12 diciembre,2018 12:29 pm

Hay un orangután en mi habitación: el debate sobre el aceite de palma 

¿Se trata de un producto perjudicial para la salud? ¿Debe ser sustituido por causar una enorme destrucción en el medio ambiente? Hablan los expertos.
Pocos productos han causado este año tanta controversia y centrado tanto el debate público sobre la alimentación como el aceite de palma. ¿Se trata de un producto perjudicial para la salud? ¿Debe ser sustituido por causar una enorme destrucción en el medio ambiente? ¿Las críticas se han exagerado sin base científica?

El debate llegó incluso a la Navidad, después de que en Reino Unido se prohibiera un anuncio de una cadena de supermercados porque las autoridades lo consideraron demasiado “político” para la época navideña. No hablaba del “Brexit” o del Gobierno, sino de cómo la especie humana está poniendo en peligro el futuro de los animales y de sí misma.
En el anuncio, una pequeña hembra de orangután aparece un día en la habitación de una niña, que quiere echarla porque no hace más que poner patas arriba sus cosas… hasta que escucha la explicación de por qué está allí.

Qué es el aceite de palma
El aceite de palma y sus derivados se obtienen del fruto de la especie Elaeis guineensis, conocida como palma africana o aceitera. Aunque tiene su origen en África, se cultiva masivamente en Asia, en países como Indonesia y Malasia, de donde procede el 86 por ciento de toda la producción mundial. En las últimas décadas las plantaciones se han extendido a Latinoamérica, sobre todo a Colombia, Perú, Brasil y la zona de Petén en el norte de Guatemala.
Además de sus usos alimentarios, los derivados del aceite de palma se emplean en la industria de la cosmética y en la producción de biodiésel. Se pueden encontrar en una gran variedad de platos preparados y alimentos procesados como helados, salsas, margarinas, galletas, bollería o aperitivos dulces y salados.
¿Por qué tanto éxito frente a otros aceites? Los expertos coinciden en que es muy económico y además muy versátil, por lo que resulta difícil sustituirlo, destaca la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) de España en un informe sobre la palma.
La web Carro de combate, especializada en consumo responsable e investigaciones periodísticas sobre el sistema de producción de los alimentos y su impacto sobre los ecosistemas, destaca entre las ventajas lo sencillo del cultivo y su rendimiento por hectárea, muy superior a otras plantas productoras de aceite. Uno de los principales argumentos de los defensores de la palma es que para producir la misma cantidad de aceite procedente de cualquier otra planta (olivo, girasol, soja o colza) se necesitaría una extensión de tierra mucho mayor.
Las autoras de “Carro de combate” subrayan, sin embargo, que “la ecuación no es tan sencilla: la expansión de la palma aceitera se ha producido a costa de bosques de alto valor ecológico, pues ambos necesitan las mismas condiciones climáticas para existir. La devastación ha sido inmensa en países como Indonesia y Malasia”, hogar precisamente de la cría de orangután del anuncio británico.
Qué dicen los expertos
En junio de este año la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) publicó un informe que llamó la atención porque subrayaba que pese a estos problemas el boicot no es la solución.
“Cuando uno considera a escala mundial los impactos desastrosos que tiene el aceite de palma sobre la biodiversidad, no encuentra soluciones fáciles”, destacaba el informe. “La mitad de la población mundial utiliza aceite de palma en su comida, y si lo prohibimos o boicoteamos, lo más posible es que sea remplazado por otros aceites vegetales que requieren más tierra. El aceite de palma está aquí para quedarse, así que necesitamos urgentemente acciones coordinadas para hacer más sostenible su producción”, señaló la directora general de la UICN, Inger Andersen.
La periodista Nazaret Castro de “Carro de combate” y que viajó a Colombia, Ecuador y Guatemala para observar los efectos de la planta en los ecosistemas, coincide. “El problema no puede ser una planta, sino el modelo del agronegocio ligado a la agroindustria (y a los agrocombustibles y otros, porque del aceite de palma se sacan también cosméticos, champús, pinturas, etc.). Si se hace boicot al aceite de palma pero no cambia nada más, entonces las empresas recurrirán a ingredientes baratos ligados a impactos socioambientales igualmente destructores”, señala a la agencia noticiosa dpa.
Castro añade: “La solución a los graves problemas que enfrentamos no puede ser tan sencilla como cambiar un ingrediente por otro. Lo que necesitamos cambiar es el modelo de extracción, producción, distribución y consumo en su conjunto”.
