22 abril,2021 5:24 am

Harold Robbins en Acapulco

Anituy Rebolledo Ayerdi

 

Más amigos muy queridos arrebatados por el virus maldito: Franco Astudillo y su señora esposa Aida Guadalupe. Las condolencias muy sentidas de los Rebolledo-Zúñiga para sus dos muchachos, para Chano Astudillo y demás familiares. Descansen en paz.

Expresiones similares para nuestra querida amiga María Inés Huerta Pegueros por el fallecimiento de su señora madre, doña María Inés Pegueros, quien fuera compañera de vida del colega periodista Pedro Huerta Castillo. QEPD.

 

Yo amo a Acapulco y a su buena gente

Harold Robbins (1916-1997), autor de 25 libros traducidos a 32 idiomas y cuyas ventas alcanzaron la impresionante cifra de 750 millones de ejemplares, vivió por temporadas en Acapulco. Su figura fue familiar a fines de los años 70s en sitios públicos vistiendo bermudas floreadas, grandes gafas oscuras y tocado con un sombrero color lila. Armando Le Club, Bocaccio, Le Dome y Le Jardin, fueron algunas de las catedrales donde oficiaba casi todas las noches.

Los Robbins-Palermo, por su parte, ofrecieron en su residencia las fiestas más fastuosas dedicadas al jet set internacional y por ello las más comentadas del momento. Las páginas coloreadas de la prensa de la Ciudad de México se dieron vuelo mostrando rostros hermosos, reseñando joyas preciosas y sin faltar la ropa femenina creada por célebres modista(o)s. Incluso la lencería finísima de algunas damas luciendo ropa breve o transparente. El whisky y la champaña a raudales y como único top secret el número de inhalaciones de cocaína durante la noche. ¡But of course!

 ¿Por qué Acapulco?

–Aunque parezca una pregunta obvia, Harold, ¿por qué Acapulco, por qué propiedades aquí y esta hermosa casa? –lo entrevista aquí el periodista James R. Fortson, para la revista Contenido (1981).

–Bueno, yo establecí contacto con México a través del ex presidente Alemán hace veintitantos años, en Los Angeles. El me habló muchas veces acerca de las virtudes de Acapulco, hasta que comencé a venir como turista. Hace 15 años compré unos terrenos en Las Brisas, que es una zona muy bella. Pero hace 2 años cuando decidimos venir a vivir aquí parte del año, yo me rehusé a ir a Las Brisas.

 ¿Por qué Las Brisas no?

–Porque para mí es un ghetto para extranjeros. Yo pensé que si íbamos a vivir en México, debíamos hacerlo en una zona mexicana del puerto, con amigos y vecinos mexicanos. Si me hubiera ido a Las Brisas… pues mejor me habría quedado en Beverly Hills, en Nueva York o en Europa, porque a la gente de allá me la encuentro en esos lugares todo el tiempo. Por eso, pues, me vine aquí…

–¿No tienes sentimientos de culpa o de vergüenza cuando contemplas tanta miseria a tu alrededor en Acapulco, siendo tu tan excepcionalmente rico .

–No, porque yo contribuyo con parte de mi tiempo, de mi esfuerzo y de mi dinero…Yo creo que en México debería haber una mayor interacción de las varias estructuras de la sociedad. Yo amo a este puerto y a su gente y obviamente no te estoy hablando de los turistas ni de los comerciantes, sino de mis amigos y de la gente que trabaja. Es gente buena.

¿Excepcionalmente rico?

–Bueno, sí. A partir de 1949 el fisco de mi país me audita anualmente y desde entonces jamás he ganado menos de un millón de dólares por año. Los últimos, la verdad sea dicha, han subido a tres… ¡millones de dólares, por supuesto!

La hermosa Grace

 A Grace (Palermo), esposa de un Robbins de 75 años, joven y hermosa, presente en la entrevista, no le molesta que él presuma de una infidelidad casi patológica. (En realidad era la segunda esposa aunque él mentía al presentarla como la sexta).

–El sabrá por qué lo dice, contesta Grace. Yo sólo sé que está conmigo y que jamás me aburre. No es mi caso, por cierto, el de la tercera o cuarta esposa de Harold que se puso histérica y lo insultó cuando le informó que había renunciado de un trabajo. No deseo pelear contigo, le dijo él, lo único que quiero es que salgas de mi vida, ¡ahora mismo! ¡Ése es mi Harold!

–Grace: comparando sus casas de Los Angeles, Francia (Le Cannet) y esta de Acapulco, ¿cuál gozas más, y por qué?.

–Es muy difícil responder a esa pregunta. Cuando estamos en donde estamos es porque allí queremos estar y, consecuentemente, esa es la casa que estamos gozando más. (Robbins se divorcia de Grace en 1992 para casarse dos años más tarde con Jan Stepp, con quien vivirá hasta su muerte en 1997.

 Robinns, ¿pornógrafo?

 Harold Robbins, acota Fortson, tuvo muchos problemas con la censura oficial, los púlpitos clericales y las sentencias moralinas a causa de su “amarillismo literario”. El elevado contenido erótico de sus obras, sus fuertes escenas sexuales, homosexuales, bisexuales y el consumo de drogas escandalizó a una sociedad gazmoña. Enmarcado todo ello en idílicos romances, suspenso, lujo, paisajes paradisíacos, poder y dinero. El apunte del entrevistador da en el blanco y el escritor ofrece la respuesta precisa:

–El mundo es como es aunque haya muchos hipócritas a quienes la verdad disgusta en razón de su propia y muy peculiar moralidad.

Harold recuerda el caso de su primera novela No amarás a un extraño (1948), acusada por un funcionario público de Filadelfia de “corromper la moral pública”. Mismo funcionario que fue procesado cuatro años más tarde por figurar en la nómina de todos los burdeles de la ciudad. ¿Dónde está, pues, la moralidad?, preguntó.

