EL-SUR

Martes 23 de Abril de 2024

Guerrero, México

Guerrero  

Constructores de obras públicas en Ayutla vinculados al crimen, los autores de su desaparición, dice Obtilia

La presidenta de la OPIM declara en entrevista que cuatro hombres armados que se la llevaron le reclamaban por su trabajo en el Concejo Municipal Comunitario de Ayutla. “Apenas empezamos a trabajar y tú ya nos estás chingando”, le dijeron. Relata que cuatro días estuvo con los ojos vendados, y la golpeaban en la cabeza y la pateaban. La dejaron irse a condición de que no denuncie, que no ande con policías y que pague 100 mil pesos a cada sicario

Zacarías CervantesChilpancingo

Febrero 21, 2019

Los integrantes de la OPIM, el secretario general, Cuauhtémoc Ramírez y la presidenta, Obtilia Eugenio, en conferencia de prensa. Foto: Jessica Torres Barrera / archivo de El Sur

Zacarías Cervantes

Chilpancingo

La presidenta de la Organización del Pueblo Indígena Me’phaa (OPIM), Obtilia Eugenio Manuel, denunció que constructores de la obra pública en Ayutla, vinculados con el crimen organizado fueron quienes la desaparecieron durante cuatro días la semana pasada.
Declaró que quienes la tuvieron cautiva, le reclamaron que: “apenas empezamos a trabajar y tú ya nos estas chingando”, en referencia a una denuncia que hizo en el seno del Concejo Municipal Comunitario por irregularidades que encontró en la integración de los expedientes técnicos de las obras.
Obtilia Eugenio, integrante del Concejo, fue privada de su libertad la mañana del martes 12 de febrero, y precisó que fue liberada entre 7 y 8 de la noche del viernes 15, junto con su acompañante Hilario Cornelio Castro. Sin embargo, contó que esa noche, se ocultaron en un hotel ubicado en el centro de Tierra Colorada, hasta las 6 de la mañana cuando fue por ellos Cuauhtémoc Ramírez, su esposo y secretario de la OPIM, debido a que antes de liberarlos los captores le advirtieron que no acudieran con la policía.
Entrevistada vía telefónica desde algún lugar donde se encuentra refugiada, Obtilia informó que la liberaron bajo tres condiciones: que no presentara denuncia, que no anden policías atrás de ella, y el pago de 100 mil pesos en un plazo de un mes por cada uno (ella e Hilario). “Si no cumples vamos a ir por tus hermanos, ya tenemos ubicada a toda tu familia, y tú ya no vas a salir viva de aquí”, le advirtieron.
La presidenta de la OPIM fue entrevistada la tarde del martes. A 5 días de que fue liberada dijo que a todos quienes le llaman les dice que está bien, “pero todavía no puedo caminar bien”, como consecuencia de los golpes que recibió el tiempo que estuvo privada de su libertad.
Contó que se sintió insegura en Ayutla desde el sábado 9 de febrero, porque arreciaron las amenazas vía mensajes y en llamadas a su teléfono celular.
Dijo que, como siempre, quiso demostrar que es fuerte, hasta que ya no aguantó, y su esposo Cuauhtémoc, también secretario de la OPIM, notificó la situación ese mismo sábado a la Unidad de Derechos Humanos de la Secretaría de Gobernación, instancia encargada de que se cumplan las medidas cautelares que dictó la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Coidh) al Estado mexicano.
Pero dijo que las amenazas siguieron el domingo y el lunes, sin que hubiera alguna reacción del gobierno federal.

