4 junio,2024 6:00 am

Entre perfumes de importación o entre olores de aguas residuales, la disputa por la nación en las urnas de Las Brisas a la Zapata

I

“Hijo mío, la felicidad está hecha de pequeñas cosas: Un pequeño yate, una pequeña mansión, una pequeña fortuna”. Groucho Marx.

Siete y media de la mañana. El calor de unos 20 grados y la humedad de casi 50 por ciento ya envuelve los cuerpos bañados en fragancias de importación de las más de 100 personas que esperan sobre la acera a que abran la Escuela Primaria Federal Alberto González Valle, en la colonia Nuevo Centro de Población, y que se yergue en medio de casas que van de los 6 a los 10 millones de pesos y departamentos de 2 millones o más del exclusivo fraccionamiento Joyas de Brisamar y otro más arriba, Rinconada Las Brisas.

“Eso va a estar reñido”, dice alguien en la fila; “ya abran”, gritan otros en la desesperación por ver que se dan las 8 y10 de la mañana y los apretujones porque la casilla aún no abre.

Los hay más listos. Hay quienes discretamente aguardan a gusto desde sus automóviles estacionados sobre la avenida Ejército Nacional, bajo la calma y la tranquilidad que le proporcionan el chofer y el aire acondicionado, a que su personal de servicio formado en la fila les indique cuándo bajar. Y bajan.

De automóviles Mercedes, camionetas Audi o Jeep, incluso de pequeños deportivos ingleses como el Mini Cooper, descienden lo mismo empresarios que políticos –el candidato Manuel Añorve Baños votaría ahí– y amas de casa, pero no descienden solos. Algunos van acompañados por al menos una persona de seguridad que mira a todos lados cargando una bandolera bien ajustada al frente.

Así, y aunque también hay algunos vecinos de colonias aledañas de clase media y baja que discretamente hacen fila, inicia el desfile de playeras Polo Lacoste, camisas de diseñador o vestidos frescos de moda en colores rosa claro, azul cielo o verde menta retocados con sombreros de palma y hasta de fieltro, al tiempo que se abre la casilla de la Sección 302.

Para el señor Francisco y su esposa Josefina, pareja de adultos mayores y vecinos de Joyas de Brisamar, era importante votar y votar primero: “Es un día importante, las cosas no han ido bien, hay mucha violencia, pobreza y veremos si votando se pueden cambiar las cosas”, comenta ella con cierta desazón. Y tiene algo de verdad.

En los comienzos del proceso, Acapulco, Chilpancingo, Taxco e Iguala, recordó El Sur en su editorial del 1 de junio, “vivieron una ola de violencia contra transportistas y los choques entre grupos delictivos en la sierra de San Miguel Totolapan dejaron un saldo mortífero”.

“La ciudad de Acapulco está sacudida todavía en estos días por una cadena de asesinatos, que han hecho de las noches y madrugadas en el puerto un escenario de terror”, destacó el diario, que añadió: “la paz que se observa en algunas regiones no es resultado de la ausencia de grupos violentos, sino más bien expresión de que allí solamente uno domina e impuso las condiciones de la competencia electoral”.

Mientras, al interior de la escuela que sobrevivió al paso del huracán Otis el año pasado, en el patio que alguna vez tuvo un techo, se terminan de instalar las casillas bajo unos toldos y se realizan las últimos revisiones ante la presencia de los representantes políticos de la coalición PAN-PRI-PRD y Morena, que son los más movidos, y alrededor de las 8 de la mañana con 20 minutos se abren las casillas de manera parcial –aún falta una casilla por instalar–, siendo el ciudadano Olvera de la Cruz Ricardo el primero en pasar, pero no en votar ya que su módulo se termina de instalar hasta el cuarto para las 9.

Ello, ante la indiferencia del resto de los compañeros de la Sección.

El proceso, simple: ser identificado en las listas nominales, recibir las boletas, pasar a la mampara y votar por el candidato elegido –procurando que el sudor no haga resbalar el crayón– para después depositar las boletas ya marcadas en las urnas correspondientes.

II

Dos linajes sólo hay en el mundo: como decía una abuela mía, que son el tener y el no tener, aunque ella al de tener se atenía. Cervantes.

La colonia Costa Azul surgió sobre predios pertenecientes al Ejido de Icacos a mediados de los años 40 del siglo anterior y su historia ejemplifica, según palabras del editorialista Guillermo Torres Madrid (El Sur edición del 4 de junio, 2004) “los graves problemas que, aún en nuestros días, presenta la inseguridad en la tenencia de la tierra y la irregularidad en los usos del suelo de toda nuestra ciudad”.

A decir del libro Crecimiento, torbellino del tiempo (Ed. Imprenta Cuauhtémoc. 1999) del ya extinto cronista local Alejandro Martínez Carvajal, es hasta la década de los años 70 que se completa su urbanización de la mano de una clase social pujante y con suficientes recursos económicos desarrollándose además las secciones Playa y Lomas de Costa Azul.

Casi 50 años después, sólo hay polvos de aquellos lodos. Apariencias. Con escombros y basura, con tráfico, plagadas sus calles de sitios de taxis, ambulantes y pequeños comercios, bares y restaurantes principalmente, construidos en cascos de viejas casas –incluso antes del paso de Otis–, hay quienes la llaman ya la colonia Ampliación Progreso.

Hay, sí, todavía, varios de los mejores colegios del puerto.