Tony Rullán

 Tony Rullán, empresario discotequero y uno de los grandes amigos de Robbins en Acapulco, habla de él como un bon vivant que sabía disfrutar los placeres simples de la vida: un hombre que irradiaba talento y buen humor.

–¿Algún recuerdo especial?, –preguntamos–.

–Bueno, sí, un día le pregunté a qué se debía su semblante siempre joven y vital. Su respuesta fue rapadísima, acompañada por una sonora carcajada.

–Sencillo, Tony, ¡porque como mucho coño!

Harold por Harold

Harold Robbins se retrata a sí mismo:

Muerta su madre al nacer, Francis Kane, su nombre de pila, es criado en un orfanato donde recibió el nombre adoptivo Harold Rubin, el apellido del padre que él transformará más tarde en Robbins. De su infancia recordará su afición a instalarse bajo las escaleras del edificio que habitaba, sólo para ver la ropa interior de las damas, preferentemente a las niñas. De su juventud, aceptara que uno de sus problemas en la secundaria fue precisamente que hablaba demasiado de sexo.

Aumentándose la edad, Harold logra ingresar a la Marina pero es echado al descubrirse el engaño. Regresa a Nueva York y consigue trabajo paleando la nieve de las calles. Cuando cumple los 20 años se dedica al negocio de los alimentos y en él gana casi 2 millones de dólares. “Fue entonces cuando me entró la ambición. Lo perdí todo al pretender especular con azúcar portorriqueña, vendiéndola a 4.85 dólares el kilo. Pero viene el presidente Roosevelt y la baja por la guerra a 4.65 dólares, haciéndome perder mis 2 millones de dólares más otros dos más que me habían prestado.

Quebrado y humillado, Robbins se muda a Hollywood donde con la ayuda de su suegro encuentra trabajo como empleado de envío en la empresa cinematográfica Universal Pictures. Allí, luego de una vertiginosa carrera y gracias a sus habilidades con los números es promovido a analista de presupuesto y más tarde a vicepresidente. Será entonces cuando los hados del destino le marquen el suyo. Alguna vez se niega a comprar un libro cinematográfico “no por caro sino por malo”.

–¡Pero tú qué carajos sabes de literatura!, le reprocha el ejecutivo del área especializada.

–¿No?, pues te apuesto 100 dólares a que puedo escribir algo mucho mejor que estas pendejadas.

Tres semanas más tarde, Harold entrega a su subordinado un texto titulado No amarás a un extraño, basado en su propia experiencia en el orfanato y en las calles de Nueva York. El hombre cobró los 100 dólares de la apuesta y a partir de entonces ya no dejará de escribir hasta convertirse en uno de los escritores más vendidos del mundo.

La obra

 Harold Robbins no escondía sus riquezas materiales, alardeaba de ellas con la convicción de que cada centavo era producto de su trabajo. “Y es que está cabrón escribir 5 mil palabras al día”, justificaba. Llegarán a figurar entre sus bienes 14 automóviles de diversas marcas, un yate de lujo de 85 metros y, como ya se ha dicho, residencias palaciegas en Acapulco, Beverly Hills y Francia.

Aunque el vendedor de best sellers tuvo sueños guajiros de colocarse en el cenáculo de los mejores escritores del mundo y de todos los tiempos, los severos críticos literarios estadunidenses lo pondrán en su lugar. No pocos lo calificarán de “pornógrafo despreciable”; no obstante, recibirá aplausos y aliento de importantes medios de su país.

1.- Uno de los cinco escritores con más best sellers del mundo: Saturday Review.

2.- Un incomparable narrador de historias: UPI (United Press Intrnational)

3.- Las novelas de Robbins están llenas de acción y de colorido: The Wall Street Journal.

4.- Un maestro: revista Playboy.

5.- Diálogos espectaculares, una vez comenzada la lectura es imposible dejarla: Publisher.

 Cine y televisión

 El cine y la televisión se nutrieron ávidamente de la obra de Robbins, casi siempre con resultados espectaculares y muy rentables. Figuran entre estos Los insaciables, basada en un libro del mismo título, un esbozo de la vida alucinante de Howard Hughes, quien por cierto vino a morir a Acapulco. Más tarde, Sam Peckimpah hará del tema un western con el título de Nevada Smith, con Steve Mc Queen. Basada también en un libro de él, la cinta El barrio contra mí, con Elvis Presley.

Más cintas: Dónde ha ido el amor, con las grandes divas Bette Davis y Susan Hayward; El Betsy, con Laurence Olivier; Avenida del Parque 79, la vida del hampón Bugsy Siegel; No ames nunca a un extraño, con John Drew Barrymore; La señora sola, con Pia Zadora; Aguja, crimen, violencia y erotismo con Britt Eklun y El Pirata, con Franco Nero.

Para quienes prefieran leerlo:

La maldición, El narrador, El semental, El magnate, La sábana santa, El descenso de Xanadú, Adiós, Jannete, Los herederos, Pirañas, El líder, Los aventureros, El predicador, Los sueños mueren primero, Sin City y más.

 El declive y la muerte

 A partir de 1982 Robinns se vio obligado a usar silla de ruedas debido a un accidente cerebro-vascular inducido por la cocaína. No obstante, escribirá cuatro libros más con la ayuda del escritor Junius Podrug. Será entonces cuando decida vender su valiosa colección de automóviles, sus villas en Acapulco y el sur de Francia, el palacio de placer de Beverly Hills y el yate de 85 pies en el Mediterráneo. Los cuatro últimos años de existencia los vivirá modestamente en su casa desértica donde muere por problemas respiratorios el 14 de octubre de 1997, a los 81 años.