10 junio,2021 5:10 am

Humboldt en Acapulco

Anituy Rebolledo Ayerdi

 

Mi solidaridad emocionada para mi querido amigo Andrés García Bustamante por el deceso de su señora madre, doña Cossete Bustamante viuda de García. Descanse en paz.

 

23 de marzo de 1803

Alexander von Humboldt (Berlín, Alemania, 1769 -1859) geógrafo, cosmógrafo, naturista y explorador que visitó Acapulco en marzo 1803, de paso a la Ciudad de México durante los cinco días de su permanencia, el sabio hará anotaciones interesantes y sorprendentes sobre la geografía, geología, clima y sismología de este puerto. Están contenidas en su célebre Ensayo político sobre el reino de la Nueva España (1822), del que transcribimos:

La posición económica de la familia Humboldt, de la que fue el segundo hijo, le permiten a Alexander una excelente educación en las universidades de Frankfurt, Goettingen y Hamburgo. Ingresa más tarde a la Escuela de Minas de Freiberg de la que sale con el cargo de inspector de minas, otorgado por el gobierno prusiano y que desempeña hasta 1797. Dos años más tarde planea con el médico y naturista francés, Aimé Bonpland, su amigo, un viaje de exploración por las colonias de Nueva España, Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú y Cuba.

Para hacerlo necesitarán la autorización del rey de España, misma que obtienen en estos términos: “A los mandos coloniales no se impida al señor Humboldt la conducción de instrumentos de física, química, astronomía y matemáticas. Tampoco realizar observaciones y experimentos lo mismo colectar libremente plantas, animales, semillas y minerales. Y de igual manera medir la altura de los montes, examinar la naturaleza de estos y hacer observaciones astronómicas y descubrimientos útiles para el progreso de las ciencias. Dado en Aranjuez el 7 de mayo de 1799”.

Acapulco, a la vista

Una vez cubierta la jornada sudamericana del viaje, Humboldt y Bonpland salen de Guayaquil a bordo de la fragata Orué para arribar a Acapulco el 23 de marzo de 1803. Cuando estibadores porteños desembarquen un número extraordinario de cajas y bultos no faltarán quienes, creyéndolos comerciantes sudamericanos, lamenten el arribo tardío a la Feria de Acapulco en sus últimos días. El cargamento será resguardado con vigilancia permanente en la casa del contador Álvarez Orduño. Una vez cubiertas las formalidades diplomáticas, la pareja de científicos se deshacen de sus botines para caminar y correr por las playas de la bahía. Humboldt escribirá más tarde:

“El puerto de Acapulco forma una inmensa concha cortada entre peñascos graníticos abierta al Sur-suroeste, que tiene de Este a Oeste 6 mil metros de ancho. De otra parte, estas costas peñascosas son tan escarpadas que un navío de línea puede rozarlas sin ningún riesgo, porque casi en todas partes hay de diez a doce brazas. Pocos sitios he visto en ambos hemisferios que presenten como Acapulco un aspecto más salvaje, y aun diré más lúgubre y romanesco”.

La Roqueta o Grifo

 “La islita de La Roqueta o del Grifo, está situada de manera que se puede entrar al puerto por dos canalizos ; el primero se llama Boca Chica que no tiene más de 240 metros de ancho desde la punta de Pilar hasta la de El Grifo. El segundo o Boca Grande comprendido entre la isla de la Roqueta y la punta Bruja, tiene milla y media de abertura; el fondo de la ensenada es de 24 a 30 brazadas”.

“Acapulco se distingue por su grande ensenada llamada bahía en la que el mar del SO se deja sentir con violencia por la anchura de la Boca Grande. El puerto comprende la parte más occidental de la bahía, entre la Playa Grande (hoy Larga) y la Ensenada de Santa Lucía (hoy Club de Yates); allí, muy cerca encuentran los buques un excelente fondeadero, de 6 a 10 brazas de agua. Allí mismo dimos fondo con la fragata Orué a nuestra llegada, treinta y tres días después de nuestra salida de Guayaquil.”

Bahía de la Langosta

Al observar el estrecho istmo que separa la bahía de Santa Lucía (Club de Yates) del abra de San Nicolás (La Quebrada), Humboldt apunta que tal parece que la naturaleza ha querido formar allí un tercer canalizo, semejantes a los otros dos. Este istmo que tiene cuando mucho 400 metros de ancho resulta notable desde el punto de vista geológico. “En él hemos trepado a un peñasco desnudo, con figura extraña, con apenas 60 metros de elevación, aparentemente despedazado por la acción prolongada de los terremotos, frecuentes en esta costa”.

 La bahía de Acapulco

 “La bahía de Acapulco no presenta en su vasta extensión más que un solo bajío con 40 metros de ancho, bautizado como Santa Anna por la pérdida inesperada en 1781 del navío Santa Anna, perteneciente al comercio de Lima, Perú. Los Bajos son unas piedras que hemos rosado a nuestra entrada por la Boca Grande. Los del Farallón del Obispo y la islita de San Lorenzo, cerca de la punta de Icacos, no presentan ningún riesgo porque son escollos visibles”.

El Marqués

“Al sureste de punta Bruja está el puertecillo del Marqués el cual forma una bahía de una milla de ancho con entrada de 18 a 20 brazas y en el interior de 8 a 19 metros de fondo. Se trata de un lugar solitario y salvaje que, si estuviera situado en la costa Oriental de la Nueva España, se convertiría en poco tiempo en una ciudad populosa.

