23 septiembre,2024 6:15 am

Hasta encontrarlos

 

 

Jesús Mendoza Zaragoza

El viernes pasado fue develada una escultura, una hermosa escultura, realizada por Aza Evans en la playa Tamarindos, junto a la Costera, por iniciativa de Familias de Acapulco en Busca de sus Desaparecidos. He podido hacer un acompañamiento pastoral a este colectivo desde sus comienzos y, por esa razón, he podido ponderar los grandes esfuerzos que han hecho a lo largo de estos años para encontrar a sus desaparecidos, como su objetivo central. A lo largo de este tiempo, las familias han desarrollado una serie de tareas necesarias para encontrar a sus desaparecidos.

Han ido a los cerros de Acapulco y a otros sitios en los cuales se presume que pueden encontrar sus restos, provistos de picos, palas y varillas. Además, han buscado el apoyo de las instituciones gubernamentales que tienen responsabilidades relacionadas con las búsquedas, muchas veces sin los resultados que quisieran. Ponen su atención en las familias que llegan a pedirles auxilio, acompañándolas para hacer la denuncia y demás trámites legales necesarios para que las autoridades tomen sus casos, investiguen y hagan lo que toca para resolverlos.

Además, han buscado el apoyo jurídico necesario apoyados en organismos de la sociedad civil para mantener su lucha respaldada por las leyes vigentes. Otra cosa muy valiosa que han hecho está en buscar el apoyo psicosocial que necesitan para ponerle límites al dolor, a la rabia y a las enfermedades que suelen asomarse ante tanto sufrimiento. Han aprendido a cuidar su salud emocional y espiritual para mantenerse en las mejores condiciones de salud para mantener su lucha. Se han esforzado en temas de autocuidado y de contención emocional para mantener la lucidez necesaria para seguir buscando a sus desaparecidos.

Como podemos ver, el ritmo de vida de este colectivo, así como el de las decenas de colectivos que hay en Guerrero y en el país, es muy compleja. La búsqueda de sus desaparecidos expone a las familias a muchos riesgos. Riesgos como el ser estigmatizadas, discriminadas e incomprendidas por la misma gente que carece de empatía, de sensibilidad y de compasión. También viven expuestas a las diferentes formas de revictimización y de corrupción de parte de las burocracias gubernamentales comodinas que carecen del sentido de responsabilidad para atender sus casos. Aún más, viven expuestas al costo económico de sostener a sus familias y de sus búsquedas que, en ocasiones, suele ser demasiado pesado.

La desaparición de un familiar cambia tantas cosas en las familias, tales como la perspectiva de la vida en adelante. Les cambia la vida como nunca se imaginaron. Sucede que muchas familias de desaparecidos se resisten a agruparse en colectivos debido a una crisis de impotencia y abandono. Llegan a pensar que ya no tienen salida posible y sólo se conforman con sobrevivir debido al miedo y a la impotencia. Deciden con tanto dolor no buscar a sus desaparecidos debido a la desconfianza a sus mismos vecinos y en las instituciones encargadas de apoyarlas para hacer sus búsquedas y su autoestima se derrumba. Sin esperanzas, renuncian a recuperar su dignidad y se van hundiendo en la desesperanza.

Por eso, la escultura de Aza Evans colocada junto a la Costera, puede significar la necesaria esperanza que respalda la lucha de los colectivos para continuar sus esfuerzos, a pesar de las adversidades, para encontrar a sus desaparecidos. La esperanza es una actitud espiritual fundamental, tan necesaria para afrontar el dolor y las adversidades que se encuentren en el camino. Según la descripción de la autora de la escultura, ésta está representada en una “figura femenina con expresión serena y determinada, y una postura erguida y firme … que representa la inquebrantable voluntad y la fuerza de carácter de aquellas personas que siguen buscando a sus seres queridos a pesar de las dificultades y el paso del tiempo”.

Además de Familias de Acapulco en Busca de sus Desaparecidos, hay otras dos organizaciones de víctimas de desaparición en Acapulco: Memoria, Verdad y Justicia; y también Colectiva Fe y Esperanza de Encontrarles Guerrero, que hacen esfuerzos inmensos en esa tarea. Estas organizaciones viven fortalecidas por la esperanza, de la cual dan testimonio ante todos los ciudadanos que vivimos desesperanzados. La esperanza respalda la lucha, la organización, la movilización y la misma conciencia que tanta falta nos hace a todos para caminar hacia la utopía de la justicia y de la paz. La esperanza es la que moviliza y nos hace pensar en formas nuevas de vida y de lucha, inspira caminos no violentos para resolver conflictos y a empujar al país hacia adelante.

Sin esperanza, nuestra imaginación se oscurece y perdemos la creatividad para imaginarnos el mundo que necesitamos y deseamos y fácilmente olvidamos las utopías. Sin esperanza perdemos la memoria y nos exponemos a cometer los mismos errores del pasado y sin memoria olvidamos nuestras raíces, nuestras dolencias nacionales y nuestra identidad. Y sin esperanza nos extraviamos en los odios y las divisiones del pasado, del cual no corregimos ni aprendemos a caminar juntos. Nuestros pueblos y nuestros gobiernos necesitan esperanza para caminar de la mano hacia adelante.

Todos, todos, gobiernos y sociedad hemos cometido errores en este camino, no hemos sabido reconocer que si no caminamos juntos no hay salida que valga. La delantera le corresponde a la esperanza, que es tan diferente de las expectativas facciones de organizaciones políticas, de la delincuencia organizada, de organizaciones de la sociedad civil y de las instituciones del Estado mexicano, La esperanza no corresponde a expectativas facciosas alimentadas de abusos, discriminaciones e injusticias. Sólo la esperanza nos muestra el sendero hacia la paz porque abraza al país entero sin abandonar a nadie a su suerte. Eso es lo que están haciendo ya los colectivos de familias de desaparecidos. Nos están marcando ya una ruta hacia la paz.