EL-SUR

Miércoles 24 de Abril de 2024

Guerrero, México

Educación  

La SEP “no se ha dado cuenta” de las carencias que dificultan la educación a distancia, dicen maestros

Recurrir a la enseñanza por métodos digitales habría implicado excluir a más de la mitad de sus 26 alumnos de tercer grado, dice un maestro de Ocoapa, municipio de Copanatoyac. Los docentes en comunidades de la Montaña optaron por enviar las tareas en la camioneta pasajera los lunes y los viernes serían devueltas ya hechas a Tlapa

Agosto 04, 2020

Con aumento en la movilidad este lunes, gente caminando en el Zócalo de Chilpancingo, sin guardar la sana distancia y muchos todavía sin cubrebocas Foto: Jessica Torres Barrera

Caterina Morbiato

El Sur / Ciudad de México

David García Librado y otros maestros de la comunidad na savi de Ocoapa, en el municipio de Copanatoyac, examinaron varias opciones antes de comprender que la manera más viable de seguir en contacto con sus alumnos era servirse de “la pasajera” –como le llaman al transporte colectivo– que los conecta con la ciudad de Tlapa. Sólo así las niñas y niños de la primaria bilingüe Ignacio López Rayón, enclavada en la Montaña de Guerrero, podrían continuar con sus estudios.
Cuando el cierre de las escuelas a causa de la pandemia de Covid-19 se volvió definitivo para el segundo semestre del ciclo escolar 2019-2020, la preocupación se apoderó de García Librado. Tenía que encontrar la forma de avanzar con los contenidos del plan de estudios, como lo requería la Secretaría de Educación Pública (SEP), sin dejar atrás a ningún estudiante.
Recurrir a la enseñanza por métodos digitales habría implicado excluir a más de la mitad de sus 26 alumnos de tercer grado; por eso, él y los demás docentes decidieron optar por el transporte inter-comunitario: los lunes se enviarían las tareas a Ocoapa, y los viernes serían devueltas ya hechas a Tlapa para que los maestros las revisaran.
“Cuando se empezó a analizar cómo seguir el trabajo a distancia, muchas comunidades de la Montaña estaban cerrando y no permitían que personas ajenas entraran a la comunidad. La única manera era mandar los trabajos con la pasajera”, explica García Librado en entrevista telefónica con El Sur.
Aunque la estrategia no resultó totalmente eficaz –un alumno no pudo realizar las tareas asignadas, y otros cuatro no lograron cumplir de forma constante–, fue el método más incluyente. La participación de madres y padres, destaca el profesor, fue fundamental.
“En el primer paquete que mandamos con la pasajera incluimos una carta personalizadas para los niños en donde explicamos cuál era la situación sanitaria a nivel nacional y mundial por la cual se habían dejado de dar las clases presenciales. En ese mismo texto dejamos nuestros números telefónicos”, cuenta García Librado.
De esta forma, los maestros establecieron un enlace permanente con las familias y trataron de responder las dudas de alumnos y madres y padres.
También jugó un papel esencial una vecina de Ocoapa encargada de uno de los altavoces del pueblo, quien durante semanas anunció la llegada de las tareas y llamó a cada grupo de alumnos para que fueran a recogerlas, para recordarles posteriormente que se aproximaba el día de su envío a Tlapa.
“Ella voceaba y las personas cercanas al altavoz le comentaban a las demás cuando se veían en las labores del campo o durante el día. Gracias a esas conexiones es como fluyó la estrategia”, relata García Librado al recordar cómo concluyó el año escolar.
Ya habrá oportunidad de afinar el sistema que han creado, pues para el ciclo escolar 2021-2022, que comenzará el próximo 24 de agosto, la situación no va a cambiar mucho: el secretario de Educación Pública, Esteban Moctezuma Barragán, admitió este lunes que no hay condiciones para que niñas, niños y adolescentes puedan volver a las aulas para tomar clases presenciales debido a que aún persiste la emergencia sanitaria por la epidemia de coronavirus.
El regreso a los salones, advirtió el funcionario federal, sólo se dará cuando haya semáforo verde.

