20 mayo,2018 2:30 pm

Entre el júbilo… y la desolación

Texto: Apro / Fotos: portada, EFE; interiores, Xinhua
Jerusalén, 20 de mayo de 2018. El lunes 14 unos 80 kilómetros separaban la sonrisa triunfalista de Benjamín Netanyahu de las balas disparadas por el ejército israelí contra decenas de manifestantes de Gaza.
Los mismos 80 kilómetros que había entre los aplausos y vítores a Donald Trump en la inauguración de la embajada estadunidense en esta ciudad y el humo de los gases lacrimógenos arrojados en la frontera entre Gaza e Israel, donde miles de personas pedían el fin del bloqueo, que los aísla del mundo y los empobrece cada día más, y el retorno de los refugiados a las tierras que ocupaban en 1948, año de la creación del Estado de Israel.
Un retorno a una tierra sin Estado, Palestina. Un sueño que los acontecimientos de los últimos días parecen alejar todavía más.
El contraste entre las dos imágenes tan antagónicas y reveladoras sorprendió a buena parte del mundo. La fiesta y la muerte. El júbilo y la desolación.
“¿Qué tipo de hombre es éste?, se preguntaba el analista Bradley Burston en una columna publicada el miércoles 16 en el diario israelí Haaretz. “¿Qué tipo de hombre sonríe como un niño entrando en una tienda de golosinas sabiendo que en Gaza el número de muertes está aumentando sin parar? ¿Qué tipo de hombre comienza su discurso diciendo ‘Qué día glorioso’ en un momento así?”, continuaba.

Paramédicos tratan de ayudar a un herido durante los enfrentamientos entra manifestantes con soldados israelíes en la frontera de Gaza con Israel.

Ni en sus mejores sueños el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, hubiera podido imaginar que un presidente estadunidense comprendería el anhelo más querido de los judíos y declararía toda Jerusalén capital de Israel y que pocos meses después la embajada estadunidense abriría sus puertas en la ciudad santa.
La relación con Estados Unidos nunca ha sido tan estrecha y cómplice y el sueño de Netanyahu se cumplió esta semana. Era sin duda uno de los días más importantes en su trayectoria política.
“Es un día grande para Israel y para Estados Unidos. Gracias, presidente Trump, por tener la valentía de cumplir sus promesas. También creo que es un gran día para la paz, una paz que debe basarse en la verdad, y la verdad es que Jerusalén ha sido y siempre será la capital del pueblo judío, la capital eterna e indivisible del Estado judío”, se felicitó en su discurso un eufórico Netanyahu.
Era primera hora de la tarde del lunes 14 de mayo y el balance de muertos en Gaza aumentaba en un lento e imparable goteo: 20, 25, 30, 50… Era imposible ignorarlo.
“Estamos en Jerusalén para quedarnos. Estamos aquí protegidos por los valientes soldados del ejército de Israel […] que en este momento están defendiendo las fronteras de Israel”, dijo Netanyahu en un momento de su discurso.
Guerra de imágenes
Sin duda, el jefe de gobierno israelí había imaginado durante semanas el impacto mundial que tendría la apertura de la embajada, las primeras páginas de la prensa, los mensajes de felicitaciones ante este día histórico que colma las aspiraciones de tantos israelíes.
Numerosas embajadas se instalaron en la parte oeste israelí de Jerusalén tras la creación del Estado de Israel en 1948, pero todas se fueron después de que en 1980 el Parlamento decidió la anexión de Jerusalén-Este, ocupada por Israel desde 1967, y la ONU aprobó una resolución en la que instaba a los países a retirar sus embajadas de la ciudad.
Jerusalén se vació de embajadas, que se trasladaron a Tel Aviv, y la apertura de la de Estados Unidos podría marcar, según Israel, el retorno de las sedes diplomáticas a la ciudad santa. Por ahora sólo Guatemala ha imitado a Estados Unidos y abrió su representación diplomática en Jerusalén el miércoles 16.
Lo que Netanyahu no esperaba era compartir las primeras planas de la prensa con las imágenes de palestinos muertos en Gaza, de jóvenes huyendo despavoridos de las balas disparadas por los francotiradores israelíes desde el otro lado de la barrera de separación, de los funerales de adolescentes, de los hospitales de Gaza colapsados y de pacientes con piernas destrozadas esperando una operación.
Manifestantes palestinos trasladan a un herido durante los enfrentamientos con soldados israelíes en la frontera de Gaza con Israel.

“Las fotos eran devastadoras y seguro que algunos líderes israelíes se vieron frustrados por la cobertura internacional conjunta de ambos eventos: Gaza y la embajada. Pero la mentalidad israelí es que Estados Unidos está con nosotros, que gobiernos de derecha en Europa y en otras partes del mundo nos apoyan y que incluso una parte del mundo árabe está de nuestra parte debido a que tenemos el mismo enemigo: Irán. En este contexto, las muertes en Gaza no importan”, opina el jefe de la sección internacional del diario Haaretz, Asaf Ronel.
En una intervención ante la comunidad judía estadunidense, el portavoz del ejército israelí, Jonathan Conricus, admitió que la “fotografía ganadora” fueron las imágenes de Gaza.
“No hemos sido capaces de hacer llegar nuestro mensaje sobre lo que pasaba en la frontera. Los palestinos han ganado por nocaut, de forma abrumadora, desgraciadamente. El alto número de víctimas ha jugado contra nosotros y nos ha resultado muy difícil contar nuestra historia”, admitió.
Pero según el activista israelí Sergio Yahni, las muertes en Gaza no aguaron la fiesta a Netanyahu. “Creo que lo que le pudo amargar fue la reacción internacional, la condena prácticamente unánime, no los muertos. Los muertos en Gaza no le importan. Lo que le importa es el pensamiento de los demás, la opinión del mundo”, explica.
Pero la opinión del mundo tampoco era favorable a la apertura de esta embajada antes de que se produjeran las muertes en Gaza. La inmensa mayoría de la comunidad internacional no reconoce la soberanía de Israel sobre la parte oriental o palestina de Jerusalén y la considera zona ocupada. En los borradores de paz entre israelíes y palestinos de los últimos 25 años, se confía en que Jerusalén podrá de alguna manera dividirse un día y ser la capital de dos Estados, uno israelí y otro palestino.
Por esta razón, la presencia de diplomáticos internacionales en la apertura de la embajada estadunidense en Jerusalén y en la gala organizada por Israel fue pequeña. De los 86 países invitados, sólo 22 estuvieron presentes. De América Latina sólo acudieron Guatemala, Paraguay, Honduras y República Dominicana. En la Unión Europea sólo se desmarcaron de la línea diplomática comunitaria Austria, Hungría, la República Checa y Rumania.
“Nos llegó una invitación para la gala, que obviamente declinamos de manera clara, y no recibimos invitación para la ceremonia de inauguración”, explica un diplomático europeo.
Una sociedad anestesiada
El mundo ha condenado de forma unánime las muertes en Gaza y considera que Israel ha hecho un uso excesivo de la fuerza. Especialmente claro fue el Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos, que estimó que cualquier palestino, sólo por el hecho de estar presente en las manifestaciones de Gaza, era blanco de las fuerzas israelíes, representara una amenaza o no. “Cualquiera puede morir”, resumió el portavoz del organismo, Rupert Colville.
Sin embargo, en Israel la sociedad parece aletargada, anestesiada o simplemente convencida por el discurso de sus dirigentes. La vida normal continúa, independientemente de las atrocidades que puedan estar sucediendo a pocos kilómetros.