19 octubre,2021 5:39 am

¡En la confianza está el peligro! Está todo un instante (sexenio) por delante

Abelardo Martín M.

 

Pareciera que un sexenio es un tiempo largo, suficiente no sólo para hacer cambios, sino para formar una nueva cultura, otra forma de ser y actuar caracterizada por el bien, la bondad y la belleza –como dirían los filósofos–, pero la experiencia indica que es apenas un instante que avanza como una bola de nieve cuesta abajo, cada vez a mayor velocidad. Algunos grupos de recuperación, como todos los que atienden las adicciones, saben que el único tiempo al alcance de la conducta humana es el de las 24 horas por venir, el famoso “sólo por hoy”.

Más de un mandatario, varios ex gobernadores entre ellos, suelen reconocer “en absoluta confianza” que su concepción del tiempo les llevó al principio de sus gobiernos a un exceso de confianza, similar al de aquel joven estudiante que espera hasta la víspera para prepararse a un examen, o aquel trabajador desidioso que deja para mañana o para el último momento, la tarea que puede realizar hoy.

El tiempo “vuela”, es conseja popular, y es tan real que como la infancia (que es destino, dicen los psicólogos), los primeros días de un sexenio lo marcarán para el resto del periodo. Esta reflexión viene a cuento porque finalmente tuvo lugar el cambio de administración en Guerrero, al rendir protesta Evelyn Salgado como la nueva gobernadora constitucional, y anunciar que trabajará con las premisas de la cuarta transformación: no mentir, no robar y no traicionar.

Doña Evelyn es la primera mujer en gobernar en la historia de Guerrero, lo que ya constituye un hito, pero además ha integrado su gabinete de manera paritaria, con diez hombres y diez mujeres, la mayor parte provenientes de la lucha social en las comunidades. En su discurso de toma de posesión, enfatizó su compromiso para acabar con las desigualdades, en particular erradicar la violencia de género, el feminicidio, los matrimonios forzados y la práctica del tráfico de personas, como el grave delito de vender niñas.

Como lo hizo a nivel federal hace ya casi tres años –la mitad de su sexenio– el presidente Andrés Manuel López Obrador, la nueva gobernadora se comprometió a que serán prioridad los temas de salud, seguridad, educación, turismo, campo y bienestar. Si desde las primeras semanas esto no se vuelve una realidad, el asedio de los vicios imperantes, desafortunadamente, cancelarían sus buenos propósitos “más pronto que tarde”.

La libertad a presos de conciencia en Guerrero, no represión ni persecución política y libertad de culto, respeto a la diversidad sexual y plena libertad de expresión, fueron compromisos que también asumió. Se refirió incluso a los objetivos de la Agenda 2030 de la Organización de las Naciones Unidas para el Desarrollo Sostenible y externó su voluntad de desarrollar políticas públicas a favor de la paz y el desarrollo.

Discurso impecable que ojalá tenga considerado el factor real del tiempo, al que todos los gobernantes, desafortunadamente, sucumben porque son entronizados con la falsa percepción de que su sola conducta, su ejemplo y presencia son suficientes para que se solucionen problemas acumulados por décadas y hasta por siglos.

Tan es así que los postulados que emanaron de la Revolución Mexicana desde hace más de un siglo, todavía son vigentes en Guerrero, en especial el que se refiere a la justicia social.

Difícil tarea la que tiene por delante la nueva mandataria guerrerense, establecer, que no recuperar la gobernabilidad, dar armonía, justicia y desarrollo a un estado caracterizado por el aislamiento, el rezago en todos los aspectos y la disponibilidad de recursos naturales objeto de depredación por los intereses de todo tipo que lo han acechado.

Desde el comienzo, la gobernadora tendrá que emplearse a fondo para enfrentar la compleja problemática guerrerense, un estado que depende financieramente de la Federación y con innumerables conflictos sociales. Coyunturalmente, el gobierno estatal enfrenta un paro de trabajadoras de diversas dependencias del Ejecutivo y del Poder Judicial, que reclaman pagos pendientes.

Luego están la criminalidad y la violencia, que siempre han tenido presencia en el territorio estatal, pero que en los últimos dos o tres lustros se exacerbaron. El anterior gobernador, Héctor Astudillo Flores (quien ya tiene la maleta lista para integrarse al servicio exterior mexicano) presumía que a lo largo de su gestión los indicadores de violencia habían bajado, pero en los actuales momentos de la sucesión han brotado nuevamente hechos delincuenciales sin freno, ni control.

La pregunta es si a la gobernadora le bastará su juventud y su ascendencia para salir avante en el conjunto de retos que tiene enfrente. La experiencia de vida, no sólo la política de su padre, el senador Félix Salgado Macedonio, puede serle de gran utilidad. Dependerá de la conducta individual de ambos, forjados con principios de vida basados en la aceptación de la realidad, la humildad como forma de conducta diaria y el servicio a los demás.

Pronto lo sabremos.

Por supuesto, tiene factores a su favor, en primer lugar, el amplio apoyo popular, heredado también de la figura de su padre y de un movimiento social de más de medio siglo en la entidad. Cuenta además con la sinergia nacional en favor de la transformación y el respaldo específico del Presidente de la República, quien ya ha anunciado que el próximo fin de semana hará una gira por tierras guerrerenses, lo cual sólo puede ser interpretado como un respaldo explícito y un impulso político y económico real al gobierno que comienza.

Pero, lo más importante, el gobierno de Evelyn posee la legitimidad de representar las luchas de los sectores más vulnerables y desprotegidos, de las comunidades indígenas y afromexicanas, quienes siempre han sufrido y sido marginados y discriminados, aunque esta vez tienen la esperanza de que el gobierno por el que votaron los ayude a construir un futuro más justo, mejor y equitativo.

Tiene, pues, un enorme capital político, que si es bien utilizado puede darle espléndidos resultados. Pero eso sólo será posible si tiene presente, si toma en cuenta el factor tiempo, porque tanto ella como el senador Salgado Macedonio saben que “en la confianza, está el peligro”.