11 octubre,2024 5:17 am

Han Kang: reaprender el lenguaje

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Adán Ramírez Serret

 

Desde hace al menos 15 años el Premio Nobel de Literatura es una propuesta de qué leer, más de laurear a los autores y autoras más importantes. Este 2024 fue concedido a la surcoreana Han Kang (Gwangju, 1970) y me parece que desde Abdulrazak Gurnah no había una sorpresa tan grande. No es que Kang fuera una autora desconocida, ya ha había ganado un premio Booker, ha sido finalista de otro y está traducida a muchos idiomas, pero es extremadamente joven, la segunda más desde el Nobel en 1909 a Rudyard Kipling.

Han Kang representa un potente cambio social en Corea del Sur, un país que hasta hace menos de cincuenta años vivía cerrado al mundo: dice el economista Ha-Joon Chang que durante su infancia en los años setenta no existían las vacaciones, el concepto como tal, así que él, a pesar de ser de una clase acomodada, no salió de Corea del Sur hasta que se fue a hacer un posgrado. Era un país cerrado al mundo y profundamente afianzado en sus tradiciones, fue famoso que, durante los Juegos Olímpicos de Seúl en 1988, se hizo mucho por ocultar todos aquellos restaurantes en donde aún se comía carne de perro. Todo esto tiene que ver con la flamante premio Nobel, pues su novela más célebre hasta ahora es La vegetariana, una obra en donde una mujer, a partir de tener pesadillas con sangre, decide dejar de comer carne. La novela es brutal, pues una buena parte está contada desde el punto de vista del esposo, quien confiesa en las primeras páginas que escogió a esa mujer como esposa porque no es particularmente nada, ni bonita, ni fea, ni inteligente, ni tonta, y así va observándola hasta que llega el día sorpresivo en que ella en plena madrugada se levanta y va al refrigerador para tirar toda la carne que hay: ternera, cerdo, ostras y pollo, a la basura, pues tuvo un sueño angustioso y decide que ya no puede vivir más comiendo carne. La novela tiene un significado por sí misma en cuanto a la trama: una mujer se revela ante el mundo que la rechaza, la agrede y la estigmatiza por el solo hecho de no comer carne. Ella se mantiene firme en esa extraña heroicidad siempre diciendo, simplemente, no. Pero La vegetariana puede ser leída también como un relato en donde se rechaza el brutal capitalismo de hiper consumo que abarrota de comida a los países desarrollados industrialmente.

Fue durante la mañana del jueves 10 de octubre, poco antes del amanecer, que me enteré del premio a Han Kang, y en todo el día no dejé de leerla y de reflexionar en su obra. Leí la novela referida más arriba con sorpresa ante una obra original, pero ante el libro que caí rendido fue La clase de griego. Leí en el periódico que Kang, después de escribir algunas de sus exitosas novelas, descubrió, cuando estuvo de nuevo ante la página en blanco, que ya no sabía cómo escribir el siguiente libro, que había olvidado cómo hacerlo. Así, La clase de griego se trata de una mujer que comienza por relatar su aprendizaje de la escritura del coreano, es de una gran belleza el talento para explicar la escritura de este idioma, sus formas y sonidos y el misterio de cómo va siendo revelado el sentido a la vez que la propia imaginación de la niña le va dando originalidad al lenguaje. Y el mismo personaje cuenta que en algún momento de su vida se le olvidó el lenguaje por completo, desaparecieron todas las palabras de su mente dejando un vacío, una nada que tiene algo de angustiante, sí, pero en mi lectura también algo de libertad. La niña vive en este vacío hasta que un buen día ve escrita la palabra biblioteca en francés y se le destraba todo el lenguaje y la invade de nuevo. La niña crece, y que es adulta y tiene un hijo, esto se repite: el lenguaje se retira de su mente. Entonces, decide que debe comenzar a estudiar griego antiguo, por la lejanía con el coreano. Y así, la novela comienza a internarse en los tiempos y estructuras de esa lengua, el análisis de la personaje de su vida a través del lenguaje.

No es descabellado que Han Kang dialoga con el célebre filósofo surcoreano Byung-Chul Han en el sentido de detenerse, dejar de comer carne, dejar de hablar un idioma, para no hacer nada y vivir la vida en ese tiempo de la nada.

Han Kang, La clase de griego, Madrid, Random House, 2023. 163 páginas.