20 junio,2018 6:21 pm

Ernesto Cardenal exige a Ortega frene la represión; en Nicaragua otra jornada violenta

Texto: EFE y DPA / Fotos: EFE
Managua, Nicaragua, 20 de junio de 2018. El sacerdote y poeta multipremiado Ernesto Cardenal exigió hoy al presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, que cese la represión hacia los compatriotas que protestan contra su Administración y que se ha cobrado al menos 200 vidas.
“Exijo que pare inmediatamente esta represión que está sufriendo nuestro pueblo. Desde hace ya varios meses hemos tenido masacres en todo el país, y secuestros, prisioneros, torturas”, dijo Cardenal, de 93 años de edad, ganador del Premio Reina Sofía 2012.

Ernesto Cardenal, el intelectual más representativo de Nicaragua.

El mensaje del exministro de Cultura en la década de 1980, luego de la revolución sandinista, sirvió para que el sacerdote trapense se dejara ver tras casi un año y medio, al menos en video, y reiterara sus críticas al presidente y su esposa, la vicepresidenta Rosario Murillo.
“Tanto Rosario Murillo como Daniel Ortega [en] Nicaragua, pareciera como que ellos son dueños”, afirmó Cardenal, autor de Epigramas y Oración por Marilyn Monroe.
Cardenal conoce bien a la pareja presidencial porque participó en la lucha contra la dictadura de los Somoza y fue militante hasta 1995 del oficialista Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), del que está distanciado.
La última crítica del poeta llegó luego del ataque de fuerzas “combinadas” del Gobierno a la ciudad de Masaya, que está 29 kilómetros al noreste de Managua, que dejó al menos tres muertos y 30 heridos.
“Que cese inmediatamente esta represión, es lo que exigimos ahora”, insistió.
Siendo ministro de Cultura, el sacerdote recibió la amonestación pública del papa Juan Pablo II al visitar Nicaragua (marzo de 1983), por mezclar la religión con la revolución sandinista.
Cardenal es uno de los autores más prestigiosos de Nicaragua, con obras traducidas a 20 idiomas y reconocimientos como la orden Legión de Honor en Grado de Oficial por el Gobierno de Francia.
Nicaragua cumplió ayer dos meses desde que comenzó la crisis sociopolítica más sangrienta desde 1980, con Ortega también como presidente.
Las protestas contra Ortega y su esposa, la vicepresidenta Rosario Murillo, comenzaron por unas fallidas reformas a la seguridad social y se convirtieron en un reclamo que pide la renuncia del líder, después de 11 años en el poder, con acusaciones de abuso y corrupción en su contra.
Nicaragua vive una violenta jornada, mientras EU y la UE buscan la pacificación
Nicaragua vivió hoy una nueva jornada violenta, principalmente en la simbólica ciudad de Masaya, donde una operación policial dejó al menos tres muertos y 30 heridos, mientras Estados Unidos y la Unión Europea (UE) intercedieron en la crisis con el fin de contribuir a la pacificación en este país.
La Asociación Nicaragüense Pro Derechos Humanos (ANPDH) denunció que un ataque perpetrado en la ciudad de Masaya por fuerzas “combinadas” compuestas por policías, antimotines, parapolicías, paramilitares y fuerzas de choque oficialistas causó al menos tres muertos y 30 heridos.
“Fue un ataque desmedido de fuerzas armadas contra gente desarmada”, dijo el secretario ejecutivo de la ANPDH, Álvaro Leiva, a periodistas.
El ataque ocurrió un día después de que habitantes de esa ciudad declararan Masaya “territorio libre del dictador”, en referencia al presidente de Nicaragua, Daniel Ortega.
La Policía Nacional, que no confirmó las muertes, dijo después de esa operación que “utilizará los medios necesarios” para mantener el orden en Nicaragua.
En tanto, el Gobierno expresó su compromiso con frenar “esa ola terrorista” en Nicaragua en medio de la crisis sociopolítica que vive este país y que ha dejado 200 muertos, dijo la vicepresidenta Rosario Murillo.
“Nuestro Gobierno, nuestro comandante Daniel, está comprometido con frenar esa ola terrorista”, sostuvo la también primera dama a través de medios oficiales.
Masaya, ubicada 28 kilómetros al sureste de Managua y una de las ciudades más golpeadas durante las protestas, sufrió este martes uno de los ataques más cruentos ejecutados por el Gobierno, con sus fuerzas del orden, que le permitió desmontar barricadas, renovar sus fuerzas policiales y abastecerse de alimentos.
Las autoridades califican las protestas contra el Gobierno de Ortega como “actos terroristas” y acusan al “crimen organizado” que opera en Nicaragua “con armas de fuego, artesanales, morteros y bombas molotov” de alterar el orden público, la paz y tranquilidad de los nicaragüenses.
Ante esa situación, el embajador de Estados Unidos ante la Organización de Estados Americanos (OEA), Carlos Trujillo, afirmó hoy en Managua que Washington busca la pacificación de Nicaragua.
“Queremos pacificar el país y que haya paz en Nicaragua”, señaló el diplomático tras reunirse con representantes de la Alianza por la Justicia y la Democracia, que aglutina a los universitarios, empresarios, sociedad civil y campesinos y mantiene un diálogo con el Gobierno nicaragüense.

