14 mayo,2020 5:29 am

Fertilizante 2020: crónica de un fracaso anunciado

Bajo el ala del sombrero

Carlos García Jiménez

 

Del dicho al hecho hay mucho trecho. Proverbio popular.

A unas semanas de que inicien las lluvias, y con ello el ciclo de siembras de maíz, los campesinos guerrerenses no ven con certeza la llegada del Programa Nacional de Fertilizantes 2020, tan anunciado como un subsidio que sería “directo, gratuito, oportuno y sin corrupción”.

Contra el éxito que auguran al programa, tanto el secretario de Agricultura y Desarrollo Rural, Víctor Villalobos Arámbula, como el subsecretario y coordinador nacional del programa, Miguel García Winder, la realidad indica lo contrario.

Las cuentas alegres que difunden virtualmente desde la ciudad de México se basan en las Reglas de Operación y Convocatoria que además de confusas fueron publicadas tardíamente; en el Padrón de Beneficiarios del 2019 que además de fraudulento aún siguen “depurando” desde el escritorio; un paquete de fertilizantes disminuido y desconocido por los campesinos; la eliminación del componente de asistencia técnica; el suministro de menos del 50% del insumo a las bodegas distribuidoras cuando a la fecha deberían contar con el 100% del inventario; un manejo discrecional del programa malosamente justificado por la contingencia sanitaria y por su facciosa interpretación de la ley de transparencia, entre otras realidades.

Ante tales hechos, y justo cuando la operación del Programa se encuentra en la cuenta regresiva, los anuncios oficiales –muchos de ellos solo publicitarios–, son como la crónica de un fracaso anunciado.

Lejos de haber aprendido del fracaso del año pasado (caracterizado por conflictos sociales, entrega tardía del insumo, inexistencia de un padrón confiable, desvío de la mitad del presupuesto y caída de la producción), los funcionarios de Sader creen engañar a los campesinos –pero también a la opinión pública y al propio presidente de la República– de que “el programa va bien y se augura exitoso”. Esto con el beneplácito del delegado estatal del gobierno federal, Pablo Amilcar Ballesteros, y del gobernador del estado, Héctor Astudillo Flores, ambos ajenos profesionalmente a los problemas del campo.

Al traicionar los compromisos con la Coordinadora de Comisariados Ejidales y Comunales de Guerrero –el actor social más dinámico y representativos en este tema–, la Sader se encuentra ahora en un callejón sin salida. Si al menos respeta los listados avalados por las asambleas comunitarias (que por cierto reducen en un 30 por ciento el padrón inflado del 2019), y empieza a distribuir el fertilizante fincado en bodegas, podría mitigar un poco el descontento social que se avizora.

Lo que proponía la Coordinadora de Comisariados

  1. Instalar una Comisión Mixta de Seguimiento –estatal y por regiones– con la participación de las instituciones involucradas (Sader, Segalmex, Pemex, RAN, PA, Gobierno del Estado y ayuntamientos) y una representación de la Coordinadora de Comisariados.
  2. Que en la Convocatoria se señale la entrega de insumos de manera directa, oportuna, suficiente y adecuada al productor.
  3. Elaborar el Padrón de Beneficiarios 2020 considerando los listados avalados por las asambleas de ejidos y comunidades.
  4. Realizar estudios de suelos para delimitar provincias agroecológicas y paquetes tecnológicos apropiados.
  5. Entregar paquetes de urea y DAP, complementada con biofertilizante, composta; y semilla híbrida y criolla de producción local.
  6. Establecimiento de 81 biofábricas de producción de insumos agroecológicos (una por municipio) que fueran operadas por grupos campesinos.
  7. Contratar el servicio de asistencia técnica desde el inicio del programa.
  8. Implementar un programa de capacitación campesina para vincular el uso del fertilizante con el manejo sustentable del suelo y el agua.
  9. Establecer mil 253 parcelas demostrativas (una en cada ejido y comunidad), para validar los paquetes tecnológicos del Programa.
  10. Deslindar al programa de partidos políticos y organizaciones campesinas intermediarias
  11. Traslado de los insumos a bodegas regionales, municipales y ejidales, antes de las lluvias.
  12. Que se informe al pueblo de Guerrero de los resultados de la investigación del fraude cometido al programa en el 2019.
  13. Destitución e investigación por fraude al encargado de Sader en Guerrero.
  14. Que se reconozca a la contraloría campesina como mecanismo de seguimiento operativo al programa.

El problema de fondo

El destino incierto del programa de fertilizante 2020 es apenas el iceberg de la fallida política pública rural. Política inspirada en el oxidado modelo de “revolución verde” (importado a nuestro país después de la Segunda Guerra Mundial), que ha venido profundizando la dependencia de los agricultores a usar año con año fertilizantes químicos, herbicidas y semillas híbridas; insumos que dañan el suelo, el agua, el medio ambiente, las semillas nativas y la salud de los mexicanos. Los principales beneficiarios de este modelo agrícola son precisamente los proveedores trasnacionales de estos insumos de muerte que mantienen tratos comerciales con los funcionarios neoliberales que dirigen la Sader.

Entonces, el problema de fondo no es la pandemia, ni la inexperiencia de los funcionarios públicos, ni la falta de recursos presupuestales. Es el neoliberalismo, la corrupción y la burocracia que prevalece en la Sader

A estas alturas, solo un golpe de timón de 180 grados podría mover al toro reumático de Sader y cambiar el rumbo del Programa de Fertilizantes 2020. Y este golpe de timón, en la era de la 4T, solo puede provenir de los campesinos, tal como lo hicieron en la Revolución, la Reforma y la Independencia. La lucha entre renovadores y conservadores, hoy en Guerrero sigue vigente.

A pleno sol. El resurgimiento de esta columna va con la idea de que con sus comentarios (en [email protected]) intentemos hacer periodismo participativo respecto a los hechos más relevantes del campo guerrerense.