20 julio,2021 5:43 am

HAF, el gobernador necesario

Florencio Salazar

La voluntad se relaciona con el poder.

W. Deutsch.

El mensaje político del gobernador Héctor Astudillo emitido el pasado 15 de julio con motivo de su Sexto Informe de Gobierno, es una síntesis compacta de los resultados de su administración y un anticipo de los próximos desafíos.

Gobernar es una actividad cada vez más compleja; tan compleja como la diversidad de temas e intereses que se expresan en la sociedad a través de muchas formas de organización y representación.

Los informes de gobierno han dejado de ser los ritos de sonoros y efímeros aplausos, para irse transformando en actos de responsabilidad política, pues entrañan rendición de cuentas, es decir, ofrecer resultados. Se trata de lo hecho conforme a recursos empleados, en una línea de tiempo y con beneficiarios específicos.

La administración astudillista podría representarse con una línea inclinada ascendente; y en cuanto a su lapso concreto a un semicírculo superior.

Es línea inclinada ascendente porque su punto de arranque implicó acciones sucesivas que lo colocan –hasta este momento– en mejores condiciones a las observadas en el arranque. Entregará un mejor gobierno.

También con un semicírculo superior por la obvia razón de que se arranca con expectativas, se producen resultados que generan consenso social y acuerdo político, llegándose a un punto cenital donde se potencia la influencia del poder público, para luego descender hacia el final del periodo.

El poder al inicio se controla, en la parte media se concentra y en su periodo último se desliza. De un sexenio podríamos afirmar que los años del segundo al quinto son los del ejercicio pleno del gobierno, pues el primero es potencial y el sexto es el de la entrega.

Las posibilidades de la línea inclinada ascendente no se contradicen con el semicírculo. La primera es indicativa de iniciar con desorden social, inestabilidad política y astringencia financiera, para recabar los recursos necesarios y ejecutar las políticas públicas consecuencia de la planeación. Se sube los peldaños con estabilidad política y se arriba a la gobernabilidad.

Héctor Astudillo ha sabido gobernar de acuerdo a sus circunstancias y, sobre todo, entendiendo el carácter y el humor de los guerrerenses. Es un político prudente, atento a los problemas,  sabe escuchar y decide lo conveniente. No ha permitido que se le acumulen los problemas; los ha resuelto con voluntad y oportunidad.

Inmediatamente ha acudido a atender los problemas causados por los sismos en los lugares afectados dictando apoyos inmediatos a la población; gestionado recursos para la reconstrucción, acompañando con lo posible de las modestas arcas estatales. El trato ha sido el mismo por inundaciones, deslaves y otras calamidades.

La atención personalizada que ha dedicado al grave problema de la pandemia, atento a hospitales, números de camas, vacunas y aplicando las medidas necesarias para evitar que crezca el contagio, incluyendo apoyos económicos y comederos públicos. Ha sabido ganar aliados estratégicos: el Ejército y la Marina.

El gobernador comunica. Ha usado apropiadamente los medios tradicionales y digitales para decirle a la población lo que hace su gobierno en torno a la agenda de corto y largo plazo. Cuando ha tenido que dar marcha atrás –atender el reclamo por equidad de género en propuestas de magistrados, por ejemplo– lo ha hecho como resultado de voluntad  en el compromiso con las mujeres.

Su experiencia como alcalde y legislador le dio un amplio conocimiento del estado, de su gente, de sus modos y tradiciones regionales. Ser senador de la República, le enseñó a conocer los vasos comunicantes del poder nacional y a saber de pesos específicos. La derrota electoral de 2006, lo hizo un político más maduro.

No referiré los resultados sobre la violencia, pero no ha sido fácil pasar del primer lugar nacional al décimo. Tampoco de la afluencia turística, ni a la construcción de infraestructura carretera y educativa. Ciertamente, será cuando esté fuera del poder cuando a cabalidad se califique su obra de gobierno.

Héctor Astudillo no ha confundido su deber como responsable del Estado. A escasos 90 días para que concluya el periodo, no dudo en afirmar que es el gobernador que Guerrero necesitaba estos seis años.

El suyo es un gobierno que termina en ascenso porque ha sido un gobernador eficaz.