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Lunes 01 de Julio de 2024

Guerrero, México

Guerrero  

Veía de niño en su casa una foto donde están su abuelo y su papá con Genaro Vázquez y su estado mayor

El abogado de los padres de los 43 desaparecidos de Ayotzinapa también formó su posición de izquierda cuando conoció en La Montaña el movimiento magisterial encabezado por Othón Salazar

Lourdes ChávezChilpancingo

Febrero 06, 2017

Vidulfo Rosales Sierra

Primera Parte

En un resquicio de la Universidad Autónoma de Guerrero como referente de izquierda, se formó el defensor de derechos humanos, Vidulfo Rosales Sierra, motivado por la militancia de su abuelo y de su papá, Martín y Liborio Rosales, en la guerrilla del comandante Genaro Vázquez Rojas.
Con 40 años, el representante legal del movimiento de los padres de los 43 estudiantes desaparecidos de la Normal Rural de Ayotzinapa ha conocido y formado parte de los principales procesos de la lucha en Guerrero, aun en su natal Totomixtlahuaca, comunidad me’phaa del municipio rural de Tlacoapa, sin carretera ni luz eléctrica hasta hace una década.
Toda su vida ha ido a contracorriente, y no pierde la sonrisa entre anécdotas y recuerdos que comparte para El Sur. Habla con soltura y confianza de lo vivido.
De su infancia en Totomixtlahuaca, Rosales Sierra rememoró las conversaciones en la casa materna, alrededor de dos viejas fotografías de su abuelo y su papá (aún niño) junto el estado mayor de Genaro Vázquez, y el líder guerrillero, a quienes su familia entregaba víveres. La foto fue tomada en el campamento José María Morelos y Pavón, de Tierra Colorada.
“Mi papá que era joven, contaba que de 13 o 14 años lo mandaba mi abuelito: están unos señores en tal punto, en la sierra, les vas a ir a dejar la comida, a menudo miraba a un hombre, un señor con un M1 (fusil), no lo sabía, se trataba de Genaro”.
En esta tradición oral, también supo de la lucha del líder magisterial Othón Salazar y los comunistas de La Montaña, en la que participó Vidulfo muy pequeño, en marchas y mítines en Tlapa con su familia.
El hombre que mantiene desde entonces una firme posición de izquierda, recordó que incursionó al activismo en la preparatoria 11 de Tlapa, donde estudio el bachillerato, fue más comprometido como residente de una casa de estudiante de la UAG en Chilpancingo, en las bases de apoyo. Otros llevaban los liderazgos.
Fue activo en las marchas y manifestaciones de las organizaciones, hasta la aparición del Ejército Popular Revolucionario (EPR) en el primer aniversario de la masacre del vado de Aguas Blancas, en Coyuca de Benítez.
Ahí, compartió la sorpresa y temor con la mayor parte de los asistentes por la aparición de dos columnas de encapuchados armados, y esa misma tarde, en la efervescencia del momento, coreó con otros las siglas del nuevo grupo revolucionario, en el puerto de Acapulco, como hacían los simpatizantes del Ejercito Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) en Chiapas. Tarde comprendió que Guerrero era distinto, no había acuerdo de paz, ni mesa de diálogo y concertación.
La represión que siguió a este evento lo distanció de las movilizaciones y se integró a la ya desaparecida Federación Estudiantil Universitaria de Guerrero (FEUG), que protestaba por el alza de precio del transporte público, si la comida del comedor universitario era peor a lo acostumbrado, por las fechas conmemorativas o en alianza con las corrientes políticas de la universidad, que en aquellas fechas perdieron el control de la universidad con la llegada de primeros rectores priistas: Gabino Olea Campos y Hugo Vázquez Mendoza.
Su ruta cambió cuando el luchador social Manuel Olivares lo invitó al Centro de Derechos Humanos José María Morelos y Pavón, de Chilapa, y pronto se vinculó al Centro de Derechos Humanos de la Montaña Tlachinollan, en Tlapa (más cerca de la familia), en el que es responsable del área jurídica. Al tiempo, los casos lo devolvieron al activismo político.

