4 abril,2020 8:11 am

Fallece a los 76 años el artista Luis Eduardo Aute, el querido genio de la canción de autor en español

El también escritor, pintor y director de cine murió de un infarto, informaron sus familiares. Por la crisis del coronavirus, no se sabe cómo ni cuándo será el sepelio del creador de las inolvidables Sin tu latido y Rosas en el mar

Madrid, España, 4 de abril de 2020. Un mundo multidisciplinario, el de la música, el cine, la pintura y la literatura, perdió el sábado a uno de sus hijos más ilustres: Luis Eduardo Aute, que murió en Madrid de un infarto.

Falleció con 76 años, en un hospital al cual había ingresado el viernes, según su familia, que no sabía si el fatal coronavirus lo habría contagiado. Llevaba retirado de la vida pública desde 2016, cuando sufrió un grave infarto que lo mantuvo en coma por 48 días.

Debido al crítico estado sanitario por el Covid-19, no trascendió cuándo ni cómo será su sepelio debido a las restricciones de las autoridades españolas para instalar capillas ardientes.

Nació en Manila en 1943, en plena Segunda Guerra Mundial. Filipinas era atacado por Japón. Ahí pasó la infancia. Su padre, emigrante español, llevó después a la familia a establecerse en Madrid. Muy joven, Aute se casó en 1968 con Marichu Rosado, con quien tendría tres hijos.

Entre sus canciones más populares están Sin tu latido, Siento que te estoy perdiendo, Al alba, Rosas en el mar, Me va la vida en ello, Pasaba por aquí y muchas otras.

Admiraba a Elvis Presley y Bob Dylan, también a Jacques Brel y Serge Gainsbourg. Tocaba la guitarra en varios grupos y a los 17 años debutó como cantautor en un programa de Televisión Española, Salto a la fama. Por entonces ya pintaba y hasta exponía; también hacía sus primeros filmes en una época convulsa, de guerra fría y rebeliones estudiantiles.

Era algo más que un músico para la España democrática, la misma que creció con sus canciones y se educó con su sensibilidad transgresora y su visión exigente de la realidad. Era la voz más emotiva de la España de la Transición, un fabulador fundamental que, en sí mismo, era una fábula: porque el pintor que nunca se imaginó como músico acabó siendo uno de los cantautores más reconocidos y reconocibles de la música popular española, todo un símbolo de las confesiones sentimentales.

A los 16 años ya era pintor y exponía sus primeras obras, pero fue en la música donde, por casualidad, despegaría con fuerza su carrera artística, aun cuando no le gustaban los escenarios. Fue su padre, su “adorado padre” al que el músico no dejó nunca de recordar en entrevistas y charlas, el que le regaló una guitarra cuando estaba en bachillerato. Aute, que se había nutrido de música y cine anglosajones en sus años en Filipinas, se aficionó aún más al rock and roll al escuchar Caravana musical de Ángel Álvarez en la radio. Tocó la guitarra acústica en grupos colegiales, en los que dio rienda suelta a su gusto por Elvis Presley.

A su regreso del servicio militar en Cataluña, sin abandonar la pintura e influido por un viaje a París donde conoció los nuevos sonidos franceses representados en Jacques Brel o Serge Gainsbourg, escribió sus primeras canciones. Una de ellas, Rosas en el mar, sería un éxito en la interpretación de Massiel.

Inquieto y exigente, Aute llegó al siglo XXI reconocido como un gran referente musical. La canción de autor española no podía ser lo mismo sin él y muchos se lo reconocieron en numerosos homenajes. En 2000, el disco tributo ¡Mira que eres canalla, Aute! contó con nombres como Joan Manuel Serrat, Joaquín Sabina, Pedro Guerra, Pablo Milanés, Javier Álvarez, Ana Belén, Ismael Serrano, Silvio Rodríguez, Rosendo o José Mercé.

Más recientemente, el álbum Giralunas sumó a músicos de otra generación rindiéndole honores como Xoel López, Rozalén, Depedro, Estopa, Leiva, Vanesa Martín, Andrés Suárez, Miguel Poveda o Soleá Morente.