El secuestro

De manera furtiva, abandonó Ayutla a las 9 de la noche del lunes 11 de febrero, acompañada solamente por Hilario, su compañero de la OPIM. De su salida sólo supieron Cuauhtémoc y muy pocos de sus familiares.
Esa noche se quedaron en Las Mesas, municipio de San Marcos, que está entre Tecoanapa y Tierra Colorada, y al día siguiente, aproximadamente a las 5:40 salieron en un taxi colectivo a Tierra Colorada a donde llegaron cerca de las 7 de la mañana.
Obtilia dijo que allí tuvieron que esperar hasta que se llenó el taxi colectivo y salieron rumbo a Chilpancingo aproximadamente a las 7 y media. Ella y Cornelio ocuparon el asiento de atrás junto con otro señor. Adelante iban otros dos pasajeros.
Agregó que antes de llegar al filtro de policías ciudadanos de la Unión de Pueblos y Organizaciones del Estado de Guerrero (UPOEG) que está antes de llegar a Ocotito, se le emparejó al taxi una camioneta, “era así como que luego veo que cargan los gobiernos, color blanco, con vidrios oscuros”, explicó en su confuso español la indígena me’phaa.
Agregó que uno de los ocupantes de esa camioneta le hizo señas al taxista para que se detuviera y un poco adelante se paró.
“Yo traía mi mochila agarrada por delante. Fueron y me agarraron de mi cabello, me vendaron, me jalaron y me subieron al otro carro. Yo llevaba mi mochila, no supe cómo subieron a mi compañero. Me puse a llorar, y uno me dijo: “no creas que con llorar no truena esta pendejada”. Vendada, no sabía si le estaban apuntando con alguna arma, dijo.
Antes de que la vendaran alcanzó a ver que eran cuatro tipos que llevaban pistolas. No los identificó como indígenas, más bien cree que eran mestizos. Vio que uno, el que fue a sujetarla por los cabellos vestía playera y gorra negra, moreno, lentes oscuros. Calculó que tendrán unos 30 años, o menos.
Después, no supo a dónde se la llevaron. Cree que desde que la subieron a la camioneta hasta donde detuvieron la marcha transcurrieron entre 30 o 40 minutos. Después la obligaron a caminar vendada un tramo corto, pero dijo que no supo si era piso de cemento o de tierra.
Oyó que le ordenaron: “siéntate allí” y sintió que atrás había una pared y se recargó.
Contó que no supo ni oyó si a Hilario se lo llevaron en el mismo carro, y si lo llevaron al mismo lugar que ella, “nunca oí si estaba allí o no”.
Recordó que lo primero que le dijeron fue: “Tú estabas bajo investigación de Ayutla, ¿pensaste que te ibas a escapar, verdad, perra?. Ya te va a cargar la chingada”.
Denunció que en las horas posteriores a cada rato iban y la golpeaban en la cabeza. “Yo me ponía a chillar. No sentía cuando era de día o de noche. No sentí el tiempo. Desde que me agarraron yo pensé que no iba a salir viva, me acordé de mis compañeros que se los llevan y los matan”.
Recordó que durante el tiempo que la tuvieron, algunas veces le llevaron un botecito de agua y le ordenaban: “trágate esa mierda si quieres vivir”. Una vez le dieron una torta.

Uno de ellos le dijo que cometió un error, “y ahora si te va a cargar la chingada, ya tenemos ubicada a tu familia, ya sabemos quiénes son”.
Le preguntaron que quiénes de su familia fueron hablar con el gobernador (después de la privación de su libertad), y le advirtieron que si ya habían presentado demanda, “tu no sales de aquí, aquí te vas a quedar, te vamos a partir tu madre”, recordó que le decían entre golpe y golpe que le daban.
También la torturaban sicológicamente: “¿no has visto como les ha pasado a otros?, así también te va a cargar la chingada, ¿quieres que te corte un dedo y se lo llevemos a tu familia?”.
Una vez escuchó que uno ordenó: “ya chíngalo”, pero que otro le contestó: “no podemos chingarla porque también nos va a cargar la chingada”.
En otra ocasión, otro matizó: “se te puede perdonar el error que cometiste pero la segunda y tercera ya no se perdona, aquí yo te voy a costar”.
Le dijeron que la estaban investigando en Ayutla por el “delito” que cometió, “tú ya sabes en qué problema te metiste” y le reclamaron que por qué no los dejaba trabajar, “nomás por eso te va a cargar la chingada, porque no nos dejas trabajar libremente”.
Alguna vez escuchó que entre ellos platicaron y dijeron que a su compañero Hilario lo iban a chingar, “porque ese no tiene importancia”.