Abogado me’phaa

Vidulfo Rosales se reivindica como me’phaa, no obstante que su boca, nariz y cabello negro como semilla de comino son rasgos africanos.
En la entrevista que tuvo lugar en la redacción de El Sur en Chilpancingo, explicó que su abuela paterna es afrodescendiente de Marquelia, su familia se asentó en Totomixtlahuaca porque la fertilidad de la tierra y el clima templado permite el cultivo de varios productos de la montaña y casi todo lo que se cosecha en Costa Chica.
No es formal, pero los pueblos llaman a esta región Costa Chica-Montaña, aunque tiene pueblos de diferentes zonas económicas de la geografía estatal. Ahí se instaló la guerrilla de Genaro Vázquez, y 20 años después, surgió la Policía Comunitaria.
Se asentaron los padres de su abuela materna, nahuas de Puebla, conocidos como pastores, porque se arrendaban por familias para llevar chivos o borregos de Puebla a la Costa Chica de Guerrero, bajando por Tlapa, y de regreso, por la pastura. A cada familia se le asignaba un trozo de chivos (mil cabras) para realizar, ida y vuelta, la travesía durante un año.
Conocedor de su origen, explicó que la crisis de la industria textil en México dejó sin valor el cultivo de algodón, los hacendados optaron por la crianza de cabras y borregos. Con la revolución de 1910, los españoles fueron expulsados de La Montaña y muchas familias nahuas y amestizadas de Puebla se quedaron en Guerrero, hicieron sus propias comunidades o se avecindaron en pueblos ya constituidos.
Las familias de sus abuelas llegaron a Totomixtlahuaca, ayuntamiento del antiguo reino Mixteco-Tlapaneco de Tlachinollan, que se extendía a Xochihuehuetlán, Azoyú y Ometepec, un pueblo doblemente saqueado por la conquista de los mexicas y la invasión española, esta última casi lo llevó a la extinción, por las epidemias.
“Soy el mayor de ocho hermanos, seis hombres y dos mujeres, crecí con todas las costumbres, el trabajo comunal, fiestas tradicionales me’phaa (tlapaneco). Nos tocó (a la familia) estar jodidos, lo más cercano a la urbanización era San Luis Acatlán, caminando como a 10 horas, y a Tlapa unas 18 horas (en tiempo de secas). Los abuelos iban por la sal y provisiones a la Costa, por algún trámite de la Promotoría Agraria a Tlapa, a pie o en mula, eran tres o cuatro días de camino.
Nació en 1976. Cuando tomó conciencia de su entorno se interesó en saber quiénes eran los hombres armados de las fotografías que estaban en casa, con su abuelo, su papá (adolescente) y Genaro Vázquez; conoció en el seno familiar buena parte de la lucha magisterial y electoral de Othón Salazar Ramírez: que estuvo en la cárcel, encabezó el Partido Comunista en La Montaña y ganó una elección para constituir el primer municipio gobernado por la izquierda en el país, Alcozauca, Guerrero.
El Partido Comunista hizo contacto con su papá en Totomixtlahuaca, y en 1988 fue promotor del voto por Cuauhtémoc Cárdenas como candidato del Frente Democrático Nacional (integrado por casi todos los partidos de izquierda) en la elección presidencial. “Ahí mi papá habla de la izquierda, del movimiento universitario y va influyendo en nuestro pensamiento”.
Vidulfo Rosales terminó la secundaria en la tercera generación de la técnica 130 Adolfo López Mateos de su comunidad. Sus padres lo llevaron a casa de uno de sus parientes pastores, asentado en Tlapa, que tenía un tendajón parecido a las antiguas tiendas de raya, para que continuara la preparatoria.
Llegó como otro integrante de la casa y estaba obligado a trabajar al mismo ritmo que el jefe de familia. Se levantaba a las 4 de la madrugada a atender los pollos de la granja, a arreglar y llevar la mercancía a donde se requería, a las 3 de la tarde salía con prisa a clases, y de vuelta a casa, seguía la jornada hasta las 12 de la noche, sin sueldo.
Al terminar el bachillerato quiso ir a Estados Unidos, como muchos de los jóvenes de su edad, pero su papá opinaba que sólo con estudios sus hijos saldrían adelante.
En Tlapa, conoció a líderes estudiantiles que lo ayudaron a instalarse en una casa de estudiantes de la UAG para seguir estudiando en Chilpancingo, con ello tenía acceso directo al comedor universitario.
Indicó que su llegada a la capital coincidió con el reflujo de la izquierda por la caída de la Unión Soviética, las casas de estudiantes de la UAG continuaron formando cuadros algunos años más, mientras la mayor parte de la izquierda del país se agazapaba frente a la campaña del fin del socialismo.
Consideró la disciplina para la formación de cuadros en las casas de estudiantes: se sancionaba a quien llevara alcohol o compañeras a las instalaciones (las mujeres sólo podían llegar a la biblioteca). Entre sus mentores, mencionó al fallecido Renato Ravelo, el filósofo Camilo Valqui Cahi, el universitario y ex guerrillero, Arturo Miranda. De las organizaciones, destacó el temple de luchador social Arturo Hernández Cardona, asesinado hace tres años, por el alcalde de Iguala, José Luis Abarca Velázquez, ahora en prisión por los ataques y la desaparición forzada de 43 normalistas de Ayotzinapa en septiembre 2014.
Recordó que con otros estudiantes fue con Hernández Cardona a visitar a presos políticos y el director de la cárcel le dijo que no podían pasar todos, el dirigente le respondió que todos quería ver a sus compañeros presos políticos; el funcionario replicó que ahí no había presos políticos, sólo delincuentes, y comenzó una discusión que les enseñó a no doblegarse ante las autoridades.
Después, su formación fue principalmente en el campo laboral, en los procesos que acompaña en Talchinollan, algunos cursos de Naciones Unidas, foros internacionales y seminarios. Destacó uno de resolución de conflictos en Estocolmo, Suecia, y una especialidad en la America University, en Washintong DC, sobre el Sistema Interamericano de Derechos Humanos, así como la oportunidad de llevar los casos de Guerrero a otros espacios formales.
Recordó que recién creado el consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas, que sustituyó al Consejo Económico y Social, tuvo la oportunidad de presentar el caso Guerrero en el examen periódico universal que se estableció para todos los países que integran la ONU.
En esta evaluación se otorga 45 minutos para la sociedad civil de cada país, “y nos repartimos todos los activistas dos minutos cada quien, ¡imagínate!, fui a Ginebra a echarme un rollo de dos minutos”, dijo con humor de las vicisitudes de la vida.