7 febrero,2023 5:21 am

Hambre, violencia, migración, guerras y terremotos en vivo y en directo

Abelardo Martín M.

 

Sería opinable y discutible sostener que, en la época actual, se viven más problemas y tragedias que en el pasado. Los avances tecnológicos, en especial en las comunicaciones, convirtieron todos los acontecimientos en el mundo como si ocurrieran en nuestro propio barrio, en nuestra zona o en nuestra ciudad. Es el fenómeno de la instantaneidad, que permite no sólo informarnos sino auténticamente vivir lo ocurrido en otros lugares, más allá de si están cercanos o remotos.

Cómo mantenerse alejado o ajeno a la crudeza de la guerra en Europa Oriental entre Rusia y Ucrania, que ahora ya amenaza a todo el continente europeo, empezando por Polonia, cuyo territorio ya se siente y se ve en peligro de la beligerancia del presidente ruso, Vladimir Putin, quien justifica su conducta en las mentiras o promesas incumplidas por sus vecinos europeos occidentales o por Estados Unidos, quienes se habían comprometido a respetar los límites territoriales no sólo de Rusia sino también de sus aliados.

Cómo ser extraño en nuestro propio país, a lo que ocurre con los inmigrantes centroamericanos que ingresan por los estados del sur de México, o el clima de violencia en Michoacán, el Estado de México y hasta en la Cdmx, presas del crimen organizado en sus distintas máscaras, ya sea con el cobro de derecho de piso, secuestros, extorsión y asesinatos.

Cómo no condolerse y solidarizarse con las víctimas y con los habitantes de Turquía, Siria y Líbano, en especial el primero, ante el último temblor que cobró miles de muertos y la destrucción y devastación de casas, edificios, ciudades.

Mientras en el mundo las tensiones bélicas se recrudecen con nuevos elementos, como los tanques alemanes entregados a Ucrania para combatir contra los rusos, o el paso de un globo sonda chino por todo el territorio norteamericano, finalmente abatido en la costa atlántica, como en una película o serie de espías, en México se resienten en todos los ámbitos, pero sobre todo en la economía, los pros y los contras de la tensión internacional.

El más inmediato efecto es la persistencia de la inflación, fenómeno que por desgracia siempre golpea más a los sectores más pobres; esta vez no es la excepción pues mientras el indicador general borda los ocho puntos anuales, el crecimiento de los precios de los alimentos se ubica casi en el doble, alrededor de los quince puntos, con productos que incluso superan ese nivel. Esto significa que el gasto de las familias más pobres se eleva desproporcionadamente y se resiente mucho más la subida de precios.

Otro efecto ligado, el aumento de la cotización internacional del petróleo, tiene resultados contradictorios, pues al país le significa una entrada adicional de divisas relevante, pero estos recursos luego se diluyen por la decisión gubernamental de subsidiar el costo de las gasolinas en el mercado interno, con lo cual se evita que la inflación crezca más, pero quemamos los dólares sin otro beneficio.

A largo plazo, la ruptura de la dinámica económica internacional está llevando al reacomodo de los flujos de producción e inversión en todo el planeta, pero en nuestro país el impacto ha sido casi inmediato, al reorientar hacia nuestro territorio el movimiento de capitales y plantas fabriles.

Este proceso, más el crecimiento sostenido del envío de remesas a familias mexicanas desde Estados Unidos, ha generado una cotización extraordinaria del peso mexicano, que hoy se encuentra en su mejor momento de la década.

Sin embargo, en el marco nacional la atención no se centra ya en el escenario económico, sino en el proceso de la sucesión presidencial adelantada, la cual a medida que el tiempo avanza irá subiendo en intensidad. Pese a que falta más de un año para la jornada electoral, ya todas las acciones de los líderes políticos se realizan en función de sus estrategias de posicionamiento rumbo a ese momento.

En ese contexto, la gran sombra que no sólo no se disipa sino aumenta con los años, es la presencia del crimen organizado, así como su creciente actuación en el territorio nacional y en la vida pública del país.

El juicio que se desarrolla en una corte de Nueva York contra el secretario de Seguridad Pública de México en el sexenio de Felipe Calderón, Genaro García Luna, ha mostrado hasta dónde pueden llegar los tentáculos de la delincuencia, anomalía que sólo con mucho optimismo podríamos suponer que ha disminuido o desaparecido. Las evidencias muestran que no han cesado sus manifestaciones públicas, como la ola de violencia e inseguridad en que vive una parte importante de la población en México, el estado de Guerrero incluido. A esa criminalidad nos hemos referido recurrentemente en estas colaboraciones, y cada vez tenemos nuevos hechos sobre el mismo tema.

Hoy no los enumeraremos para dar espacio a un acontecimiento que movería a risa, si no fuera síntoma del trágico subdesarrollo de la burocracia en la entidad. Tal ha sido la denuncia de que para celebrar el Año Nuevo reciente, el hoy exdirector del Zoológico de Chilpancingo ordenó sacrificar y preparar en barbacoa a varias cabras del parque a su custodia. Otras irregularidades en perjuicio de la fauna en cautiverio se han conocido en los siguientes días, luego de que el exfuncionario fue separado de su cargo. Ya ni los animales se salvan de la estulticia, incapacidad y estupidez burocrática.

Una noticia alentadora, en cambio, es la puesta en marcha en Acapulco el pasado fin de semana de la estrategia llamada Territorio Violeta, como parte de un plan integral, dijo la gobernadora Evelyn Salgado, para la atención, prevención y erradicación de la violencia contra las mujeres. En una entidad y en un municipio donde en años pasados las autoridades federales han debido declarar “Alerta de violencia de género contra las mujeres”, programas como el anunciado se convierten en una urgencia social. Esperemos que de los anuncios, los discursos y los banderazos se pase a una etapa de acciones efectivas para que esta violencia y cualquier otra forma cesen, lo que por desgracia no ha ocurrido en décadas.

Todas estas tragedias, cercanas y remotas involucran, comprometen, duelen, conmueven y son signo de nuestro tiempo. Nadie puede ser ajeno a los grandes problemas y las grandes tragedias que vive el mundo, siempre han ocurrido, pero hoy se viven en directo (y como decía el cronista televisivo) “a todo color”.