3 julio,2021 10:45 am

Estrena Netflix la miniserie “Somos”, que muestra la visión de las víctimas en la masacre de Allende

Destacan los creadores que, a diferencia de otras producciones, en el programa no se glamuriza el narcotráfico y se muestran las atrocidades perpetradas por el cártel de Los Zetas

Acapulco, Guerrero, Este 30 de junio Netflix estrenó su miniserie Somos, basada en el reportaje de la periodista estadunidense Ginger Thompson sobre la masacre de Allende, Coahuila.

“Es la primera serie que aborda la violencia del narcotráfico desde la perspectiva de las víctimas”, destacan sus creadores.

En Allende, a 60 kilómetros de la frontera de México con Estados Unidos, del 18 al 20 de marzo de 2011, al menos 60 sicarios del cartel Los Zetas asesinaron o desaparecieron a 42 personas, pero pudieron haber sido 300.

Lo ocurrido en este municipio se supo hasta 2014 y fue motivo de una investigación liderada por el reconocido académico Sergio Aguayo y realizada tras un acuerdo con la oficina gubernamental Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas (CEAV). El trabajo fue publicado en 2016 por El Colegio de México.

El estudio buscó determinar el trato y las reparaciones del Estado a las víctimas de la masacre de 72 migrantes en San Fernando, Tamaulipas, en agosto de 2010, y de la desaparición de un número indeterminado de personas en Allende, en marzo de 2011.

Ambas a cargo de Los Zetas, la de Allende es una historia mucho menos conocida.

Historia de una matanza olvidada

La masacre fue tan brutal que ni siquiera hay claridad sobre el número de víctimas.

Una versión muy extendida, apunta el estudio En el desamparo, es que en Allende desaparecieron 300 personas y “es posible que así sea”, pero el expediente de la Fiscalía estatal sólo tiene información sobre 42 desaparecidos entre enero de 2011 y agosto de 2012.

La investigación se centra en la desaparición de 26 personas entre las 7 de la noche del viernes 18 de marzo y las 8 de la noche del domingo 20.

La ciudad de Piedras Negras, en la frontera con Texas, se había convertido en un enclave esencial para el narcotráfico y desde allí Los Zetas controlaban lo que ocurría en Allende, 60 kilómetros al sur.

Los hermanos Miguel Ángel Treviño Morales (el Z-40) y Omar Treviño Morales (el Z-42), ex líderes de Los Zetas ahora detenidos, pensaban que había tres traidores en su organización que estaban colaborando con las autoridades en Estados Unidos y se habían llevado hasta 10 millones de dólares en ganancias por la venta de drogas.

El principal era Alfonso Poncho Cuéllar, quien tenía como empleados a Héctor El Negro Moreno y Luis La Güiche Garza.

Este último era residente de Allende, y “para castigar su deslealtad”, explican los investigadores, “Los Zetas ocuparon el poblado” ese fin de semana del horror.

El resultado: desaparecieron a 26 personas, 20 familiares y allegados de Garza, tres amigos de Cuéllar y dos trabajadores de Héctor, y destruyeron 32 casas y dos ranchos, Los Garza y Los Tres Hermanos.

El ataque de Los Zetas evidencia la colusión con las autoridades locales, pues 20 agentes de la policía municipal fueron instruidos para “no salir a patrullar, ni responder a los llamados de auxilio que se presentaran” y “levantar a cualquiera de apellido Garza” para entregarlo al grupo criminal.

El día que empezó todo entraron a balazos y agarrando a quien se encontraba en el lugar, incluyendo cuatro mujeres de edad avanzada y dos niños. Y el domingo llegaron a la casa de un Garza, donde capturaron a un hombre, su esposa y un hijo menor de edad.

Los Zetas los metieron a una patrulla policial para trasladarlos a uno de los ranchos donde fueron trasladando a más personas durante el fin de semana. El domingo por la noche llegó el final. Los sacaron de allí para ejecutarlos.

Pero antes habían saqueado y vandalizado sus viviendas e incitado a los vecinos a robar todo lo que había en las casas antes de incendiarlas.

Después se deshicieron de los cadáveres con métodos diferentes. En el rancho Los Garza echaron gasolina en la vivienda y en la bodega, donde amontonaron los cuerpos, y “luego prendieron el fuego que se prolongó toda la noche hasta que se ‘cocinaron’ los cuerpos”.

En el rancho Los Tres Hermanos rociaron los cuerpos con gasolina y los metieron de a uno en toneles de metal para prenderles fuego: “Después de cinco o seis horas se cocinaron los cuerpos (…) quedaba pura mantequilla (echaron los restos en una acequia y en un pozo para que no se viera nada)”, explica el estudio basado en el expediente.

Una “anti narcoserie”

A una década de la masacre, los productores de Somos presentan una miniserie basada en el reportaje Cómo Estados Unidos desencadenó una masacre en México, de la periodista estadunidense Ginger Thompson.

Sus escritores, James Schamus y Monika Revilla, aseguran que buscaron centrar la historia en las víctimas, contrario a los “géneros usuales” en los que se llega a glorificar a los narcotraficantes.

Por ello Revilla la describe como una “antinarcoserie”.

“A diferencia de otras que tratan la violencia de los cárteles, Somos no glamuriza al narco, en vez, le da la voz a las víctimas. Le pone rostro a los que vivimos en un estado de violencia, recuperando así la perspectiva humana”, dice Revilla en una presentación de la serie.

Somos habla de lo que durante mucho tiempo no se pudo decir. “Cuenta la historia de una masacre de la que, en su momento, nadie se enteró. A diez años de los eventos, Somos es un recordatorio. Nunca hubo un diálogo nacional sobre Allende. Quizá esta sea la excusa para platicar sobre lo que sucedió”.

Texto: Redacción