14 marzo,2018 5:25 pm

Expulsados de sus hogares por la mara: “Casas locas” en Honduras

Texto y fotos: DPA
Tegucigalpa, Honduras, 14 de marzo de 2018. A Luna la vida le cambió en un abrir y cerrar de ojos. Después de vivir tranquila de las ganancias que le dejaba su negocio de venta de ropa en un pueblo cercano a Tegucigalpa, la capital hondureña, hoy pasa sus días errante, escondiéndose y bajo la zozobra de si hoy o mañana será su último día.
En menos de una semana, las maras, como se llama en Honduras a las pandillas que mantienen atemorizadas a la población, mataron a uno de sus hijos y a su madre, al tiempo que amenazaron a esta mujer de 48 años para que en cuestión de horas abandonara su casa o de lo contrario la mataban a ella y al resto de su familia: sus tres hijos.
“Yo vivía en mi pueblo tranquila con mis hijos y mi mamá, tenía un mercadito y de eso pasábamos (subsistían), pero los mareros me lo quitaron todo. Ahora ando huyendo y estoy esperando poder salir del país”, comentó entre lágrimas a DPA Luna, que por miedo prefiere no identificarse con su verdadero nombre.
La desgracia le vino tras negarse a pagar a las maras el “impuesto de guerra”, un tipo de extorsión que semanal o mensualmente los dueños de negocios tienen que cancelar a esas organizaciones criminales.
Las pandillas o maras, cuyos integrantes se caracterizan por tener sus cuerpos tatuados, aunque en la actualidad esa modalidad cambió para evitar ser detectados por la policía, mantienen el control de territorios mediante extorsiones, pero también se dedican a la venta de drogas. Para ambas actividades utilizan y reclutan niños y jóvenes, según las autoridades.
En Honduras la pandilla Barrio 18 y la Mara Salvatrucha (MS-13) son las que más miedo siembran en la población. Se se han convertido en el principal factor para el desplazamiento forzado interno de personas que huyen de la violencia.
Algunos de estos grupos le quitan casas a las familias para convertirlas en centros de tortura y asesinatos de personas, denominados “casas locas”, y como consecuencia las familias huyen de sus hogares, relatan fuentes de las fuerzas de seguridad del país.
Los desplazamientos internos aumentaron en los últimos años debido a estas pandillas que se confabularon con carteles del narcotráfico para controlar barrios e incluso pueblos enteros en Honduras, agregan.
Para el Consejo Noruego para los Refugiados (NRC) (http://www.nrc.org.co/honduras/), una organización humanitaria que opera en Honduras, el problema de desplazados en el país es una verdadera crisis humanitaria, porque son cientos de familias que actualmente viven la misma situación de Luna.
La organización brinda ayuda humanitaria a personas que se vieron obligadas a dejar sus hogares, con el apoyo a la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) (http://www.acnur.org/noticias/noticia/fortaleciendo-capacidades-de-proteccion-en-honduras/), que intentan ofrecer protección de quienes se ven obligados a huir de sus casas y asesorar a las personas que quieren solicitar asilo en el exterior.
La posibilidad de acceder al asilo no siempre es posible para quienes requieren de este apoyo; por eso muchos buscan ayuda y se desplazan de una región a otra en busca de lugares seguros donde los tentáculos de las redes pandilleras no las alcancen.
Otros, por su parte, no buscan ayuda o protección y con sus propios medios emprenden el peligroso viaje para llegar a Estados Unidos de forma irregular. Y en esa travesía que les lleva a cruzar México también se exponen a la presencia de pandillas radicadas allí y que diariamente secuestran a los inmigrantes en su ruta al norte.
La alta comisionada adjunta de las Naciones Unidas para los Refugiados, Kelly Clements, durante una reciente visita a Honduras llamó la atención sobre el problema de los desplazados internos.
“Durante mi viaje conocimos comunidades impactadas por la red de maras y pandillas y las personas viven muchas dificultades en cuanto a poder moverse libremente y buscar ayuda”, relató. “Hemos visto en Honduras que los niños se ven bastante afectados por el reclutamiento forzoso, lo que no les permite ir a la escuela y muchos maestros son amenazados en diferentes escuelas. Hay mucha preocupación por la crisis que vive Honduras”, explicó.
Bryan es uno de los miles de desplazadas internos que espera poder salir de Honduras. Vive escondido en un pequeño apartamento, del cual no sale por precaución. “Vivimos encerrados en estas cuatro paredes hace cinco meses, no perdemos la esperanza de salir de Honduras. Mi intención nunca fue salir de mi país, tenía un buen trabajo, mi negocio de transporte, vivía bien”, relata dpa, mientras su pequeño hijo juega junto a él, ajeno a todo lo que está atravesando.
“Es triste pasar encerrado, mi hijo me pregunta por qué no podemos ir al centro comercial a comernos un helado o al parque a montar en bicicleta”, relata, mientras baja la cabeza, se toma la frente y sus ojos se inundan de lágrimas.
El joven residía en su casa situada en barrio de Tegucigalpa. Según relató unos pandilleros le golpearon salvajemente y le dieron seis horas para abandonar su hogar junto a su esposa y sus hijos.
El Comisionado Nacional de los Derechos Humanos de Honduras, Roberto Herrera Cáceres, declaró a la dpa que los desplazamientos forzados se deben a la violencia generalizada y de persecución relacionadas con el crimen organizado, lo cual demanda medidas de protección inmediata.
De acuerdo a cifras en poder del Ombudsman, se estima que en 2016 unos 45.710 hondureños huyeron del país en busca de protección internacional, de los cuales 10.507 están en condición de refugiados en países como Estados Unidos, España, Canadá, México y Costa Rica.
Sin embargo, Acnur en su más reciente informe sobre Honduras establece que en 20 de los 298 municipios de Honduras que fueron seleccionados para una investigación se detectó que habitaban 174.000 personas desplazadas internas, una cifra considerada preocupante.
El portavoz de la Policía Nacional, Jair Meza, dijo dpa que se procura ofrecer protección con los recursos que cuentan a las personas a las que los organismos de Derechos Humanos les aplican medidas cautelares, pero no es suficiente.
El oficial dijo que se hacen esfuerzos por mantener presencia en barrios y aldeas invadidas por los grupos criminales para tratar de contrarrestar su accionar y que la gente se sienta segura, además se hacen operativos para capturar a los pandilleros y sus cabecillas.
Reporteros de dpa recorrieron algunos de los lugares del norte de Tegucigalpa donde varias familias tuvieron que huir de sus casas y, ante la presencia de extraños y de la Policía Nacional, las calles permanecían aparentemente tranquilas, pero los vecinos observaban con temor.
Se trata de zonas consideradas “calientes”, que, según las víctimas, están controladas por las pandillas. Allí la Policía Nacional no tiene influencia y quien no acata las órdenes de estas maras firma su sentencia de muerte.