30 octubre,2020 8:52 am

Fallece el pintor y escultor Arturo Rivera, maestro del realismo en México

El artista mezcló en su obra la muerte, la vida y el erotismo. Se le hará homenaje, adelanta el INBAL

Ciudad de México, 30 de octubre de 2020. El pintor y escultor mexicano Arturo Rivera falleció a los 75 años la madrugada de este jueves, por una hemorragia cerebral.

“Lamentamos el sensible deceso del reconocido artista Arturo Rivera, quien deja un trascendente legado en la plástica del país. Expuso en @mbellasartes y ganó el Primer Premio en la II Bienal de Beijing, China”, informó el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL) en Twitter.

Nacido en 1945 en la Ciudad de México, y egresado de la Academia de San Carlos, el artista fraguó una obra provocadora e inquietante, con una contínua exploración de la profundidad interior.

“Lo más difícil es encontrar tu lenguaje, porque encontrar tu lenguaje es ser original. Ser original no es ponerte a pensar qué no se ha hecho para hacerlo. Original es buscar en tu interior, es introspección meterte a tu origen. Si tu origen sale, ya no te pareces a nadie”, comentó el creador a Reforma en 2018, en el marco de Autofagia, muestra retrospectiva con la que celebró cuatro décadas de trayectoria pictórica.

“Creo que soy un pintor poeta”, había dicho un par de años antes, confesando ser de naturaleza depresiva, culpógeno, poco sociable y alguien con quien es difícil convivir. Aunque eso no le impidió casarse en seis ocasiones.

De 1976 a 1979 vivió en Nueva York, y después, hasta 1981, en Alemania. A su regreso al país, su quehacer artístico –que él mismo definía como puntura realista, no figurativa– no era considerado como opción estética por los artistas de la Ruptura.

Por otro lado, siempre fue bien conocida su radical crítica al arte contemporáneo.

“No acepto que alguien ponga una piedra en un piso y ésa sea su propuesta. Pero tampoco creo que le hagan daño a la pintura”, opinó en 2015 en entrevista. “La pintura que no conmueve es decoración. Punto. Tiene que hacerte sentir algo”.

Y en más de una ocasión aseveró que los museos del país estaban “secuestrados” por los artistas VIP –video, instalación, performance– conceptuales.

“Con profundo pesar recibo la noticia de la muerte del maestro Arturo Rivera. Su mirada fue excepcional en el campo de la pintura mexicana, con técnica rigurosa desnudó la condición humana. Admirado por su enseñanza y virtuosismo. Mi pésame a sus familiares, amigos y alumnos”, tuiteó la secretaria de Cultura federal, Alejandra Frausto Guerrero.

La titular del INBAL, Lucina Jiménez, quien calificó la obra de Rivera entre la de los grandes y destacó su trayectoria que cruzó fronteras y generaciones, adelantó que se hará, en su momento, un homenaje al artista.

Fundó en Torreón, Coahuila, desde el año 2000, El Chanate Móvil, un taller de gráfica montado en triciclos, el cual buscaba la democratización del arte al llevar esta expresión artística a los barrios más marginados de esta zona; desde entonces, se ha ido consolidando por decenas de artistas.

En 2005 ganó el Primer Premio en la Bienal Internacional de Arte de Beijing con la obra Llegando a Nueva York, la cual ahora forma parte de la colección del Museo Nacional de Arte de China.

Un artista en los márgenes

En uno de los últimos autorretratos que compartió en sus redes sociales, el pasado marzo, Arturo Rivera se pintó a sí mismo elegantemente vestido de negro, como se asiste a un funeral, con un cetro en la mano y sentado al centro de la composición.

Flanqueado por una galería de sus personajes inquietantes –como una niña diminuta que señala un ave muerta, un caballo y una mujer con el rostro vendado–, todos posan bajo una sentencia escrita en latín que así se traduce: “Bienaventurado el varón que sufre la tentación”.

Rivera (1945-2020) llevó una vida personal y artística que jamás estuvo exenta de seducciones y excesos, con una obra dividida entre la muerte y el erotismo, nunca fácilmente digerible ni sencilla.

Contemporáneo de los pintores más jóvenes de la Generación de la Ruptura, Rivera se desmarcó desde el principio de ese movimiento y abrazó la figuración y el realismo con devoción absoluta, inamovible.

Estudioso de los grandes maestros, creó una poética y una estética propia donde la belleza está enclavada en las pulsiones de la muerte y lo inquietante, pero siempre atravesada por un componente erótico y vital.

Evocaciones al arte sacro, animales simbólicos y perturbadores, como los caballos y los toros, modelos femeninas tan beatíficas como siniestras, y hombres de semblantes desgarrados o con malformaciones evidentes, son parte del universo simbólico que lo hicieron inconfundible.

Texto: Israel Sánchez / Agencia Reforma / Foto: Agencia Reforma