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Miércoles 09 de Octubre de 2024

Guerrero, México

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Atado, con los ojos vendados, 36 días en la sierra de Coyuca de Catalán

* En su casa, el diputado federal Héctor Pineda cuenta a sus amigos que nunca vio a los captores y sólo sabe que eran seis * Fueron siempre atentos, no lo trataron mal y nunca le dijeron una mala palabra, afirma * Le preguntan si presentará una denuncia y responde: “¿Y a quién voy a … Continúa leyendo Atado, con los ojos vendados, 36 días en la sierra de Coyuca de Catalán

Septiembre 07, 2002

* En su casa, el diputado federal Héctor Pineda cuenta a sus amigos que nunca vio a los captores y sólo sabe que eran seis * Fueron siempre atentos, no lo trataron mal y nunca le dijeron una mala palabra, afirma * Le preguntan si presentará una denuncia y responde: “¿Y a quién voy a demandar?

Gregorio Urieta, corresponsal, Coyuca de Catalán * Después de 36 días secuestrado en algún lugar de la sierra de Coyuca de Catalán o tal vez de Ajuchitlán, el diputado federal priísta, Héctor Pineda Velázquez fue liberado la madrugada de este viernes, a unas cuadras de su domicilio particular, manifestó en una plática en su casa.

El rumor de que pronto sería liberado el diputado federal identificado con el grupo político del por sus secuestradores comenzó a circular desde fines de la semana pasada. Algunos amigos de Pineda Velázquez mencionaron que ya no se les permitía el acceso al domicilio desde el fin de semana pasado y este jueves el corresponsal obtuvo la versión de que el diputado ya se encontraba en su casa, a la que acudió ese mismo día por la mañana. Ahí estaba su esposa, la profesora Ernestina Flores Solorio, quien anteriormente estaba en el domicilio de uno de sus hermanos. Ella negó categóricamente que el diputado ya hubiera sido liberado e incluso se quejó, llorando, que algunos medios de comunicación le habían causado un gran daño a la familia con lo que habían publicado. Pero sorpresivamente la mañana de este viernes se difundió la noticia de que el diputado ya estaba en su casa.

Visiblemente disminuido físicamente, pero emocionado, Héctor Pineda estuvo recibiendo a sus ex compañeros del magisterio, familiares y amigos durante toda la mañana. Varios de ellos lloraron junto con el diputado federal.

Allí estuvieron desde las primeras horas de la mañana las cabezas de su grupo político: Antonio Vargas Pineda –quien en ausencia de Héctor encabezó el grupo–, e Hipólito Hernández; los dirigentes madracistas en la región, Ulises Portillo Vargas e Hilario Salazar; llegó después el candidato a diputado por el distrito 20, David Ruiz Rojas. También desde temprana hora estuvo a desayunar con él el diputado federal Efrén Leyva Acevedo. Recibió asimismo muchas llamadas de familiares y amigos, entre éstos del coordinador de los diputados federales del PRI, Rafael Rodríguez Barrera, y de la presidenta de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados, Beatriz Paredes Rangel. Del estado, recibió la llamada del senador Héctor Astudillo.

El cliente 

Pineda Velázquez contó emocionado al grupo de amigos que lo acompañó desde temprano la situación en que se encontró durante los 36 días que duró su cautiverio. Siempre estuvo atado, vendado de los ojos y con la cabeza hacia abajo, lo alimentaban con puro atún y pan Bimbo.

“Me trataban bien. Nunca me dijeron una mala palabra o insulto. Para ellos, yo simplemente era un cliente con el que iban a hacer un negocio. Me preguntaron que si estaba tomando pastillas les dijera, para ir a comprarlas. Son gente muy profesional”, dijo.

Los ojos del diputado federal se llenan de lágrimas al recordar la situación en que vivió durante los 36 días que duró su cautiverio. “Me dijeron que mi familia no estaba cooperando y para presionar me hicieron escribir una carta, cruel, me hicieron escribirla en los términos que ellos quisieron y me hicieron firmarla. Me imaginé el dolor que les iba a causar cuando la leyeran. Perdí la noción del tiempo y por estar vendado dejé de conocer la luz.

“Cuando cerraron el trato caminamos mucho tiempo y me trajeron, me dejaron a unas cuadras de la casa, me quité la venda y la luz se me hacía extraña; ya no reconocía el lugar, no sabía en dónde estaba y todavía cuando llegué a mi casa no daba crédito, ya había perdido la esperanza de regresar y de veras agradecí a Dios que no se hubieran llevado a mi hijo”.

Héctor Pineda no revela el monto pagado por su rescate, ni en dónde se hizo el intercambio; señala que fue su hijo y sus familiares quienes se encargaron de todo eso.

–¿No vas a demandar? –le preguntó alguien.

–¿Y a quién voy a demandar? No los vi nunca, me vendaron desde el primer momento –contestó Pineda.

El diputado recuerda que eran seis hombres los que lo secuestraron, pero lo amagaron por detrás e inmediatamente lo vendaron, por eso no pudo verlos. “Del trato que me dieron no me puedo quejar. Fueron siempre atentos y nunca me dijeron una mala palabra, ni un mal trato. Pero esa experiencia es algo que no le deseo a nadie”.

Héctor Pineda fue secuestrado en su rancho, cerca de la comunidad de San Juan Chámacua, en el municipio de Coyuca de Catalán. Se lo llevaron en su propia camioneta, y transitaron en ella por la carretera que pasa por Chámacua de Michelena, Chámacua, Pungarabatito y El Coco, en donde fue encontrado el vehículo. Se supone que de ahí subieron a la sierra caminando.