10 julio,2024 5:51 am

Francia en una encrucijada dramática

(segunda parte)

 

Gaspard Estrada

 

 

Como lo comentábamos en este espacio la semana pasada, los franceses fueron a las urnas hace unos días para decidir su futuro político. Desde el 9 de junio, fecha de la disolución de la Cámara de Diputados por el presidente Emmanuel Macron, el país entró en un torbellino político que ha acelerado el curso de la historia, y transformado significativamente el segundo mandato del presidente Emmanuel Macron. En un primer momento, Macron pensaba que, al tomar esta iniciativa política, podría tomar a sus rivales desprevenidos, en particular a las fuerzas de izquierda, con el objetivo que estas últimas no pudiesen aliarse y así construir una coalición electoral y programática en capacidad de vencer en las urnas frente a la extrema derecha.

Sin embargo, eso no fue lo que sucedió. Los dirigentes del Partido Socialista del ex presidente François Hollande, de la Francia Insumisa, dirigida por ex candidato presidencial Jean-Luc Mélenchon, así como el Partido Ecologista encabezado por la joven lideresa Marine Tondelier, y el Partido Comunista de Fabien Roussel se reunieron a puertas cerradas durante varios días para elaborar en unas horas un plan de gobierno para Francia, y también para repartirse los distritos y las fórmulas de los candidatos de la coalición. Y para sorpresa de muchos –incluyendo al presidente Emmanuel Macron–, lo que parecía imposible terminó ocurriendo: la izquierda francesa alcanzó un acuerdo en menos de una semana.

Esta situación inédita provocó que la semana pasada, numerosos candidatos de la coalición de izquierda lograran calificarse para disputar la segunda vuelta electoral, frente a candidatos del partido de extrema derecha Encuentro Nacional, y en algunos otros (menos numerosos) frente a miembros de la coalición centrista del presidente de la República. No obstante, los sondeos de opinión pronosticaban un panorama sombrío para las fuerzas democráticas frente a la extrema derecha, teniendo en cuenta que en más de 400 distritos electorales (sobre un total de 577 distritos en Francia) los candidatos del Encuentro Nacional llegaron en primero o en segundo lugar.

Por ello, sin un acuerdo de todas las fuerzas democráticas, era casi imposible impedir que la extrema derecha consiga la mayoría absoluta (es decir, 289 votos), y por ende que gobernara Francia al menos por un año (en efecto, según la Constitución francesa, el jefe del ejecutivo no puede disolver la Cámara de Diputados al menos durante un año tras haber tomado esta decisión). Este terremoto político potencial, cuyas implicaciones irían mucho más allá de la política interior francesa, suscitó una movilización excepcional de la militancia de los partidos políticos, de la sociedad civil, de los sindicatos, para darle cuerpo al frente republicano en contra de la extrema derecha. Sin embargo, las encuestas de opinión fueron incapaces de medir esta extraordinaria movilización. Durante buena parte de la semana pasada, no se divulgaron encuestas de opinión. Y cuando fue el caso, los números daban cuenta de una tendencia hacia la mayoría relativa de los candidatos del Encuentro Nacional.

De ahí la enorme sorpresa cuando el pasado domingo, al final de la tarde, los primeros números de las encuestas de salida daban muestra de tendencias bastante contradictorias: algunas casas encuestadoras daban como ganadora a la extrema derecha, con una ventaja holgada frente a la izquierda y a los candidatos oficialistas. Poco después de las 18:30 horas, una nueva salva de encuestas reflejaba una nueva realidad: ahora, los candidatos de la coalición de izquierda se colocaban como la primera fuerza política, frente a los partidos de la coalición del presidente Emmanuel Macron, para finalmente tener en tercer lugar a los miembros de la extrema derecha. Conforme esta tendencia se fue confirmando, el pavor de ver llegar por primera vez a la extrema derecha al poder en la sexta economía mundial se fue disipando, transformando el miedo en alegría al ver a la izquierda regresar a una posición de protagonismo político después de siete años de ostracismo.

La gran pregunta ahora es saber si la izquierda y el centro lograrán construir un acuerdo mínimo para gobernar Francia y evitar que la extrema derecha llegue al poder en tres años, cuando se lleven a cabo las próximas elecciones presidenciales. No parece fácil, pero no es imposible.

 

* Miembro del consejo asesor de la Unidad del Sur Global de la London School of Economics (LSE).

 

Twitter: @Gaspard_Estrada