2 enero,2021 4:57 am

Ian McEwan: las cucarachas del “Brexit”

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 Adán Ramírez Serret

 

Hay pocos tópicos literarios tan eficientes, tan lúcidos y tan divertidos como la sátira: “dicho picante, mordaz y eficaz dirigido para ridiculizar y modificar” –RAE dixit–, para entender momentos históricos y comportamientos humanos.

A partir de la ironía, del sarcasmo, de la sátira, se descubren comportamientos que serían imposibles de ver, porque si no fuera por la dimensión que adquiere el mundo a través del humor; por medio de la estupidez que se observa en la inteligencia humana cuando se la dimensiona con un ojo satírico; sería imposible entender la política, no sólo del mundo actual, sino universal. El espíritu ambicioso que destruye y construye nuestra sociedad.

El Reino Unido tiene ejemplos paradigmáticos sobre esto: Los viajes de Gulliver, de Jonathan Swift; 1984, de George Orwell o la saga Preservation, del genial grupo de rock The Kinks son quizás tan importantes como, o más, que cualquier libro de historia, para entender la identidad de un país, por no decir de la humanidad.

Continuando esta tradición, la de la sátira, Ian McEwan (Aldershot, Reino Unido, 1948), escribe un pequeña novela, satírica y directa, sobre el Brexit (la salida del Reino Unido de la Unión Europea). Ese momento extraño, y quizás adivinatorio que vivimos antes del Covid, en donde se reflexionaba sobre una idea opuesta al capitalismo, parecido a la Edad Media, por cierto, de cerrar fronteras y vivir en pequeñas comunidades. La idea chauvinista de considerarse tan suficientes para no necesitar del mundo y de su economía.

La cucaracha, es una novela que parodia el inicio de la paradigmática novela, breve e inigualable, de Franz Kafka; La metamorfosis. Sólo que en lugar que Gregor Samsa, despierte un día convertido en insecto –en cucaracha para el imaginario universal– se trata de un bicho que de la noche a la mañana amanece convertido en humano, y en lo que ata cabos sobre su transformación descubre que es el primer ministro del Reino Unido. Una cucaracha que sabe del hacinamiento y la coprofagia, tiene un buen perfil como político.

Las primeras páginas relatan la experiencia de un insecto y sus primeras –y asquerosas impresiones al descubrirse humano–. Un cuerpo bastante limitado, y en donde el narrador dice: “por una grotesca inversión su carne vulnerable está ahora fuera del esqueleto”.

Es entonces en cuanto el texto deja de ser “kafkiano”, una metáfora sobre la degradación del ser humano del siglo XX, sobre la sobre explotación y el hacinamiento, y más bien, se transforma en una idea ultra capitalista en donde es mejor ser cucaracha, pues sobrevivieron a los dinosaurios, que un humano clasemediero que lo único que busca son sus satisfacciones inútiles. La descripción del humano moderno, cuando descubre “un montoncito de excremento animal, todavía caliente y débilmente humeante. En cualquier otro momento, se habría alegrado. Se consideraba un conocedor. Sabía vivir bien”. La conciencia ruin de nuestra mediocridad.

McEwan habla del “reversionismo” –el símil al Brexit– una idea económica conservadora que plantea que el capitalismo funcione al revés, que en lugar de que el usuario busque la mejor oferta, dé dinero por ella, y que sea el propietario quien pague por dar un servicio: el cliente que se transforma en dueño. Idea genial, nunca utilizada, que se parece al Brexit. El chiste se cuenta solo.

McEwan, es fiel a su tradición personal de escribir libros que por medio de la ficción descubren la esencia humana. Esas historias que cuando animalizan al ser humano, revelan mediante la prosopopeya, que caballos, conejos y cucarachas, tienen muchísimo de humanos. Para su desgracia, por supuesto. Y que quizá nuestros parientes biológicos sean los simios, pero a quienes nos parecemos, sobre todo en política y economía sea a las ratas y las cucarachas.

Ian McEwan, La cucaracha, Barcelona, Anagrama, 2020. 127 páginas.