Vendavales

 “Los vendavales son tempestuosos, duros, acompañados por espesas nubes que cerca de tierra se descargan con aguaceros que duran de 20 a 25 días. Vendavales que destruyen cosechas y arrancan de raíz árboles enormes. Yo he visto cerca de Acapulco una ceiba (Bombax ceiba) cuyo tronco tenía más de siete metros de circunferencia, arrancada de cuajo por el viento”.

Terremotos

“En Acapulco se observa que los estremecimientos telúricos se propagan en tres direcciones: a veces vienen del Oeste por el istmo del que acabamos de hablar; a veces del Noroeste, como si salieran del volcán de Colima; y otras veces del Sur. De algunos años a esta parte estos son los más fuertes y vienen precedidos de un ruido sordo, tanto más espantoso cuando más prolongado.

Los terremotos que se experimentan en la dirección del Sur se atribuyen a volcanes submarinos.

Comercio y navegación

“El ramo de comercio más antiguo e importante de Acapulco es el trueque de mercancías de las grandes Indias y de China con los metales preciosos de México. Este comercio limitado a un solo galeón, es sumamente sencillo, y aunque yo he estado en el mismo paraje en la que se celebra la feria más famosa del mundo, poco añadiré a las noticias que se han dado de ella. De cuando en cuando expiden un Galeón a Lima, Perú”.

El Galeón

El cargamento del Galón de Manila consiste en muselinas, telas pintadas, camisas de algodón ordinarias, seda cruda, medias de seda de China, obras de platería labrada por los chinos en Cantón o en Manila, especias y aromas.

“Según las leyes actuales el valor de los géneros que lleva el galeón no debería exceder los 500 mil pesos aunque generalmente asciende a un millón o dos millones de pesos. Calculo en treinta millones de pesos fuertes el valor de los productos transportados de Acapulco y Perú a la ciudad de México. El galeón de 1804 llevó a Filipinas a setenta y cinco religiosos dando a los mexicanos pie para decir que la Nao de China solo carga plata y frailes”.

La navegación Manila-Acapulco se hace a favor de los vientos alisios, siendo por ello la más larga que se pueda hacer en la región equinoccial de los mares; casi el triple de las costas de África a las Antillas. La de travesía contraria, Acapulco-Manila es corta y agradable tanto que comúnmente no dura más de cincuenta o sesenta días.

Camino de Asia

Después de una estancia de apenas cinco días en Acapulco, Humboltd y Bonpland emprenden el 28 de marzo el camino de “camino de Asia” –llamado así porque desde este puerto se llegaba a las Filipinas–, que los llevará a la Ciudad de México. Lo hacen utilizando 21 mulas. Pasan por Venta del Ejido Alto del Camarón, Alto de Pozuelos, Valle del Peregrino y el valle del río Papagayo. Cruzan la corriente en una balsa rústica y suben hasta Tierra Colorada, La Mojonera, Alto Cajones, Acahuizotla y Mazatlán.

Chilpancingo

En Chilpancingo, el sabio germano es deslumbrado por la belleza de las montañas que se yerguen al poniente y destaca su clima que más tarde, al compararlo con el de Taxco, los calificará como “los más agradables del mundo”. Mide la altura de Chilpancingo –mil 360 metros– considerándolo, tomando en cuenta clima, fertilidad y altura, apto para el cultivo del café, entonces poco conocido en México.

Humboldt narra haber adquirido en el camino Acapulco-Chilpancingo varios pañuelos de seda mexicana, producida por una especie de orugas que hilan semejante a las Bombyx Mori de China. También afirma que los caminos México-Veracruz y México- Acapulco, pasando por Chilpancingo, son los más transitados por la Nueva España. Este último, el mejor cuidado. Luego de consultar los libros parroquiales, el germano calcula la población de la hoy capital de Guerrero en 17 mil 952 habitantes.

En Chilpancingo conoce Humboldt a Martín Salmerón, El Gigante de Acalco ( Chilapa) cuya estatura, fijada en dos varas y tres cartas, Humboldt corrige a 2 metros con 24 centímetros. Una pulgada más alto que el Gigante de Borneo conocido por él en París en 1783. Martín El Gigante es utilizado por los realistas para espantar a los insurgentes en la toma de Chilapa. Apresado, el generalísimo Morelos lo perdona: “porque es usted un fenómeno extraordinario de la naturaleza y porque es un hombre bueno y por ello utilizado cruelmente por el enemigo”.

Once meses y medio más tarde de su llegada a México, los científicos, Humboldt y Bonpland, continuarán su aventura viajando esta vez hacia la isla de Cuba.

Humboldt: Mexicano Benemérito de la Patria

 Guadalupe Victoria, el primer presidente de México, concede a Alexander von Humboldt (1827) la ciudadanía mexicana en reconocimiento a las investigaciones científicas realizadas en la Nueva España. Ciudadanía de la que el sabio alemán se sentirá muy orgulloso, esto según lo escribe en una carta a un amigo.

Por su parte, el presidente Benito Juárez lo declara en 1869, por los mismos motivos, Benemérito de la Patria.

Ibidem: Ensayo político sobre el Reino de la Nueva España.