Como respuesta a estos problemas surgió también la Fundación Española del Aceite de Palma Sostenible, que agrupa a una serie de empresas que trabajan con el objetivo de conseguir un aceite de palma 100 por ciento sostenible a lo largo de toda su cadena de producción. Horacio González Alemán, asesor de la Fundación, subraya a dpa que su objetivo es asimismo que el debate se haga sobre la base de la evidencia científica.
El aceite de palma y la salud
Se calcula que el aceite de palma se encuentra en uno de cada dos de los productos diarios de consumo en Estados Unidos y Europa, ya sea alimenticios o de cosmética.
Su enorme presencia se debe también a que ha sido el sustituto de las grasas hidrogenadas una vez que se descubrieron los efectos negativos de las mismas sobre la salud. Organismos como la Organización Mundial de la Salud (OMS) o la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) en cambio no han emitido ninguna prohibición respecto del aceite de palma, destaca González Alemán.
“En la alimentación, que es un tema muy debatido últimamente -no sólo la palma sino el azúcar o la acrilamida-, se está vendiendo una cierta angustia”, afirma, y lamenta que “muchas veces lo que es la evidencia científica no tiene la suficiente preponderancia en el debate público”.
“Como decía el refrán, salvo el dinero y el amor, todo lo demás, con mesura”, añade, y destaca que con una dieta que siga las recomendaciones de la OMS “el aceite de palma es un ingrediente que no tiene que plantear ningún problema para la salud”. “Haría falta más ciencia y menos opinión”, sentencia.
La OCU puntualiza que se trata de un aceite “muy rico en grasas saturadas, por lo que está lejos de ser una alternativa idónea desde el punto de vista del equilibrio nutricional y es preferible no abusar de él”.
¿Cuál es la solución? 
Los expertos de la IUCN creen que pasa por nuevas plantaciones de palma aceitera que no requieran talar bosques tropicales o áreas de turberas, “así como una mejor gestión de los parches de bosques intactos entre plantaciones, conocidos como tierras reservadas”.
“Hasta ahora, el aceite de palma certificado ha demostrado ser apenas marginalmente mejor para evitar la deforestación que su equivalente no certificado, pero este enfoque es relativamente nuevo y podría potencialmente mejorar la sostenibilidad. Se necesitan más esfuerzos”, afirman en su informe de mediados de año.
González Alemán destaca que en noviembre la Mesa Redonda sobre Aceite de Palma Sostenible (RSPO, por sus siglas en inglés), la principal organización de certificación de la palma, reforzó sus requisitos para dar el visto bueno, para hacerlos más estrictos en cuanto al respeto a la diversidad de los bosques, protección de los humedales y de los derechos sociales.
El asesor rechaza la que considera una “crítica de trazo grueso” que generaliza y penaliza a los productores certificados o a aquellos países que están haciendo las cosas bien. Distingue en este sentido entre la situación en Malasia e Indonesia y naciones como Colombia, que tras los Acuerdos de Paz con la guerrilla intenta que “los campos de cultivo que se han dedicado a la coca se transformen al aceite de palma, que es una manera de darle un desarrollo social y económico a una población que ha sufrido mucho”.
La periodista Nazaret Castro es mucho más crítica. “El impacto más brutal, tanto en términos ambientales como para las comunidades locales, es la contaminación y escasez del agua”.
“Por una parte, el monocultivo palmero requiere grandes cantidades de agua; por otra, los agroquímicos que se aplican a la palma llegan a las fuentes de agua que son, a menudo, las únicas de las que disponen las comunidades. He conocido muchos pueblos en Guatemala y Colombia donde, literalmente, las comunidades están consumiendo agua contaminada, sabiendo que les enferma, porque es la única que tienen”, subraya.
Ni el Estado ni las empresas responden y los campesinos, que hasta entonces vivían de sus propias cosechas, “ahora han perdido sus cultivos y sólo pueden ser empleados en la palma”.
Sin embargo, aunque los impactos sociales y los ambientales no pueden disociarse, Castro tampoco aboga por el boicot. El aceite de palma es un caso de estudio muy interesante para entender la agroindustria a nivel mundial, señala.
“Hace unos meses publicamos un editorial en la web (El boicot al aceite de palma no es la solución) preocupadas por la tendencia perniciosa que estaba teniendo la polémica (…), ya que en vez de promoverse un replanteamiento de la forma en que nos alimentamos o producimos energía los consumidores estaban buscando sustitutos directos del aceite de palma para seguir consumiendo las mismas galletas, pizzas o bollos”, lamenta.
En el anuncio navideño es más sencillo que en la realidad, pero al final la niña decide unirse a la pequeña orangutana y le promete luchar con ella para que el ser humano no acabe con su hábitat. “El futuro aún no está escrito -le dice-, y yo me aseguraré de que sea de los dos.”
Sobre el aceite de palma
Texto: Romina López La Rosa / DPA / Foto: Especial