5 septiembre,2024 10:54 am

Hasta julio salieron 5 mil 646 jornaleros agrícolas de la Montaña, informa Tlachinollan

 

De ellos, mil 999 son niños de 3 a 15 años de edad y el municipio de Cochoapa el Grande es el mayor expulsor de jóvenes y niños, de acuerdo con los datos de la organización

 

Chilpancingo, Guerrero, 5 de septiembre de 2024. Al iniciar, en este mes, la temporada alta de migración de los jornaleros indígenas de la región Montaña, el Centro de Derechos Humanos de la Montaña Tlachinollan, informó que de enero a julio han salido 5 mil 646 jornaleros desde los municipios que la conforman.

De ellos, mil 999 son niños de 3 a 15 años de edad y el municipio de Cochoapa el Grande es el mayor expulsor de jóvenes y niños, de acuerdo con los datos de la organización.

Según estos datos, el año pasado salieron de los municipios de la Montaña 12 mil 493, de los cuales 6 mil 63 fueron mujeres y 6 mil 430 hombres.

De acuerdo con los datos de Tlachinollan, del total de mil 999 niños de tres a 15 años que han salido de enero a julio de los municipios de la Montaña, la mayoría son de Cochoapa el Grande, que reporta 737; le sigue Tlapa, con 417, y Metlatónoc con 313.

En un documento denominado El acecho de la muerte a las familias jornaleras, Tlachinollan recuerda el accidente ocurrido el 29 de agosto pasado, en Zacatecas, en el que fallecieron tres jornaleros, dos de ellos de Guerrero.

Ese día, perdieron la vida una mujer embarazada y un niño de 7 años, de la Montaña, en el accidente ocurrido en la carretera federal 49, cerca del entronque del municipio de Cañitas de Felipe Pescador, Zacatecas.

De acuerdo con los informes que obtuvo Tlachinollan, las familias jornaleras habían terminado su jornada de trabajo con los menonitas en el municipio de Río Grande y regresaban “del arduo trabajo”, cuando el conductor del autobús perdió el control del volante y terminó volcado en la carretera de Juan Aldama a Fresnillo, Zacatecas.

Las familias jornaleras tenían que llegar a la comunidad Río Florido, municipio de Fresnillo, para trabajar en la cosecha de hortalizas las siguientes semanas.

“Estuvieron toda la noche a la intemperie, con el dolor y sin la atención de las autoridades. Fue hasta las 2 de la mañana, del viernes 30 de agosto, que llegó personal de la Fiscalía de Fresnillo para realizar el levantamiento de las cinco personas que fallecieron, entre ellas el conductor, así como el niño Alexander de 7 años y su mamá Maricela, originarios de la comunidad me’phaa bathaa Santa María Tonaya, pero radicaban en Monte Olivo, municipio de Tlapa”, detalló Tlachinollan.

Refirió que los paramédicos confirmaron la muerte de los jornaleros, entre ellos la mujer embarazada y el menor, de la entidad.

De 45 pasajeros, al menos 12 lesionados fueron trasladados en ambulancias al hospital regional de Fresnillo, para su atención médica.

La organización refirió que los representantes de la Guardia Nacional señalaron que la mala condición del autobús generó que se destrabara una llanta trasera y por eso el chofer perdió el control.

Indicó que Tlachinollan realizó una solicitud a la Secretaría de los Migrantes y Asuntos Internacionales, de Guerrero, para el apoyo de traslado de los dos cuerpos de la familia jornalera me’phaa bathaa. “Sin embargo, al no contar con un programa para casos emergentes, lo turnó al DIF estatal para cubrir los costos de traslado”.

Reprochó: “Este es el drama de las familias jornaleras de la Montaña, sumidas en la pobreza. Los trabajos en los campos agrícolas o rancherías sirven para paliar el hambre, a pesar del irrisorio salario de 30 a 35 pesos la arpilla en el corte de chile y tomatillo”.

Denunció que la renta de las casas oscila de 4 a 8 mil pesos durante tres meses de la cosecha.

“La población jornalera es invisible para las autoridades estatales y federales. Los trabajadores agrícolas no cuentan con prestaciones de ley. No tienen contratos y por lo mismo permanecen sin certeza laboral, en la esclavitud”, denunció el organismo que da seguimiento al problema de los jornaleros de la Montaña.

Recriminó: “En los campos no tienen vivienda digna, escuelas, guarderías para las infancias y mucho menos un seguro de viajero, y con la esperanza de una vida mejor, en los caminos y los campos los asecha la muerte”.

 

Texto: Zacarías Cervantes / Foto: Archivo-Carmen González