2 abril,2018 5:24 am

General brigadier Pablo Cabañas Macedo I

Víctor Cardona Galindo
 
En 1911 fueron muchos los atoyaquenses que se enlistaron en las filas de la Revolución Mexicana. Entre los maderistas más importantes se encontraban Silvestre y Epifanio Mariscal González, Julián Radilla Hernández, Arnulfo Radilla Mariscal, Dimas Fierro, Silvestre Castro García, El Cirgüelo; Tomás Gómez Cisneros, Manuel Villegas, Alberto González Ayerdi, Canuto Reyes, Santiago y Fidel Nogueda Radilla, Pablo, Pedro y Tiburcio Cabañas Macedo, Gabino Navarrete Juárez y Julio Pérez.
Todos ellos comenzaron apoyando a Francisco I. Madero, pero después se definieron tres bandos: los blanquistas (encabezados por Julián Blanco), los mariscalistas (seguidores de Silvestre Mariscal) y los zapatistas encabezados en Guerrero por Jesús H. Salgado y en Atoyac por Pablo Cabañas Macedo quien fue el revolucionario costeño que nunca cambió de bandera, en algún momento de la historia apoyó a los mariscalistas porque éstos prometieron sumarse al Plan de Ayala.
Según el cronista de San Jerónimo de Juárez Luis Hernández Lluch a mediados del siglo XIX la familia Cabañas ya radicaba en El Ticuí y Corral Falso en este último pueblo vivían Eusebio, Martín, Dolores, Tiburcio, Félix, Francisca, Crescencia y Doroteo Cabañas Calderón.
Doroteo casó en Atoyac de Álvarez con Filegonia Macedo Martínez y fueron padres de Pablo, Pedro, Julián, Dámaso, Severiano, Tiburcio, Francisco, Feliciana, Elisea, Ramona, Nicolasa y Juana. Se sabe también que tuvieron un hijo adoptivo de nombre Crescencio Pastor. En segunda unión con una señora de apellido Bailón, Doroteo procreó a Francisco Cabañas Bailón de él fue descendiente Nicolás Cabañas Galeana hombre que en una época fue muy conocido y poderoso en San Jerónimo de Juárez.
Pedro Cabañas Macedo casó en Corral Falso con Pascuala Ocampo Ríos, de ellos nacieron Pascual, Luis y Bertoldo Cabañas Ocampo muy conocidos en la política local. Luis murió en La Pascua cuando el Ejército rescató de la guerrilla al senador Rubén Figueroa Figueroa el 8 de septiembre de 1974 y Bertoldo fue alcalde de Atoyac.
Nuestro zapatista Pablo Cabañas Macedo nació en Atoyac de Álvarez, el 7 de junio de 1883, al año siguiente su padre sería uno de los capitanes que encabezaron la revuelta armada de 1884, cuando los hermanos Desiderio, Carlos y Rafael Pinzón, descendientes del insurgente Luis Pinzón, se levantaron en armas contra del gobernador Diego Álvarez Benítez.
Una vez indultadas estas fuerzas, el coronel Neri, recibió instrucciones de que los principales jefes rebeldes fueran hechos prisioneros y fusilados. Los detenidos custodiados por un batallón fueron llevados al paraje de Los Tres Brazos, donde fueron ejecutados. En el campo quedaron tirados los cadáveres de Desiderio, Carlos y Rafael Pinzón. Con ellos murieron también J. Isabel Evangelista, Herculano Salinas y Abraham Radilla. “Este fue el pago que el gobierno dio por sus servicios prestados por mucho tiempo en defensa de la Patria en vez del perdón por el error cometido”, concluye el cronista Wilfrido Fierro Armenta.
Esta rebelión cambió la composición de las comunidades de Atoyac, porque muchas de las tropas sublevadas ya no bajaron de la sierra, allá se quedaron a vivir, formando poblaciones como El Camarón y Los Valles, donde los campesinos arrendaban tierras a latifundistas como Octaviano Peralta.
Hablando de Pablo Cabañas, el cronista René García Galeana dice: “El 1891 cuando había cumplido los ocho años de edad sus padres se trasladaron a la pequeña comunidad serrana de Los Valles, donde aprendió las primeras letras de un improvisado maestro del que no sabemos su nombre que le impartió clases particulares durante dos años. En 1893 la familia se regresó de nuevo para Atoyac inscribiéndolo en la Escuela Real, la única existente en esa época hasta terminar sus estudios en 1896, año en que se fueron a vivir a El Camarón donde empezó a ayudar a sus padres en la labores del campo, trasladándose en 1899 para San Vicente de Benítez donde la familia se estableció definitivamente”.