Aute era patrimonio de la canción de autor y todos lo sabían. Una de sus últimas actuaciones fue en Madrid en junio de 2016, en un concierto solidario, al que acudió desinteresadamente como tantas veces hizo a lo largo de su medio siglo de carrera. En la sala La Rivera estaban Vetusta Morla, Los Enemigos, Depedro, Andrés Suárez o La Habitación Roja, entre otros. Llegó con su guitarra al hombro, la camisa por fuera, caminando despacio, con su particular seriedad venerable y una extraordinaria sencillez mundana. Entre bambalinas, se respiraba un respeto omnipotente a su figura. Todos los músicos fueron uno por uno a saludarle. Especialmente emotivo fue el momento en el que Miguel Ríos, enterado de su presencia, lo buscó y abrazó en el estrecho pasillo del backstage al grito de “cómo me alegro de verte, canalla”. Era como ver pasar la historia de la música popular española, con todas sus emociones luchadas y conquistadas, en el abrazo de esas dos viejas glorias.

Minutos después, Aute salió solo al escenario de una sala abarrotada de jóvenes. Quieto, iluminado simplemente por el foco, parecía haber brotado en la oscuridad como ese girasol de la fábula que solía contar. Habló con temple, miró a los rostros de las primeras filas como si fueran estrellas y contó de dónde venía su canción Al alba, que dedicó a todas las víctimas del drama de los refugiados en Europa. Hoy podríamos oírla en mitad de este goteo de ausencias por el coronavirus. Cuando sonaron los primeros acordes acústicos de una incisiva Al alba, el silencio cortaba la respiración.

Aunque ya se haya ido, en mitad de unos tiempos terriblemente difíciles, sus canciones fueron, son y serán fábulas con las que explicar nuestras vidas en este mundo de desajustes.

Veía la música como una faceta ocasional, los reflectores no lo deslumbraban. Lo cierto es que temas suyos como Al alba y Rosas en el mar, en voces de otras figuras, encajaron en la transición española a la democracia. Aute decidió entonces grabar sus canciones y lanzarse a los escenarios, donde difundió un repertorio de más de 400 piezas, odas al amor, a la vida, a la belleza y a la libertad.

“Las canciones, como los poemas, son una manera de hablar conmigo mismo”, declaró.

Ese sería, quizás, su terreno más fértil, pese al escepticismo inicial. Se visualizaba como pintor y músico fugaz, pero la musa nunca le soltó la mano. Como letrista fue un observador cotidiano, maestro de la sátira social y explorador del universo femenino y erotismo.

Atestiguó el ocaso del régimen franquista, mas rechazó hacer canción de protesta o caer en géneros y etiquetas. Su etapa más prolífica se dio en los 70 y 80. En su afán creativo, vivía sin computadora ni celular. No tenía límites y le gustaba practicar la indisciplina artística.

“No es poeta quien escribe poemas, sino quien utiliza cualquier medio de expresión y es capaz de ir un poco más allá del espejo, de construir una mirada distinta”.

Su pintura es principalmente figurativa, aunque llegó a rozar la abstracción, con una fuerte influencia del expresionismo alemán, el fauvismo y el surrealismo, y también cultivó la escultura. Expuso frecuentemente en galerías de Europa y América.

De aspecto bohemio, y de trato afable y comprometido socialmente, Aute deja un legado considerado patrimonio de la canción de autor española, algo al alcance de figuras como Joan Manuel Serrat o Joaquín Sabina. Sin embargo, las generaciones postreras no escapan a su influjo, desde Radio Futura hasta Leiva pasando por Rosendo, Alejandro Sanz, Ismael Serrano, Estopa y Vetusta Morla.

El 7 de diciembre de 2015, en el Auditorio Nacional, se presentó en México sin sospechar que sería su última visita. Era el tour Giraluna, para festejar medio siglo de inspiración artística, del cual nació el directo De la Luz y la Sombra. A la par, celebró su carrera con el poemario El sexto animal.

De obra inabarcable pero popularizado en Hispanoamérica a través de la canción de autor, dejó constancia en sus creaciones de sensibilidad transgresora y talento lírico-poético únicos.

Texto: Staff / Agencia Reforma / Redacción / Foto: Europa Press