A las 9 y media de la mañana en la Sección 287, donde el edificio de la Universidad Tecnológica de Acapulco, más de 100 personas formadas a la sombra –afortunadamente– aguardan su turno celular en mano, escasean los vehículos de lujo o el personal de servicio y un poco, el desfile de modas.

Hay, sí, autos de media y alta gama que son accesibles a la clase media mexicana a la que, según el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (Inegi), pertenecen individuos cuyos ingresos mensuales son superiores a los 22 mil 297 pesos.

En ese lugar votaría gente como el empresario acapulqueño y diputado federal por Puebla, Fernando Reina Iglesias, y más tarde la candidata Beatriz Mojica.

Mismo panorama en la Sección 288, cuya casilla se ubica en la glorieta ubicada frente a la avenida Costera, donde la escultura Ballena Shalom –bajo el rayo del sol– y donde personalidades como la chef internacional Susana Palazuelos emitió su voto.

Ahí, el señor Alfonso, vecino de la calle Fernando de Magallanes de Costa Azul y maestro de profesión, comenta que es necesario ejercer el derecho a votar porque hay necesidad de darle continuidad al gobierno federal actual.

Pero no todo fue para ellos, acota, “la idea de votar así, cruzado, por unos de uno y otros de otro es para castigar a quienes no trabajaron; hay muchos que no estamos conformes con los problemas locales”, dijo lamentando que la máxima del gobierno actual de “no mentir, no robar, no traicionar al pueblo” no se reflejó en los gobernantes actuales ni se refleja en los candidatos.

III

“Si una sociedad libre no puede ayudar a sus muchos pobres, tampoco podrá salvar a sus pocos ricos”.

John F. Kennedy.

“Plan C, a la verga el PRI, ya saben”, grita un señor desde el otro lado de la calle en la casilla de la Sección 142, en la colonia Emiliano Zapata.

Ahí, al final de la Calle 14, donde la terminal de autobuses de la Costera, donde actualmente están apostados agentes de la Guardia Nacional, decenas de personas se derriten bajo el rayo del sol del mediodía mientras se forman para ejercer su voto.

Las hay más listas. Con pedazos de cartón de unos 30 centímetros cuadrados improvisan pequeñas viseras.

Alguien más al ver a la prensa arenga en favor del gobierno actual; se trata de un pechuguero desde el otro lado de la calle.

Aquí no hay ni automóviles ni camionetas con chofer y aire acondicionado, ni desfile de modas; aquí no vienen a votar empresarios o políticos.

Hay escombros y basura, calles con tráfico, calles plagadas de sitios de taxis, camionetas alimentadoras, hay ambulantes y pequeños comercios de toda índole.

No obstante, el orden para formarse, la calma para esperar y la atención para recibir las indicaciones finales dan cuenta de que existe algo de solidaridad.

Mismo panorama en la Sección 182 donde la Agencia Recaudadora Número 6 del Ayuntamiento, en Ciudad Renacimiento, y cuyo techo fue destruido por Otis.

“Todo tranquilo, joven, se instalaron (la casilla) bien temprano y pues aquí votamos por…”, comenta una señora que vende aguas de sabor justo en frente de la sección, ahí en la Zapata, una de las colonias más necesitadas del puerto, acepta mientras señala la falta de servicios públicos y las abundantes aguas negras y la basura alrededor y cuyo olor penetra las ropas y se queda ahí por varias horas.

Ni qué decir sobre los estragos del huracán Otis el año anterior y que aún son evidentes en las casas y sus paredes.

Pero asegura, se pudo estar peor

Se trata, se sabe, de una de las colonias que sin el apoyo de los programas sociales, federales, estatales o municipales, estaría peor todavía.

De acuerdo con el Índice de Medición Multidimensional de la Pobreza 2022, que realiza el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) el porcentaje de la población mexicana en situación de pobreza repuntaría, sin los programas sociales hasta 39 por ciento, y no estaría en el 36.3 por ciento que actualmente se ubica.

Es decir, que estos programas (Pensión para el Bienestar de las Personas Adultas Mayores, Beca para el Bienestar Benito Juárez de Educación Básica, Jóvenes Construyendo el Futuro, Sembrando Vida, algunos de ellos) han evitado que 4 millones de personas sufra de este mal.

Así lo entiende la señora María, quien ya en la sección 148, donde el kiosco de la delegación de la misma colonia ejerció su voto.

“Para qué les voy a mentir, las cosas no andan bien, pero pudieron estar peor; ejercer el voto es ejercer mi derecho, un deber y pues acá estoy”, comenta gustosa quien se dijo empleada de un pequeño comercio en el centro y que habla con prisa para irse a trabajar.

Es ahí y a esa hora donde muchos adultos mayores se acercan a verificar si ese es el lugar donde les corresponde. En muchos casos no, por lo que agobiados por el calor, que esa hora supera tranquilamente los 30 grados, emprenden la retirada con ayuda de familiares y amigos, algunos.

“A buscarle, joven”, comenta con buena cara uno de ellos, un sexagenario u octagenario que de ropas sencillas y un roído sombrero de palma a luchas camina rumbo a la salida, mientras a la distancia se escucha a una joven veinteañera gritar: “¡Ya voté, ya voté, ahora sí ya puedo ir por mi café al Starbucks!”.

Texto: Óscar Ricardo Muñoz Cano / Foto: Jesús Trigo