EL-SUR

Jueves 04 de Julio de 2024

Guerrero, México

Política  

La ejecución del comandante del FUSDEG, ajuste de cuentas de la delincuencia, dice el obispo Rangel

La pugna entre comunitarios rebasó al gobierno por su actitud permisiva y blanda, considera

Alfonso Marín AmezcuaChilpancingo

Octubre 18, 2016

El obispo de la diócesis Chilpancingo-Chilapa, Salvador Rangel Mendoza, advirtió que el asesinato del comandante del Frente Unido para la Seguridad y el Desarrollo del Estado de Guerrero (FUSDEG), Julio Alarcón Astudillo, fue un ajuste de cuentas de la delincuencia que disputa el poder económico, “que se juega debajo de la mesa”, derivado del trasiego de enervantes en el corredor Petaquillas-Xaltianguis.
Subrayó que la pugna entre las policías comunitarias del FUSDEG y pobladores allegados a las comisarías de El Ocotito y Petaquillas ha rebasado al gobierno estatal que cuenta con autoridades “permisivas, blandas y tolerantes”, de lo que se deriva la presunta filtración del crimen organizado en los dos grupos armados.
Por tal motivo, Rangel Mendoza externó que la capital del estado es un “terreno fértil” que facilita a los delincuentes infiltrarse en las policías comunitarias y en los “grupos políticos, “o en intereses particulares, porque uno ya no sabe a quién mirar para señalar como responsables de tanta inseguridad”.
El asesinato de Alarcón Astudillo, quien trabajaba como chofer del transporte público de la ruta Chilpancingo-Petaquillas, ocurrió a las 11:50 de la mañana del domingo, en la entrada del estacionamiento del mercado ubicado frente a la avenida Juan Ruiz de Alarcón y a una cuadra de la iglesia San Francisco.
Mientras que el jueves de la semana antepasada dos policías comunitarios allegados a la comisaría de El Ocotito fueron secuestrados en el entronque de Tierra Colorada de la carretera federal México-Acapulco, presuntamente por el FUSDEG.
Entrevistado en sus oficinas del obispado en esta capital, Rangel Mendoza remarcó que la ejecución del comandante y la desaparición de los dos policías comunitarios son la muestra evidente de la ruptura del tejido social en Guerrero, y que atraerá como consecuencia “crímenes peores y desagradables que en cualquier momento ocurrirán”.
Añadió que el estado necesita de un “pacto social” en la sociedad, la iglesia, el sector educativo y el gobierno estatal, para promover una educación a favor de la paz y la concordia, que erradique la delincuencia que impera en la entidad.
Sobre el conflicto en Petaquillas y El Ocotito, que en 10 días se agravó ante la ejecución y las desapariciones, Rangel Mendoza indicó que el conflicto se debe al ajuste de cuentas del crimen organizado para adquirir la derrama económica que se “mueve” en esos pueblos, copados por la delincuencia.
“Lo que vemos ahorita es la lucha de poder, de prepotencias, y finalmente el dinero que se juegan debajo de la mesa; y es aquí donde hago un llamado a la paz y a la concordia, porque el valor verdadero es la vida, donde se fundamentan todos los valores, porque si no tenemos vida, para qué queremos lo demás”, dijo.
Además, indicó que la injerencia de los grupos delictivos presuntamente infiltrados en Petaquillas y El Ocotito obran de manera repudiable al secuestrar a mujeres jóvenes, incluso menores de edad, tanto en Chilpancingo como en Chilapa.
De los intentos del gobernador Héctor Astudillo Flores y del alcalde priista capitalino, Marco Antonio Leyva Mena, de pacificar el conflicto que mantienen ambas comunidades, monseñor Rangel Mendoza remarcó que las autoridades estatales fueron rebasadas por actuar de manera “blanda, complaciente y permisiva”, desde el momento en que ocurrió el primer enfrentamiento a balazos y golpes en Petaquillas, el pasado 10 de septiembre
Aunque agregó que a la Fiscalía General del Estado (FGE) la investigación “también se le salió “de las manos”, y por ello deberá intensificar sus labores de inteligencia para identificar a los responsables del conflicto, “porque esas personas buscan intereses económicos; y por ahora, se les debería retirar la canasta”.
Sin embargo, Monseñor adelantó que una posible razón de la omisión de las autoridades se debe al “interés electoral”, pues quienes aspiran a ocupar un puesto público “pretenden quedar bien con ambas partes y no obran con mano dura, pero como lo decía Jesús: no podemos servir a dos amos”, dijo.
Por ello, Rangel Mendoza denunció que Chilpancingo es un “terreno fértil” donde los delincuentes pueden infiltrarse en las policías comunitarias o los “grupos” políticos, “o en intereses particulares, porque uno ya no sabe a quién mirar como responsables de tanta inseguridad”.
Reiteró que los dos grupos antagónicos pudieran tener vínculos con los “tres o cuatro” grupos que se disputan la primacía en la capital, aunque subrayó que además de estos criminales operan en favor de la inestabilidad “actores políticos y sindicalistas, que no puedo decir quiénes son por motivos de seguridad”.
Finalmente, Rangel Mendoza expuso que el problema para generar la concordia en ambos pueblos capitalinos se debe a la poca disposición para dialogar de manera tolerante, “porque están anteponiendo sus intereses económicos, por encima de las personas”.