Trujillo, quien confirmó que se reunirá con Ortega, llegó este martes a Managua para hablar con diferentes grupos previo a la sesión extraordinaria de esta semana del Consejo Permanente de la OEA sobre Nicaragua, donde la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) presentará un informe sobre su visita en mayo, hallazgos y recomendaciones sobre la crisis actual.
La embajada de EU afirmó que continúa “apoyando el progreso del diálogo liderado por la Conferencia Episcopal” e instó “al Gobierno de Nicaragua a que emita invitaciones formales tanto a la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos como a la Unión Europea (UE), tal como se acordó en el diálogo”.
En la reanudación del diálogo el pasado viernes, tras una suspensión desde el 23 de mayo, el Ejecutivo aceptó invitar de manera “inmediata” a la CIDH, la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, la UE y la Secretaría General de la OEA.
Asimismo, la UE anunció su interés en contribuir a una solución negociada al conflicto.
Nicaragua cumplió el lunes dos meses desde que se inició la crisis sociopolítica más sangrienta desde los años de 1980, con Ortega también como presidente, y que ha acabado con la vida de 200 personas desde el pasado 18 de abril.
Las protestas contra Ortega y su esposa, la vicepresidenta Rosario Murillo, comenzaron por unas fallidas reformas a la seguridad social y se convirtieron en un reclamo que pide la renuncia del mandatario, después de once años en el poder, con acusaciones de abuso y corrupción en su contra.
“Si nos quitamos de aquí nos matan”, frases al pie de barricadas en Nicaragua
“Si nos quitamos de aquí, nos matan” o “estos no se van a ir por las buenas”, son frases de manifestantes “autoconvocados” que se escuchan al pie de cientos de barricadas levantadas en Nicaragua, en medio de la crisis sociopolítica que ha cobrado unas 200 vidas.
Quienes las mencionan son hombres, mujeres o niños, en su mayoría identificados con apodos y sus cabezas envueltas en camisas, pañuelos o cualquier trapo, para no ser reconocidos, sin importar la apariencia.
Precisamente la indumentaria da pie a un universo, aparte de frases basadas en los apodos. “Ahí viene la Mosca”, le dicen al de gafas, “Cabeza de calcetín, vení”, ordenan al de pasamontañas, “el Zurdo está vigilando”, señalan a otro.

