24 enero,2023 5:41 am

Fortaleza económica, agitación política y seguridad en entredicho

Abelardo Martín M.

 

Una buena noticia, alentadora en todos aspectos, dio el instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (Inegi) al prever un crecimiento del 2.9 por ciento en la actividad económica, lo que tendría repercusión en todos los aspectos, idealmente en creación de empleos que tanta falta hacen siempre.

Los principales signos macroeconómicos, con la alerta siempre en el indicador de inflación, el cual sin embargo al final del año pasado mostró una tendencia a la baja, pero en la cotización internacional con resultados nunca imaginados, sobre todo respecto al dólar y al euro, indican que el país avanza, a pesar de múltiples problemas que aquejan a los mexicanos todos los días, en especial la inseguridad, los conflictos por la pérdida de espacios ocupados por mafias nocivas, como ha ocurrido en las últimas semanas en Quintana Roo, en donde los concesionarios de los servicios de transporte de taxis o colectivos que salen del aeropuerto han provocado ya graves perjuicios a la imagen y al turismo que visita esa zona turística.

Este quinto año del gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador, sin duda, será en el que se procure dar a conocer los resultados de su administración, no solamente con el propósito de rendir buenas cuentas sexenales, sino también, sin duda, de garantizar la continuidad de Morena en el gobierno, lo que ya algunos analistas políticos prevén difícil por el desgaste natural que ha sufrido el primer mandatario al concentrar toda la imagen institucional.

El gabinete, salvo una o dos excepciones, viven en la comodidad del anonimato, sin someterse a ningún riesgo ni mediático y menos político, cobijados y al amparo del riesgo y desgaste que el propio presidente sufre día tras día en el ejercicio comunicacional de “las mañaneras”.

Por ello, luego de la reciente cumbre de los presidentes de América del Norte en la ciudad de México y del manifiesto consenso de incrementar los lazos de cooperación e integración regional, el escenario económico se advierte promisorio para nuestros países, pese a las diferencias que aún persisten.

Como se informó en su oportunidad, no fueron tratadas, en la reunión trilateral, las dudas, inquietudes y consultas pendientes sobre el tema energético, en particular los reclamos de empresas de Estados Unidos y de Canadá en materia de generación de electricidad. Días después del encuentro, el presidente Andrés Manuel López Obrador informó que existe un arreglo del gobierno mexicano con empresas canadienses acerca de sus reclamos, si bien aún no se resuelve en los casos de empresas norteamericanas, cuyos intereses son relevantes.

Pero por sobre las áreas de conflicto como es el caso energético, lo evidente luego de la cita trinacional es el enorme potencial que nuestras economías tienen, y la puesta en marcha de lo que se ha llamado “nearshoring”, esto es, la relocalización regional de las inversiones y la producción de componentes con criterios de cercanía y seguridad.

Este proceso, sumado a otros factores, sustenta la fortaleza del peso mexicano, que se ha revaluado incluso frente al dólar norteamericano, tradicionalmente nuestra divisa de referencia.

En el mundo este año se pronostica inestabilidad económica, como secuela de la pandemia que no acaba de irse y de la guerra que no termina de resolverse en Ucrania. Pese a ello, en la región de la que formamos parte la expectativa es que haya un desempeño productivo modesto pero positivo, en el cual nuestro país es una pieza fundamental.

En otros flancos, México tiene formidables retos todavía no resueltos. El más relevante de ellos es la seguridad pública, gravemente afectada por la actuación del crimen organizado.

Junto a éste, se suma la lucha política muy adelantada por la sucesión presidencial. En otros sexenios hemos visto las jugadas precoces de uno u otro aspirante, con miras a posicionarse de mejor manera en la salida.

Sin embargo, en esta ocasión presenciamos una estrategia de anticipación del proceso que ha sido interpretado de diversas maneras, lo mismo como una manera de distraer la atención pública de otros problemas no resueltos de gobierno, que como un recurso para descolocar a los partidos de oposición.

Lo cierto es que las campañas de todas las “corcholatas” están a la vista, y las acciones de gobierno se paralizan porque todo se mide y se encamina a fortalecer tal o cual candidatura.

Entretanto, Guerrero vive la dicotomía que lo ha caracterizado a lo largo de las décadas de este siglo e incluso las del anterior: una vocación turística que en el tránsito de un año a otro le hace obtener cifras de gran ocupación hotelera, mientras el tema irresuelto de la criminalidad se perpetúa y por momentos se agrava, como es ahora que, al margen de las estadísticas oficiales, por naturaleza optimistas, la población resiente y manifiesta mayores niveles de inseguridad, que en las mediciones se ha disparado hasta cinco puntos, y acumula números del setenta por ciento y más de quienes se sienten en peligro.

Un pico muy sensible en este rubro se hizo patente con el secuestro de tres comunicadores de la Tierra Caliente, quienes por fortuna aparecieron con vida, dos de ellos primero y el tercero hace un par de días, pero el hecho mostró la actuación impune de la delincuencia organizada, y la vulnerabilidad de quienes se atreven a ejercer el oficio periodístico en estas zonas controladas por los malosos.

Más allá de las percepciones y los casos de alto impacto, la violencia se recrudece con asesinatos de policías, comerciantes, transportistas y otros gremios que son blancos de la acción criminal, incluso funcionarios y exfuncionarios municipales o figuras políticas locales.

Así nos aproximamos al final del primer mes del año, el número cincuenta del régimen de la Cuarta Transformación, y en curso el número dieciséis del gobierno estatal. A ambos se les podrían aplicar los versos del desaparecido cantor cubano Pablo Milanés: “El tiempo pasa, nos vamos poniendo viejos…”.