupación que pasó a lo largo de un tercio de siglo del control monolítico a la pérdida paulatina de los gobiernos estatales.

El triunfo de Andrés Manuel López Obrador en 2018 aceleró ese proceso, a grado tal que en el último lustro el partido en el poder se ha adueñado de más de una veintena de entidades. En Coahuila el PRI goza todavía de un amplio respaldo entre la ciudadanía, fortalecido por la alianza con Acción Nacional, la fuerza política que llegó a disputarle hace años el control de la entidad, lo cual probablemente le otorgue el triunfo en las urnas a su candidato, Manolo Jiménez Salinas, de acuerdo a las previsiones de las muchas encuestas realizadas en el estado y que mantienen a distancia al candidato de Morena, Armando Guadiana, así como al del PT, Ricardo Mejía Berdeja. Sigue en el aire si el Partido Verde Ecologista de México, convence a su abanderado local, Lenin Pérez, de declinar en favor de Morena, de acuerdo al compromiso de la dirigencia nacional del partido, o funge como alternativa menor en la elección del próximo domingo en el estado norteño.

En el Estado de México el panorama es distinto. Las campañas mexiquenses arrancaron con una diferencia de alrededor de 20 puntos a favor de la candidata de Morena, la maestra Delfina Gómez, quien si bien como favorita ha sufrido un desgaste natural, todas las encuestas conocidas la mantienen con ventaja. Sus estrategas aseguran que la diferencia sigue siendo de dos dígitos, pese a lo cual su oponente, Alejandra del Moral, ha sostenido en sus mítines que ya ha alcanzado a su oponente y que la está rebasando.

El Estado de México tiene una relevancia simbólica y estratégica, por lo que su pérdida para el PRI será el más serio descalabro luego de la pérdida por segunda vez del poder federal.

Es una entidad simbólica porque es la cuna del grupo Atlacomulco, que desde la última parte del pasado siglo y durante el actual ha sido un factor dominante de ese partido. Y es estratégica porque se trata del padrón electoral más grande del país, por encima incluso de la capital nacional y de otras entidades densamente pobladas. Desde la época dorada del PRI, se decía que la definición en el Estado de México orientaba la sucesión presidencial.

Una vez que se conozcan los números de las urnas y de la conformación política que determinen, el proceso de sucesión presidencial se desatará de inmediato. La elección estatal del 2017 fue también emblemática y preparatoria del posterior triunfo del entonces candidato López Obrador a la Presidencia de la República y quien acompañó a la maestra texcocana, Delfina Gómez, en su amplísimo y novedoso recorrido “por tierra” a lo largo y ancho de todo el Estado de México.

Desde la propia designación de una maestra de escuela como Delfina que rompió todos los prototipos de los políticos y políticas tradicionales del Estado de México y del país, las características de su campaña y su enfrentamiento, cara a cara, con el grupo Atlacomulco y la movilización nacional que encabezó el entonces presidente de la República, ex gobernador mexiquense, Enrique Peña Nieto, que organizó una auténtica movilización nacional nunca antes vista ni organizada, para la defensa de ese estado. La diferencia con la que el entonces priísta Alfredo del Mazo III obtuvo la gubernatura mereció la versión popular (y política) de que “el sistema se había robado la gubernatura”. En aquel tiempo se esperaba una “violenta reacción” del movimiento encabezado por López Obrador, la que al no ocurrir, garantizó en las urnas en las elecciones federales del 2018 su rotundo triunfo.

Ahora hay quienes intentan comparar ambos momentos, pero los hechos demuestran que no hay por parte del gobierno federal la movilización que se organizó y operó por todas las dependencias federales, cuyos titulares de entonces fueron obligados a trabajar para que el PRI continuara al frente del gobierno mexiquense.

Sin duda alguna, los partidos políticos de oposición ven en el Estado de México el preámbulo y el mejor ensayo de la elección federal del 2024. En Morena, el partido dominante, ya se anuncian algunos planes para el proceso de designación de su candidato, o candidata, y también es evidente que los aspirantes pondrán en marcha sus estrategias para ganar la delantera.

Desde siempre, esta entidad es significativa y relevante para el curso histórico que ha de vivir el país, papel que juegan, en la realidad, todos los procesos electorales de los últimos dos años de la administración sexenal federal. La oposición, que hoy luce desmadejada y sin un liderazgo fuerte, vivirá una gran presión para construir su unidad, lo cual no está nada fácil, y definir a su abanderado sin romper la cohesión, lo cual es aún más complicado. Sin embargo, como hemos dicho, todo ello pasa por la aduana del próximo domingo y el veredicto ciudadano en las urnas estatales.

Los factores predominantes en los procesos electorales de estas entidades son, por una parte, la operación y movilización electoral y de cuadros el propio día de la elección, ya que de lo contrario el abstencionismo se observa como el absoluto ganador de los procesos políticos. Con todo y campañas, la poca participación y conciencia política determina que la operación partidista resulte definitiva en los resultados electorales.

Otro factor, sin duda, es el nivel de reconocimiento y aceptación de la figura del presidente de la República, así como el desgaste propio del partido en el poder en el ánimo popular. Esto independientemente de las encuestas que otorgan al presidente López Obrador niveles de popularidad y aceptación que envidian sus antecesores. No obstante ello no es garantía de triunfo de los candidatos de Morena, el partido en el poder federal. Hay especialistas que, incluso, afirman lo contrario. El desgaste del presidente a nivel social pone en riesgo el triunfo de sus candidatos en Coahuila y Edomex, pero esta versión sólo se confirmará con el resultado de las elecciones.

Un elemento relevante es el de la seguridad en estos estados, así como el desempeño de la economía y la popularidad de los gobiernos locales. Los resultados de los gobiernos salientes son muy importantes, pero también, en el mundo actual de la comunicación instantánea, destacan las percepciones que se tiene de los gobernantes.

En Guerrero, por ejemplo, los problemas vinculados a la violencia y la falta de seguridad, así como la ingobernabilidad, son una consecuencia indeseada pero natural, que ha sido expuesta en los medios de comunicación.

Se estima que durante el año lectivo que está por concluir, la matrícula escolar del nivel básico, desde preprimaria hasta la secundaria, se redujo de un millón 287 mil alumnos al inicio, en cerca de 200 mil estudiantes que abandonaron la escuela a lo largo del ciclo, uno de cada seis. Hay por supuesto diversas causas, pero la predominante en la inseguridad y la violencia, así como la migración asociada, de familias que prefieren huir ante el riesgo de perder la vida. La delincuencia deteriora la tranquilidad y las posibilidades de progreso y bienestar de la población. Sin paz social, ha dicho el presidente, la transformación no será posible. Estos factores, por cierto, también contarán en el ánimo de los electores el próximo domingo.

Desde hace ya algún tiempo, el factor electoral como principio y fin de la actuación gubernamental, es dominante con sus consecuentes campañas de mentiras y desprestigio que poco o nada contribuyen a superar los verdaderos problemas de los mexicanos, pero esta es la realidad y hay que asumirla.