10 diciembre,2018 11:43 am

Entregan Premio Nobel de la Paz a Murad y Mukwege

La yazidí Nadia Murad, exesclava de los yihadistas convertida en activista, y el médico congoleño Denis Mukwege recibieron este lunes el Premio Nobel de la Paz.

La yazidí Nadia Murad y el médico congoleño recibieron hoy el Premio Nobel de la Paz en una emotiva ceremonia en el ayuntamiento de Oslo, donde el presidente del Comité del Nobel noruego, Berit Reiss-Andersen, dijo: “Honramos hoy a dos de las voces más fuertes del mundo”.
El ginecólogo Mukwege, de 63 años, dirige un hospital en el que se ayuda a mujeres que han sido víctimas de la violencia sexual. La defensora de los derechos humanos iraquí Murad, de 25 años, fue capturada y sometida a abusos brutales y lucha contra la esclavización de los yazidíes por parte de la milicia terrorista Estado Islámico.
“Denis Mukwege y Nadia Murad han realizado una importante contribución a la lucha contra ese tipo de crimen de guerra al dirigir la atención hacia el sufrimiento de las mujeres en Irak, o en la República Democrática de Congo y allí donde la violencia sexual se emplee como arma”, dijo Reiss-Andersen y añadió que ambos son justos merecedores del Premio Nobel de la Paz.
“Hoy es un día especial para mí”, dijo Nadia Murad en su discurso de agradecimiento. “Es un día en el que el bien vence al mal, el día en el que la humanidad venció al terrorismo, el día en el que los niños y las mujeres que sufrieron la persecución, triunfan sobre los que cometieron ese delito”, dijo. Pero el Nobel no es una indemnización para el pueblo yazidí, que fue masacrado tan sólo por su creencia religiosa, agregó Murad.
“El único premio que puede dar a nuestra gente y nuestros amigos una vida normal es la justicia y la protección para el resto de esta comunidad”, señaló la joven. Hasta la fecha, añadió, los autores no han comparecido ante la justicia. “Si queremos que esos casos de violación y secuestro de mujeres no se repitan, tenemos que llevar a los tribunales a aquellos que emplearon la violencia sexual como arma”.
Muchos de los invitados no pudieron evitar las lágrimas ante las conmovedoras palabras de la joven iraquí. Pero Murad aseguró que no quería compasión alguna, quería hechos.
Por su parte, Denis Mukwege explicó de forma impresionante los terribles abusos a los que son sometidos las mujeres e incluso niños pequeños en su país. “El Premio Nobel que hoy conceden tan sólo tiene valor si se puede cambiar de forma concreta la vida de las víctimas de la violencia sexual en todo el mundo y se restablece la paz en nuestros países”, señaló.
Desde hace más de dos décadas el pueblo congoleño está siendo humillado, maltratado y asesinado a la vista de la comunidad internacional, señaló Mukwege. “Nó sólo los autores de los crímenes tienen que pagar por sus delitos sino también aquellos que deciden mirar hacia otro lado”.
Las causas de la guerra, la violencia extrema y la pobreza en Congo es una disputa por las materias primas. El oro, el coltán y el cobalto son materiales que se emplean en la fabricación de teléfonos móviles y coches eléctricos y a menudo los extraen niños en condiciones inhumanas, víctimas de intimidación y violencia sexual.
“Como consumidores déjennos al menos insistir en que esos productos se fabricaron menospreciando la dignidad humana”, apeló Mukwege. Los asistentes a la ceremonia reaccionaron al discurso con un fuerte y largo aplauso.
En la tarde de hoy se entregarán en Estocolmo los premios Nobel de Medicina, Química, Física y Economía.
Conoce a Nadia Murad, la voz de las mujeres yazidíes 

