2 mayo,2024 5:19 am

¿Hacia dónde va Haití?

 

Gaspard Estrada

La semana pasada, tras la renuncia al cargo de Ariel Henry, primer ministro interino de Haití, se instaló formalmente el consejo presidencial de transición, compuesto por siete miembros con derecho a voto y dos observadores sin derecho a voto, entre los que hay políticos, un empresario y un pastor. Se trata del último capítulo de una serie catastrófica que se arrastra desde hace ya años, por no decir décadas.
Sin embargo, esta situación no siempre fue así. Haití fue antaño una potencia económica con una amplia influencia geopolítica. Antiguamente conocida como Saint-Domingue, fue la colonia más rentable del mundo atlántico en el siglo XVIII, y en vísperas de su independencia en 1804 –resultado de la primera y única revuelta de esclavos que triunfó en América– era el primer productor mundial de azúcar y café, lo que había convertido al país caribeño en una pieza central del sistema esclavista atlántico. Durante la guerra de independencia, las fuerzas revolucionarias de Saint-Domingue derrotaron nada menos que a un ejército francés de 80 mil hombres enviado por Napoleón. A diferencia de los fracasados levantamientos de otras colonias, muchos esclavos haitianos habían nacido en África y habían adquirido una importante experiencia de combate en las guerras civiles de África Occidental y Central, lo que les permitió derrotar a las fuerzas europeas, mucho mejor armadas. La victoria haitiana no sólo dio origen a la segunda república más antigua de América (después de Estados Unidos), sino también a la primera república negra poscolonial, que se convirtió en un faro para la abolición y la autodeterminación. Al gobierno estadunidense le preocupaba tanto que la independencia de Haití inspirara a los esclavizados de Estados Unidos que Washington intentó imponer un bloqueo económico contra Haití y no reconoció a la nación caribeña como Estado soberano durante más de cincuenta años.
Ahora, la situación ha cambiado completamente. El país es el más pobre de toda la región latinoamericana. Con una población de unos 11.6 millones de habitantes, tiene más de 360 mil desplazados internos. La seguridad es casi inexistente en el país –casi todas las embajadas de los grandes países occidentales han sido evacuadas. En este sentido, los países del Caribe, organizados a través de la Comunidad del Caribe (Caricom), dirigieron la redacción de la composición del consejo presidencial de transición, encargándole la preparación de elecciones presidenciales en febrero de 2026, ya que no se han celebrado comicios desde 2016. El organismo regional también prohibió la incorporación de miembros de bandas criminales o de personas sujetas a sanciones internacionales.
Sin embargo, algunos de los líderes de las bandas más poderosas del país amenazan con más violencia si no se les permite influir políticamente. En una entrevista con CNN publicada el lunes, Vitel’homme Innocent, jefe de la banda Kraze Barye y acusado de orquestar el secuestro de misioneros estadunidenses en 2021, pidió que el consejo escuche a las bandas y encuentre una solución a la crisis lo antes posible. Kraze Barye forma parte de una coalición informal de bandas conocida como Viv Ansanm, o “Vivir Juntos”, que ahora controla la mayor parte de la capital, Puerto Príncipe.
La coalición exige al futuro gobierno que les conceda una amnistía por sus delitos y cree un plan para los jóvenes miembros de las bandas que se hayan visto obligados a unirse a ellas, bien bajo amenaza de violencia o por falta de alternativas económicas. El líder de Viv Ansanm, un ex policía llamado Jimmy Cherizier al que se conoce como “Barbacoa”, advirtió de las consecuencias si se ignoraba a las bandas, en un mensaje compartido en las redes sociales durante el fin de semana.
El envío en las próximas semanas, por parte de las Naciones Unidas, de una nueva fuerza multilateral de paz, encabezada por un contingente de mil soldados de Kenya, constituye una respuesta al desafío de las bandas delincuenciales que azotan Haití. Sin embargo, la experiencia fallida de la misión militar de la ONU a principio de los años 2000 –la misión MINUSTAH–, compuesta en buena medida por miembros del ejército brasileño, obliga a la reflexión. Sin duda alguna, la comunidad internacional le ha quedado mucho a deber a Haití.

* Director Ejecutivo del Observatorio Político de América Latina y el Caribe (OPALC), con sede en París.

Twitter: @Gaspard_Estrada