El “Zurdo” debe su apodo por sus habilidades motoras, ya que de otra manera pasa desapercibido. El “Gordo” es fácil de detectar, es una masa de músculos que insiste: “si nos quitamos de aquí, nos matan”.
El “Gordo” no tiene miedo, pero no es tonto. “La Policía y los orteguistas tienen armas, nosotros sólo morteros y barricadas, si nos quitamos, quitan las barricadas, se meten al barrio y nos matan, ésa es la orden de Daniel y la Chayo”, dice el musculoso personaje, que de cerca es más alto de lo que parece.
Daniel y la “Chayo” son el presidente Ortega y su esposa, la vicepresidenta Rosario Murillo, a quienes los autoconvocados responsabilizan por las muertes, incluyendo a 16 niños, 10 policías y un periodista, más de mil 300 heridos y una cantidad incierta de desaparecidos en casi dos meses.
“Ahí está la guardia”, se escucha en una trinchera asediada por policías y parapolicías. En realidad “la guardia” no existe, los manifestantes se refieren así a la Policía en recuerdo de la “Guardia Nacional” de la dictadura somocista, derrocada hace 39 años por los padres de quienes hoy ocupan las barricadas.
De pronto, disparos. “Ahí están los hijueputas, si me dan, ya saben, le avisan a mi mamá y mandan a la verga a esa pareja de hijuelacienputas”, dice el “Tranquilo”, con palabras que contrastan con sus maneras sobrias, como si la Policía lanzara flores en vez de balas.
Contrario a lo que pareciera, la sobriedad predomina en estas barricadas, donde sus ocupantes han visto de todo, desde cabezas destapadas por la bala de un francotirador, hasta el nacimiento de una bebé, llamada Victoria Abril en honor a la insurrección contra Ortega.
El “buenos días”, “pase adelante”, “den lugar”, “con cuidado”, “¿quiere agua?”, “¿le ayudo?”, son frases comunes en algunos tranques y barricadas, levantados por la población. “Gracias a Dios por la comida”, dice de pronto el que menos se espera, a juzgar por su apodo, el “Bestia”.
No todas las frases se dicen en palabras, también hay señas, como mostrar por dónde caminar, ofrecer un cigarro, o el ligero cabeceo de bienvenida inadvertida del Zurdo, aquel personaje que había quedado atrás.
Pero los manifestantes –en su mayoría– siguen siendo hombres, y a veces, cuando una joven pasa forzosamente por una barricada, se escucha un “Adiós amor”. Es el “Aracelly”, apodado así por la chavala que le partió el corazón. Inmediatamente se escucha una voz de mando: “¡Shhhht! Aquí no se tiran piropos”, y saltan las burlas o bullying, como dicen hoy los adolescentes.
Todo esto se escucha al pie de una barricada en Nicaragua, bajo el intenso sol o la furia de la lluvia, que puede ser de agua o de balas, sin que falle jamás el mayor insulto que un nicaragüense puede lanzar al que cree dictador: “¡Que se rinda tu madre!”.

Activistas de derechos humanos en Nicaragua esperan que Consejo de OEA condene a Ortega 
La presidente del Comité Nicaragüense de Derechos Humanos (Cenidh, independiente), Vilma  Núñez, instó hoy a los países americanos a expresar una “enérgica condena” al gobierno de Daniel Ortega en la sesión del Consejo Permanente de la OEA prevista para el viernes en Washington.

En entrevista con el canal 15 (privado), Núñez dijo que en Nicaragua hay expectativa por la sesión en la Organización de Estados Americanos (OEA), donde la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) presentará el informe final de su visita al país.
“Hago un llamado a todos los Estados democráticos de América latina a cerrar filas junto a Estados Unidos y Canadá. El Estado de Nicaragua viola los derechos humanos y debe irse”, afirmó la activista.
“No queremos discursos con lenguaje diplomático, no queremos que digan ‘lamentamos’ (la violencia); queremos que se condene enérgicamente a este Gobierno”, añadió.
La sesión extraordinaria del Consejo Permanente está prevista para el próximo viernes en Washington. La CIDH, que visitó Nicaragua del 17 al 21 de mayo pasado, recibió gran cantidad de denuncias sobre muertes y detenciones de civiles en el marco de las protestas que se iniciaron el pasado 18 de abril.
Núñez dijo que el Cenidh contabiliza hasta hoy 191 muertos desde que comenzó la crisis política. El más reciente murió hoy en Estelí (norte) por un impacto de bala, agregó.
Otros organismos de derechos humanos registran al menos 215 muertos en poco más de dos meses, mientras la Comisión de la Verdad conformada por el Parlamento, de mayoría oficialista, reporta 173 decesos.
La presidenta del Cenidh valoró que el Gobierno finalmente haya invitado al país a la CIDH, al Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, y a una misión de la Unión Europea (UE) que investigarán denuncias sobre crímenes.
“Nicaragua está bajo el ojo del mundo y estas instancias internacionales tienen un gran valor y peso moral. Esto  fortalece el espíritu de resistencia y legitima la lucha del  pueblo”, añadió.

