Debido a la pandemia del coronavirus, “hay miedo, temor e incredulidad, porque realmente no sabemos con certeza lo que vaya a pasar el día de mañana”, reconoció ayer el obispo de la diócesis Chilpancingo-Chilapa, Salvador Rangel Mendoza, durante la celebración de la misa de jueves Santo en la parroquia de la Asunción de María.
El prelado ofició en privado y sin fieles pero la misa fue transmitida vía Internet.
Explicó que la Iglesia celebra con la misa de Jueves Santo la institución de la eucaristía y recuerda la institución del sacerdocio.
La intención de la eucaristía, dijo, la ofreció ayer por el mundo, por México, por Guerrero y por la diócesis Chilpancingo-Chilapa, “y para que el señor nos quite este azote de la pandemia del coronavirus” y pidió, particularmente, “por aquellos sacerdotes que se empeñan en atender a los fieles a pesar de las circunstancia y el peligro que llevan”.
También pidió, por todo el personal médico que “batalla en estos centros de salud, hospitales, a pesar del peligro de contagiarse”.
Añadió que muchos de estos médicos y enfermeras por no contagiar a sus familias prefieren estar aislados.
Salvado Rangel, oró también particularmente por las familias que están guardando la cuarentena, por los enfermos y los ancianos víctimas de la pandemia.
Dijo que en México y en Guerrero se vive un ambiente de incertidumbre “por esta pandemia de coronavirus que se ha extendido por todo el mundo, vemos cómo ha afectado gravísimamente en Italia, España, Alemania, Irán, Estados Unidos, China y Corea y ahora América Latina, sobre todo en el Ecuador, y México no es la excepción”.
Agregó que en esas circunstancias le tocó a la Iglesia celebrar el Jueves Santo, cuando se realiza la misa de la institución, “y quiero decir que estos mismos sentimientos que estamos experimentando el día de hoy, Jesús y sus discípulos los experimentaron el Jueves Santo cuando Jesús instituyó la eucaristía”.
En estas circunstancias, agregó, todo el mundo está cambiando, “se está trastornando, y más bien son molestias e inseguridades, sobre todo para los más pobres y necesitados que viven al día”.
Frente a esto, pidió que se asuman estas circunstancias con fe en Dios, “y reconocer que somos pecadores y que cometemos errores”.
Tradicionalmente el obispado celebra las actividades del Jueves Santo con una peregrinación por Chilpancingo que termina en el Zócalo, y por la tarde se realiza el lavatorio de pies. (Zacarías Cervantes / Chilpancingo).