18 mayo,2024 6:15 am

Elementos para un balance sexenal (2)

Héctor Manuel Popoca Boone

 

Capítulo II.
Aciertos.

(1). En el sexenio que termina se realizó un esfuerzo real para disminuir la pobreza social y aminorar la brutal desigualdad socio-económica en que se desenvolvía la sociedad mexicana, hará muchas décadas atrás. Mediante la puesta en marcha de los programas sociales: Pensión para adultos mayores, et al. Estos programas contribuyeron a dignificar la vida de mucha población en situación de fuerte vulnerabilidad y alta discriminación social.

(2). La clase trabajadora formal vio incrementado significativamente el salario mínimo legal. Con esta medida, parte del excedente económico derivado de la producción de la riqueza nacional, que estaba concentrado en pocas manos se empezó a redistribuir más equitativamente entre el trabajo y el capital.

(3). Lo anterior contribuyó sustancialmente, a corto plazo, a mejorar el poder adquisitivo de las clases sociales más necesitadas; salvaguardando así, los mercados internos de consumo familiar contrarrestando los efectos perniciosos de la inflación económica mundial.

(4). La clase empresarial no fue afectada en su capacidad de generar, lícitamente, riqueza material y financiera. No se les tocó ni con el pétalo de una amapola, en ese aspecto. A la oligarquía nacional dominante, integrada por grandes empresarios y grupos de políticos poderosos variopintos, solo se les suprimieron canonjías y privilegios económicos anormales, producto de tranzas y componendas entre ellos, de los que gozaron y usufructuaron durante muchos años. Tan solo fueron obligados a cumplir con sus deberes fiscales, que antes escamoteaban y eludían enterar por cientos de billones de pesos anuales, que los destinaban más que a la inversión productiva, a su enriquecimiento personal especulativo, en detrimento de la generación de mayor empleo nacional para el bienestar social.

(5). Se le otorgó primacía al desarrollo regional del sur-sureste de México que estaba, durante varios sexenios anteriores, cuasi abandonado en materia de dotación de infraestructura básica para el desarrollo y de proyectos de inversión pública de gran envergadura; a pesar de la buena dotación de recursos naturales que posee para detonar el desarrollo regional a corto plazo, mucho más favorable y redituable, en comparación a las regiones ya favorecidas del centro y norte del país.

(6). El gobierno federal mantuvo a flote la generación de riqueza nacional –en el año de 2023, (con cifras del Inegi) el crecimiento del Producto Interno Bruto fue de 3.2 por ciento– a pesar de la brutal caída del PIB durante el año más crítico de la pandemia en el 2020, que fue del orden del 8.5 por ciento.

(7). Algunos de los macro indicadores que sirven como parámetros de la poca o mucha estabilidad económica del país no sufrieron deterioros en su comportamiento. Ni en la paridad con el dólar de Estados Unidos, país donde se concentra la mayor parte de nuestras importaciones y exportaciones, ni en el déficit de nuestra balanza de pagos con el exterior. No hubo devaluación de nuestra moneda, al contrario, mostró tendencia a su apreciación frente al dólar: 16.9 pesos a la fecha (Inegi). Sin embargo, está pendiente de conocer cuanta deuda externa se contratará en lo que resta de este sexenio y cuál será su destino final. Los pronósticos auguran que el déficit financiero que heredará a su sucesora será muy alto.

(8). En este periodo sexenal fue desacralizada la figura del presidente de la República, por la misma persona que la detenta. Su estilo de gobernar, populachero, rijoso, de mucha exhibición mediática y prolífico de medias verdades, mentiras y otros datos, nos hizo ver que los presidentes de una nación son seres humanos comunes; no exentos de aciertos y de errores; algunos notables y otros graves. (Que cada cual, de mis electores, utilice su capacidad de análisis y realice un balance personal que oriente su voto).

(9). Con su manera de comunicación social, eminentemente confrontadora y adjetivadora, se expuso a la befa y al escarnio de sus opositores que no tuvieron respeto alguno a su investidura presidencial, pero aguantó y mucho, sin caer en la represión generalizada a los medios masivos de comunicación.

(10). También quedó desacralizada la imagen impoluta de las fuerzas armadas. Indicios de colusión, corrupción e inacción en el combate al narcotráfico fueron las principales pistas; sumando el no acatamiento a las órdenes presidenciales de entregar toda la información clasificada sobre “los vuelos de la muerte”, en la época de la guerra sucia en la región de la Costa Grande de Guerrero, y sobre la “desaparición forzada de los 43 normalistas de Ayotzinapa”; donde a la fecha sigue sin conocerse la verdad completa, ni es aplicada totalmente la justicia debida.

(11). Gracias a las acciones presidenciales, salió a relucir la apropiación abusiva de la riqueza nacional por parte de la mafia en el poder de aquel entonces; compuesta por grandes dirigentes empresariales y políticos dirigentes partidarios que, mediante la partidocracia, la democracia mercantilizada y un gobierno sumiso a los hombres del gran dinero (neoliberalismo), se beneficiaron de su concentración y quieren volver a su gozo y retozo.

Ahora, los destinos del país son disputados entre ellos y un movimiento político emergente, deseoso de evitar el retorno al pasado; para ello, el presidente de la República ha conformado una base social numerosa, lamentablemente sostenida, principalmente, por dádivas y subvenciones económicas, en lugar de planteamientos ideológicos políticos, económicos y sociales claros, firmes y diferentes. Mucho del anterior pasado pernicioso, ha sido reciclado y remasterizado.

(12). Por último, AMLO empezó a rescatar elementos del pasado nacionalismo revolucionario, que, con la modalidad de economía de mercado mixta, con rectoría del Estado, nos dio oportunidad de un buen desarrollo nacional con equidad social en la segunda mitad del siglo XX, antes de la dominación del neoliberalismo empobrecedor de las mayorías. Mantener la soberanía alimentaria nacional además del rescate de empresas estratégicas para el crecimiento de México, como lo son las concernientes a las energéticas existentes (petróleo y electricidad, que ya estaban semiprivatizadas) y nuevos minerales emergentes, que nos garanticen autodeterminación nacional, son de fundamental importancia que la nación siga poseyéndolas, a la luz del desenvolvimiento de la historia económica universal reciente.

 

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