“Apenas queremos trabajar y tu ya nos empiezas a chingar”

Explicó que supone que la agarraron porque forma parte del Concejo, y no es la primera vez que le han mandado amenazas, las ha recibido desde noviembre. Recordó que esa vez la amenazaron igual que a otros dos integrantes del Concejo que son de seguridad con quienes presentó la denuncia ante el Ministerio Público y entregaron las grabaciones, pero se quejó de que no se investigó.
Insistió que el problema es por su participación en el Concejo Municipal Comunitario porque en diciembre le dijeron: “eres la síndica y ya tenemos a dos de tus compañeros aquí, a ver qué haces para que liberes a tus compañeros”.
Explicó que quienes la amenazaron equivocadamente dijeron que era la síndica, pero que le explicaron cómo iba vestida y cómo estaba en ese momento y las características coincidían con ella, y se imaginó que la estaban vigilando de cerca.
Informó que en el Concejo participa como enlace de obra y entre sus funciones tiene que revisar cómo se está aplicando el dinero, y si las obras se están realizando bien.
Contó que un día se reunieron con todos los del Concejo, porque ya les iba a llegar la auditoría y debían revisar los expedientes técnicos, pero que uno de los encargados de la obra se alteró: “¿qué vergas quieren ahora”, escuchó que dijo.
Agregó que la responsable del expediente técnico nunca llegó, y que querían entregarles uno incompleto y le hacían falta las actas de entrega de la obra de los comités.
Entonces ella le reclamó al responsable de la obra que cómo era posible que no haya actas de entrega, “si hasta hemos inaugurado las obras y nos ha invitado a comer la gente. Qué pena que no hayan entregado las actas”, y el responsable de la obra les prometió que en una semana recabarían las actas.
Reveló que otro día platicó con Mario, el responsable de otra obra, quien le preguntó que cómo está trabajando el Concejo, pues le dijo que “Isidro (Remigio Cantú) y Patricia (Guadalupe Ramírez Bazán) están haciendo mal las cosas, porque depositaron a la cuenta de Valentín Rafaela Solís un millón de pesos, quien contrató para que hiciera las obras a Antonio Castillo, y que ese, además, es narco, eso no deben hacer ustedes”, le reclamó Mario a Obtilia.
La dirigente de la OPIM explicó que el ex diputado local del PRD Valentín Rafaela Solís, es responsable del área de Desarrollo Rural del Concejo Municipal.
Dijo que ella expuso el caso el 6 o 7 de febrero al seno del Concejo, y en la presencia de los concejales Isidro y Patricia lo que le comentó Mario, y también les dijo que están mal integrados los expedientes de las obras, pero que nadie le contestó nada.
Denunció que un día de los que estuvo en cautiverio uno de los que la tenían le reclamó: “apenas queremos trabajar en Ayutla y tu nos empiezas a chingar, te va a cargar la verga también a ti”.