 
Las mujeres de Nicaragua repelen los ataques armadas con cacerolas
 
Amanece en Nicaragua y unos hombres encapuchados que portan fusiles AK-47 y escopetas, junto con policías bien apertrechados, huyen de mujeres con cacerolas en mano, en un país cuyos habitantes luchan sin armas en una confrontación con las fuerzas del Gobierno que ha dejado unos 200 muertos en dos meses.
“¡Que los hombres se vayan, aquí nos encargamos nosotras!”, grita una de esas mujeres, de unos 30 años, con un cucharón en una mano y la tapa de una cacerola en la otra, tras expulsar a los armados de una intersección importante entre las ciudades de Managua y Masaya.
Minutos antes decenas de mujeres habían salido a la calle entre las balas, para enfrentar con sus cacerolas a los policías y civiles armados, llamados parapolicías por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).
Sin entrenamiento bélico ni armas de fuego, los hombres quedaron indefensos en sus barricadas ante el ataque sorpresa la madrugada de este martes, entonces las mujeres salieron para evitar que ellos fueran capturados.
“Les dijimos que se fueran, porque si los agarran aquí los llevan al ‘Chipote’ y los torturan, si no los matan”, dijo una joven madre que repartía café entre los manifestantes autoconvocados.
El “Chipote” es la sede de la Dirección de Auxilio Judicial de la Policía Nacional. Según los defensores de derechos humanos, ahí se encuentran las cárceles de torturas del Gobierno, lo que nunca se ha comprobado, pero de donde los reos a veces salen lesionados.
Las mujeres no están dispuestas a ir a buscar al “Chipote” a sus familiares varones. La última vez que lo hicieron, la víctima apareció muerta. Prefieren defenderlos antes de que desaparezcan.
Éstas son las mismas mujeres que lloraron a dos jóvenes vecinos, asesinados por supuestos francotiradores del Gobierno, en diferentes actos de represión.
Como medida de seguridad, un grupo de ellas vigila el lugar y otras salen en diferentes direcciones. Unas revisan rincones junto a las calles, otras echan un vistazo a los árboles, otro grupo se pone de acuerdo en cuál va a ser la estrategia para proteger a los más jóvenes.
Minutos más tarde, la de mayor edad, se acerca a un grupo e informa: “Ya tenemos ubicadas todas las salidas para que huyan los chavalos y se vayan los hombres, sabemos dónde están ellos (parapolicías), mejor hablemos bajito”.
La mujer, una abuela, insiste: “tenemos que cuidar a los chavalos, porque es a ellos a los que andan buscando, quieren matar a todos los jóvenes, a éste también”, y señala a un adolescente que tiene apariencia de niño.
“Eso es que necesitan la sangre de los chavalos para que se rejuvenezca la Chayo”, dice una jovencita, antes de que estallen las carcajadas cómplices, pues se refiere a la vicepresidenta Rosario Murillo, a quien maldicen desde la “matanza estudiantil” del 19 de abril pasado, cuando jóvenes murieron en ataques atribuidos a la Policía.
En este lugar suburbano nunca se había visto a tantas mujeres reunidas sin que los hombres dijeran una palabra, menos en ese silencio trágico, con escombros dispersos sobre la carretera y sonidos amplificados que acompañan los ambientes de guerra.
La escena ya se ha repetido en ciudades como Jinotega y León, durante los más de 60 días que lleva Nicaragua sumida en la crisis sociopolítica más sangrienta desde los años de 1980, con Ortega también como presidente.
“¡Vámonos donde esos cobardes, y que los hombres busquen que no los atrapen!”, interrumpe otra mujer con su cacerola y su cuchara. La orden está dada, no hay más que obedecer cuando la da una mujer de Nicaragua.