Su apariencia frágil y delicada engaña: la joven iraquí Nadia Murad se muestra dura e inflexible en su lucha contra la esclavitud a la que la milicia terrorista Estado Islámico (EI) somete a la minoría yazidí, de la que forma parte.
La joven de 25 años, que sobrevivió a un cautiverio de tres meses por parte del EI, aboga por la toma de conciencia de las víctimas de la milicia terrorista como embajadora de buena voluntad de la ONU para la Dignidad de los Supervivientes de la Trata de Personas desde 2016.
Con ella trabaja la abogada Amal Clooney, mujer de George Clooney.
Difícilmente esta mujer de mirada triste y largo pelo oscuro habría podido imaginar hace años que un día sería activista de derechos humanos en el mundo.
El deseo de la joven que vivía en el pueblo de Kocho, en el norte de Irak, era terminar la escuela y trabajar como esteticista.
Pero los milicianos del EI asaltaron su pueblo, situado en las montañas de Sinyar, en agosto de 2014, el marco de la ofensiva que acabó con la caída de Mosul y sus alrededores.
La madre de Murad y seis hermanos murieron en el asalto. En total, los terroristas mataron a más de 40 miembros de su familia.
Nadia fue vendida a un hombre en un mercado de esclavos en Mosul y éste la vendió después a otro. De este último consiguió huir cuando iba a comprar un burka.
Una familia la ayudó a llegar al territorio bajo control kurdo, donde fue alojada en un campamento de refugiados cerca de Dohuk.
Hoy vive en el estado de Baden-Württemberg en Alemania, donde han encontrado protección unas mil yazidíes del norte de Irak.

Conoce a Denis Mukwege, ginecólogo y activista contra la violencia sexual 

Por Thomas Burmeister y Gioia Forster / DPA

Es difícil imaginar las heridas físicas y psicológicas que sufren las mujeres víctimas de violaciones grupales; el ginecólogo Denis Mukwege ha dedicado su vida a tratarlas en su país, la República Democrática del Congo, donde se ha convertido además en un activista contra la violencia sexual, una labor por la que hoy recogió en Oslo el Premio Nobel de la Paz.
Mukwege, de 63 años, fundó en 1999 el hospital Panzi en Bukavu, la capital de la provincia de Kivu del Sur en el este del país, una de las regiones con más violencia, subdesarrollo y pobreza del mundo, donde reina la impunidad. Durante y después de una guerra que azotó la nación africana entre finales de los 90 y comienzos del 2000, no dejaban de llegar víctimas de violencia sexual a su clínica.
“Era una pesadilla”, recuerda. Más de 50 mil mujeres fueron tratadas por el médico y su equipo, algunas de forma reiterada. En esa tarea fue testigo de lesiones que sus colegas en otras partes del mundo no suelen ver: heridas infligidas en los órganos sexuales con armas de fuego, bayonetas o incluso botellas rotas. Mukwege es uno de los pocos médicos expertos en cirugía reconstructiva de órganos internos dañados durante violaciones grupales.
El doctor contó a la agencia de noticias dpa algunas de sus experiencias más traumáticas. “Hace dos años me trajeron un bebé de 18 meses que había sido violado”, contó en una entrevista el año pasado. “Me preguntaba a mí mismo si estaba soñando o si era realidad. Pensaba que no podía seguir. Cuando volví (a casa) no podía comer, no podía dormir”.
Mukwege nació en 1955. Hijo de un pastor religioso en los últimos años de la colonización belga, creció en tiempos turbulentos. Estudió Medicina en Burundi y después se especializó en ginecología en Francia. Luego empezó a enfocar su trabajo no sólo en la sanación física sino también síquica de las víctimas y su reintegración social.
Como activista de derechos humanos también aboga cada vez más en la escena política por el fin de las violaciones como arma de guerra.
Algo que casi le cuesta la vida. En 2012, pocas semanas después de demandar en una conferencia de la ONU el fin de la impunidad para las violaciones grupales y un mayor compromiso internacional para el fin de conflicto armado en su país, hombres armados asaltaron su casa en Bukavu. Tomaron a sus hijas como rehenes y lo esperaron.
El ginecólogo logró sobrevivir sin heridas al ataque, pero uno de sus empleados murió. “Fue el momento más difícil de mi vida”. Poco después partió al exilio en Europa, pero regresó a comienzos de 2013 tras escuchar que la clínica en Bukavu no funcionaba bien en su ausencia, conmovido también por la actividad de grupos de mujeres que se habían unido contra las autoridades y prometido ocuparse de su seguridad.
Pero su vida y la de su equipo siguen corriendo peligro. El año pasado un colega fue asesinado. “Pero esta vez reaccioné de otra forma”. “Sentí rebeldía. Tenemos que terminar esta guerra”, dijo.
En la región oriental de Congo siguen operando grupos armados y las mujeres son con frecuencia utilizadas como armas de guerra entre el Estado y los rebeldes.
Por su trabajo Mukwege ha recibido otros premios internacionales antes, como el Sajarov a la libertad de conciencia del Parlamento Europeo en 2014, el Right Livelihood Award – conocido como el “Nobel Alternativo”- en 2013 y el premio Olof Palme en 2008. Desde hacía años sonaba como candidato al Nobel de la Paz.

Texto y foto: DPA