Las condiciones para dejarla en libertad

Dijo que, de pronto, una vez, llegó otro y le dijo: “te vamos a dar unas indicaciones, no queremos que pongas denuncia, y no deben andar policías atrás de ti. Si no cumples vamos a ir por tus hermanos, ya tenemos ubicada a toda tu familia”.
También le dijeron que tendría que darles 100 mil pesos por cada uno de ellos, “la vida no vale 100 mil, vale más”, le advirtieron y le dieron un mes para que les dé ese dinero, declaró.
En seguida le preguntaron, ¿vas a cumplir?, y como no respondió, la golpearon y patearon.
Pero luego suavizaron: “como no es tan grande el error que cometiste, y como nosotros queremos trabajar en Ayutla, queremos que tú regreses a trabajar normal, para que se normalice en Ayutla, te vas a ir si contestas bien, si no te va a cargar la chingada, pero tan siquiera te vamos a llevar con tu familia”.
Le volvieron a insistir: “nada de denuncia, ustedes no van a decir nada”, le dijeron en plural, pero aseguró que ella nunca escuchó si su compañero estaba allí.
Dijo que el día que la liberaron le dijeron que la iban a dejar en donde pudiera tomar un carro y la hicieron caminar un trayecto corto, después la subieron a la camioneta que supone era la misma en la que se la llevaron.
Contó que cuando la camioneta se detuvo, volvieron a insistirle: “ya sabes las indicaciones si denuncias”.
Entonces le quitaron la venda, y le ordenaron: “bájate y vete allá”, mostrándole un lugar cercano, “no voltees para ningún lado porque te va a cargar la chingada, cuando oigas que arrancamos el carro te puedes ir, pero si tardas aquí, pasamos y te carga la chingada”, la amenazaron.
Explicó que cuando la bajaron vio oscuro, y se imaginó que eran entre 7 y 8 de la noche, sin saber de qué día.
Después, cuando oyó que arrancó la camioneta volteó a los lados y se dio cuenta que estaba en Tierra Colorada, en el crucero hacia Ayutla, entonces vio que cerca de allí estaba sentado y agachado Hilario, a quien le gritó: “Hilario, vámonos, no podemos quedarnos más tiempo aquí”.
Contó que con miedo caminaron hasta el centro de Tierra Colorada y que no quisieron hablar a la policía porque saben que “están metidos con ellos”.
Informó que del centro habló con Cuauhtémoc, y le pidió que fuera por ellos, “Cuauhtémoc, no hagas nada, tu ven a traerme y ya”, le pidió.
Dijo que tenían miedo y se sentían inseguros en la calle e intentaron tomar un taxi para que los llevara a un hotel y protegerse, pero uno de los taxistas les señaló que allí, enfrente, estaba el hotel, y que una señora bajó a abrirles. La mujer les dijo que el lugar se cerraba a las 10 de la noche y se abría a las 6.
Explicó que dentro del hotel se sintió un poco más segura y le volvió a hablar a Cuauhtémoc para decirle que fuera por ellos hasta a las 6 de la mañana.
Declaró que en la noche no durmió porque tenía mucha sed pero tenía miedo de salir a la calle a comprar, también porque escuchó que entre 11 y 12 de la noche estuvieron tocando muy fuerte el portón, pero la encargada no fue abrir.
–¿Sabes que hay otra versión que dice que estuvieron todo el tiempo escondidos en un hotel?, se le preguntó.
–No me importa lo que digan los empleados del gobierno, ellos dicen que fue auto secuestro. Para mí está bien que si tiene más información que se presente a declarar ante la PGR (Fiscalía General de la República), eso es bueno, porque se pueden tener varias informaciones.
Recordó que ella ya se presentó a declarar, “y con mis declaraciones, yo no me siento bien, no me siento libre, no siento que ya no me va a pasar nada, porque no están detenidos los que me hicieron esto, andan libres. Ellos escuchan lo que digo, ellos saben dónde estamos, por eso mi preocupación es mi familia, porque ellos están allá y no tienen seguridad”.
Agregó que tampoco tiene seguridad la familia de su compañero Hilario y que los padres de ambos hasta se enfermaron por lo que les pasó.
–¿Vas a regresar a Ayutla a seguir el trabajo que estabas haciendo?.
–Todavía no he pensado. Lo que ellos quieren es que ya no regrese allá, que me olvide de mi organización o de mi trabajo.
Obtilia dio las gracias a las personas y organizaciones que se manifestaron por su libertad, “por ellos sigo viva, por mucha gente, se demostró el apoyo a la organización, hacia el trabajo que hacía. No tengo palabras para agradecerles, por ellos sigo viva, por un milagro. Yo nunca pensé regresar viva aquí”, insistió.
Pero se quejó de que hay otra gente que quiere desprestigiar el trabajo que hacía. Dijo que esa es una manera de desviar la atención de que el gobierno no puso atención a su asunto, porque Gobernación federal sabía desde el sábado 16 de febrero que estaba en riesgo.
Denunció que un funcionario le sugirió que mejor se saliera “porque Guerrero está muy difícil”.
Informó que cuando declaraban en la delegación de la FGR el sábado, el gobernador les pidió reunirse con ellos y que se tomaran una foto con él “para que se viera que estamos protegidos por él” y que les dijo que se sentarían a platicar “para lo que necesitemos”.
Informó que el gobernador les dijo que se compromete a reforzar las medidas cautelares que tiene, y se comprometió a hablar con la Secretaría de Gobernación para que se pongan de acuerdo en el reforzamiento de esas medidas.
Obtilia reprochó que si el gobierno cumpliera con investigar las denuncias que ya presentaron y detuviera a los responsables no habría necesidad de que contaran con medidas cautelares.