6 diciembre,2022 5:21 am

Fin a la violencia contra las mujeres y las niñas  

 

Arturo Martínez Núñez

 

Empecemos con unos datos aterradores e inaceptables:

En el mundo, una de cada tres mujeres ha experimentado alguna forma de violencia a lo largo de su vida. En México, 7 de cada 10 mujeres han experimentado una situación de violencia a lo largo de su vida, y 10 mujeres en promedio son asesinadas al día. En México, casi siete de cada 10 adolescentes, de entre 15 y 17 años, han experimentado al menos una forma de violencia a lo largo de su vida; 53 por ciento ha experimentado algún tipo de violencia sexual. (Fuente: ONU Mujeres, https://mexico.unwomen.org/es).

La violencia contra las mujeres es simplemente inaceptable. La violencia política contra las mujeres, es una forma de violencia que, sobre todo en estos tiempos de transición, se vuelve común y debe detenerse a tiempo. En Guerrero tenemos gobernadora mujer: Titular del Ejecutivo; Presidenta de la Mesa Directiva del Congreso del Estado, mujer; representante del Legislativo; Presidenta de la Junta de Coordinación Política del Congreso (el órgano de gobierno interno). Además, nuestras dos principales ciudades, Acapulco y Chilpancingo, son gobernadas por mujeres.

La violencia que mata comienza con las micro violencias que aparentemente son inofensivas: meterse con una mujer por su manera de vestir, de arreglarse o por tener determinada relación sentimental. Este tipo de violencias no ocurre contra los hombres. ¿Alguien criticaría a un hombre por su manera de vestir? ¿Por los accesorios que usa o por los arreglos cosméticos o estéticos que se haga (y son varios los políticos que entran al quirófano con frecuencia)? No.

¿Por qué para enfatizar en la crítica a la administración o a la forma de gobernar de una mujer, tenemos que señalar que es esposa, hija, hermana o pareja de alguien? ¿Por qué los hombres pueden ser indolentes y a las mujeres se les señala con excesiva dureza? Eso, aquí y en China, se llama violencia, no tiene sinónimos, es simple y llanamente violencia.

Es común entre hombres (me acuso) referirse a la mujer como “esa pinche vieja” o “esa cabrona”. Un hombre bien parecido, exitoso, triunfador, de carácter firme y decidido es admirado. Una mujer en las mismas condiciones es criticada: “Pinche vieja histérica”, “pinche vieja pestañuda”. El doble estándar que sigue utilizando la clase política es evidente: los hombres acceden a los cargos porque son “chingones” mientras que a las mujeres les tocó por ser “cuota” o porque “se tuvo que pagar género”.

En 1993, hace ya casi 30 años, mi madre, María de la Luz Núñez Ramos, realizó la proeza de ganarle al PRI el Ayuntamiento de Atoyac de Álvarez y convertirse en la primera mujer de oposición en Guerrero en ganar una alcaldía; en 1996 ocurrió lo mismo, pero en la diputación local, y en 1997 en la diputación federal. Sin embargo, para la clase política dominante en esa época (Figueroa, Robles, Piza y otros infaustos personajes de triste memoria) “esa pinche vieja” era manipulada por su marido.

Hoy, tres décadas después, ocurre lo mismo. Algunos críticos adocenados y fuera de sitio señalan a la gobernadora del Estado el haber llegado a la titularidad del Ejecutivo por “ser hija de Félix”. Quizás hace un año el señalamiento tendría el beneficio de la duda, pero hoy está claro que la gobernadora Evelyn Salgado Pineda es la única responsable de las acciones y de las posibles omisiones de su administración. Quienes piensan que las decisiones las toma Félix, no solo insultan la inteligencia de la gobernadora, sino que están realizando una forma de violencia política en razón de género. Evelyn es Evelyn, no es una extensión ni una correa de transmisión de Félix. La gobernadora es una mujer valiente, decidida, trabajadora y clara. En efecto es joven, simpática, afable y bien parecida, pero éstos son atributos que no deberían de ser tomados en cuenta a la hora de calificar el tramo de la historia por el que le corresponderá responder. La gobernadora debería seguir haciendo oídos sordos a las críticas de personajes que, como el mar de fondo, aparecen y desaparecen cíclicamente.

Recientemente, y en otro caso de violencia política en razón de género, la notaria Guadalupe Díaz Carranza se convirtió en la primera mujer que presidirá el Colegio Nacional del Notariado Mexicano. Su elección estuvo llena de guerra sucia, acusaciones apócrifas y una virulencia que difícilmente se hubiera empleado en contra de un hombre.

La gobernadora del estado de Guerrero, en coordinación con la presidenta electa de las y los Notarios de México y el Colegio de Notarios de Guerrero, afinan detalles para proponer la realización de una Jornada Nacional del Notariado con el tema “El Notariado Mexicano desde la perspectiva de Género” a realizarse en Acapulco del 9 al 11 de marzo del 2023, en el marco del Día Internacional de la Mujer. Es con acciones y activaciones de este tipo como se debe combatir la violencia de género y no sólo con palabras que se las lleva el viento.

Que se preparen los misóginos porque además es muy probable, y para mí altamente deseable, que en el 2024 tengamos en México a la primera presidenta de la República que rompa, por fin, el techo más alto de todos los techos que quedan por romper.