Pablo Cabañas Barrientos nos contó: “Doroteo Cabañas que vivía en Corral Falso se sumó a la lucha y  después de la muerte de los Pinzón, no pudo regresar a su pueblo y se quedó a vivir en El Camarón donde su familia creció. Pero un día unos gavilleros raptaron a Juana y el viejo Doroteo la quiso defender y lo asesinaron a puñaladas”.
El cronista René García Galeana identifica a Pablo Cabañas Macedo como uno de los 80 hombres que participaron junto a Silvestre Mariscal en la toma de Atoyac al iniciar la Revolución mexicana en la Costa Grande aquel 26 de abril de 1911. René considera que Silvestre Castro García El Cirgüelo y Pablo Cabañas Macedo representaron genuinamente el sentimiento de los hombres del campo de nuestra región que lucharon por un pedazo de tierra en la revolución social de 1910.
Después de la acción de Atoyac los acontecimientos se siguieron muy rápido. El 29 de abril los mariscalistas tomaron Tecpan de Galeana, donde Mariscal nombró a Manuel Sáyago como jefe militar y prefecto político, también impuso préstamos forzosos a los comerciantes. Cuando venían de regreso de Tecpan las fuerzas revolucionarias, el 30 de abril, se incorporó Julián Radilla con 150 hombres que había reunido en las rancherías de San Jerónimo y Atoyac.
Ya con 400 hombres armados, Mariscal se propuso tomar el puerto de Acapulco y el primero de mayo entró a Coyuca, donde se sumaron 200 maderistas encabezados por Pablo Vargas quienes ya habían tomado la fábrica de hilados y tejidos de Aguas Blancas y tenían asolados a los gobiernistas de los alrededores.
Hasta Coyuca también llegó Tomás Gómez Cisneros, quien junto a Pablo Vargas decidió caminar rumbo a Dos Caminos para apoyar a Julián Blanco que pretendía tomar Chilpancingo.
En el camino a la ciudad más importante del estado, a Mariscal se le fueron sumando pequeños contingentes, y cerca de Acapulco, el 2 de mayo, en Los Bajos de Ejido se incorporó Nemesio Guillén con 150 hombres. Ahí se prepararon los mil 300 hombres que ya eran, para comenzar el 5 de mayo el sitio a la ciudad. Nemesio Guillén instaló su cuartel en Pueblo Nuevo y su avanzada en Santa Cruz. Julián Radilla instaló su cuartel en La Sabana y sus vanguardias en la Garita e Icacos.
El 9 de mayo el cónsul de Estados Unidos en Acapulco, Clement S. Edwards, visitó el campamento de Silvestre Mariscal para pedirle garantías para los residentes extranjeros en el puerto, el revolucionario atoyaquense le aseguró que ningún ciudadano de otra nacionalidad sería molestado.
Mariscal, reforzado por los maderistas de la Costa Chica, encabezados por Carlos Zenaido Guerrero, atacó al puerto de Acapulco el 10 de mayo de 1911, peleando y recibiendo los cañonazos del buque El Demócrata. En esta refriega fue destacada la participación de los tres Cabañas, Pedro Pablo y Tiburcio. Los federales sufrieron 38 bajas y los revolucionarios más de 100, la mayoría de la Costa Chica, por un error que cometieron al tocar una diana que delató sus posiciones.
Después de este ataque las tropas revolucionarias regresaron a sus campamentos para mantener el sitio al puerto de Acapulco, pero una vez firmados los acuerdos de paz en Ciudad Juárez, Mariscal y los revolucionarios de la Costa Chica entraron al puerto de Acapulco en son de paz el 2 de junio de 1911.
Desde el primer día de sitio al puerto comenzaron las rivalidades entre los grupos de revolucionarios y, el 15 de julio, las fuerzas de la Costa Chica atacaron el cuartel de Mariscal, por un complot que urdieron Julián Blanco y Tomás Gómez. Antes ya las tropas revolucionarias de Pablo Vargas habían atacado al pasar por Coyuca a los mariscalistas atoyaquenses encabezados por Tiburcio Cabañas, cuando regresaban a su pueblo. De estos ataques Mariscal culpó a Blanco y a Tomás Gómez.
Después del ataque a su cuartel, el 16 de julio salieron hacia Atoyac las tropas de Mariscal y el 18 entraron a la ciudad que los recibió con un gran festejo. Las calles lucieron engalanadas con banderitas y arcos. La gente arrojaba flores al paso de los combatientes.
Wilfrido Fierro dice que las fuerzas de Manuel Centurión, Pantaleón Añorve, Tomás Gómez y Julián Blanco fueron azuzadas por la colonia española representada por Alzuyeta, Fernández, Quiroz y Cía, quienes odiaban a Mariscal por el saqueo de la fábrica de El Ticuí y deseaban eliminarlo enviándole una de sus columnas a atacarlo a su cuartel. Los comerciantes del puerto también influyeron para que, de inmediato, fueran licenciadas las tropas mariscalistas pues las consideraban un peligro para sus intereses.
Tal vez presintiendo una trampa de los españoles, Silvestre Mariscal no quiso licenciarse en Acapulco y pidió que vinieran hasta Atoyac, donde entregaría las armas. El 26 de junio llegó a nuestra ciudad Martín Vicario, Tomás Gómez y Julián Blanco, quienes fueron recibidos con ramilletes de flores que les obsequiaron señoritas de la población. “En el corredor de la escuela oficial, Mariscal presentó a su pueblo a los jefes Vicario, Blanco y Gómez que fueron recibidos con un estruendoso aplauso”.
Al día siguiente comenzó el licenciamiento de la tropa y el 28, en la tarde, terminó el reparto de dinero. Luego Mariscal los agasajó con una comida en su casa. Se supo que Blanco y Tomás Gómez  tenían miedo de venir a Atoyac por el fallido ataque al cuartel de Mariscal en Acapulco.
En ese tiempo el coronel Silvestre Mariscal González en agosto de 1911 le dio a Pablo Cabañas Macedo la categoría de capitán primero, rango que Heliodoro Castillo le reconoció al incorporarse a sus fuerzas.
Después del licenciamiento de una parte de la tropa mariscalista, Pablo Cabañas Macedo se dedicó a su vida privada y se entregó a las labores del campo hasta 1913. Viendo que las cosas el país continuaban igual y conociendo la existencia del Plan de Ayala abrazó esa causa. “Con un contingente de 97 sierreños regularmente armados –dice René García– se dirigió hasta el Cuartel General de la División Helidoro C. Castillo establecido en El Carrizalillo, en las entrañas de la Sierra Madre del Sur, donde al sumarse a sus filas le reconoció el grado de capitán, expidiéndole el de mayor con fecha 5 de enero del año de 1914, para que con los elementos que disponía y con los que reuniera posteriormente operara en el estado, dependiendo de la División Castillo”.
A partir de esa fechas, nos comenta René, se desligó casi totalmente de sus compañeros de la Costa con los que participó en la primera etapa de la Revolución para concentrarse en la lucha en las montañas del sur, instalando campamentos guerrilleros en El Balsamar, El Paraíso y otros puntos, reportándose continuamente al cuartel general del zapatismo que estaba en Carrizalillo.
“De San Vicente y estos sitios estratégicos que conocía como la palma de su mano se desplazaba hacia la región Centro, Tierra Caliente, la Montaña y el estado de Morelos donde se relacionó con Zapata, Genovevo de la O, Magaña, Epigmenio Jiménez y otros jefes agraristas, distinguiéndose como uno de los revolucionarios atoyaquenses más auténticos de la Revolución”.
La historiografía de Guerrero recoge las andanzas Pablo Cabañas, cuando las fuerzas de Heliodoro Castillo atacaron Tepecoacuilco el 5 de enero de 1914 y comenzó a operar en la zona Centro. Aunque René García fecha su primer baño de sangre el 13 de enero de 1914 participando en la toma de la plaza de Chilapa de Álvarez, combatiendo al lado de los jefes revolucionarios Encarnación Díaz, Sabás Crispín Galeana y Heliodoro Castillo.
En marzo, combatió en el paso del río Mexcala con fuerzas del teniente coronel A. Lecona, que originaron el sitio y toma de la capital del estado, guarnecida por la fuerzas federales de los generales Luis G. Cartón, Ponciano Benítez y Juan A. Poloney. Esta campaña que duró 13 días participó personalmente el Caudillo del Sur Emiliano Zapata.