Marginación estructural

Moctezuma Barragán dio a conocer que los 30 millones de estudiantes de educación básica tomarán clases a distancia a través de las cuatro televisoras más importantes del país: Televisa, TV Azteca, Imagen y Multimedios difundirán en seis canales, las 24 horas al día, los siete días de la semana, contenidos educativos de preprimaria, primaria y secundaria.
Quienes no tengan acceso a la señal de televisión, precisó el titular de la SEP, tendrán en sus comunidades acceso a los libros de texto gratuito, cuadernillos y atención especial para continuar con su preparación.
Para entidades como Guerrero, con un alto grado de marginación y pobreza, la acotación es importante, pues numerosas comunidades no cuentan con señal de tv, mucho menos de internet; incluso todavía hay algunas, en las zonas más remotas, que no tienen energía eléctrica.
“La pandemia sacó a la luz situaciones de marginación estructural. Falta más infraestructura, más apoyo para que los chicos puedan acceder a una educación pública de calidad”, remarca Tranquilina Cayetano Vela, maestra de historia en la secundaria técnica 178 Emiliano Zapata de la comunidad nahua de Xalpatláhuac, en la Montaña.
Entrevistada por El Sur, la profesora manifiesta enojo e impotencia cuando se refiere al nuevo ciclo escolar. Dice que no es sólo que sus alumnos carezcan de las herramientas necesarias para tomar clases virtuales, sino que la escuela no cuenta con agua corriente, lo cual representaría un gran riesgo con las clases presenciales.
Frente a la posibilidad de perder la comunicación con la mayoría de los estudiantes, también en su escuela se optó por llevar las tareas a la comunidad. Nada más se hizo una vez y el director de la escuela se encargó de ello. La idea tuvo un resultado positivo: varios alumnos se incorporaron a los grupos de WhatsApp de los maestros. Pero fue limitado, porque más de la mitad quedó excluida o no hizo contacto.
De los 151 alumnos de secundaria, únicamente 65 se mantuvieron en el grupo de WhatsApp. Esto se debió a limitaciones económicas, necesidad de ayudar a los padres en labores del campo o domésticas, tecnología digital escasa y poco funcional.
“Nos insistían mucho que los chicos debían ver el programa Aprende en Casa, ya que estaría relacionado con el libro de texto. Pero no hubo manera, le preguntaba a los chicos si tenían televisión y me decían que no o que la veían poquito. Además, buena parte no tiene computadora”, resalta Tranquilina Cayetano.
En 2019 la cobertura de internet era de 56.4 por ciento del total nacional, según la Encuesta Nacional sobre Disponibilidad y Uso de Tecnologías de la Información en los Hogares (ENDUTIH) del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).
No obstante, con casi la mitad de los hogares sin conexión, la desigualdad permanece. El ana?lisis geogra?fico de la ENDUTIH 2019 muestra que 76.6 por ciento del total de la poblacio?n urbana son usuarios de este servicio, mientras que sólo 47.7 por ciento de la población rural está conectada.
La brecha digital nacional se acentúa si se considera que menos de la mitad –40 por ciento– de las localidades con población indígena cuenta con red 4G, según el Diagnóstico de Cobertura del Servicio Móvil en Pueblos Indígenas 2018.
“La tecnología sirve, pero por sí misma no –puntualiza Tranquilina Cayetano–. Lo que necesitamos es otro modelo educativo, algo más adecuado al entorno en donde nos desenvolvemos. No existe una atención contextualizada para los distintos pueblos de nuestro país, ni mucho menos para los pueblos originarios”.

De espaldas a la realidad

En una parte de la planta docente, la pandemia de Covid-19 reavivó el añejo debate sobre la función que tiene la escuela en la sociedad y la necesidad de conectar la enseñanza con la vida de los alumnos, con sus problemas, sus inquietudes y los entornos donde viven y desde donde aprenden el mundo.
Ante las repercusiones sanitarias, sociales, emocionales y económicas desatadas por la crisis, el currículo –o plan de estudios– mantuvo un protagonismo casi total y la indicación de las autoridades educativas fue que se tenía que cumplir.
“En esta situación se evidenció un modelo educativo que fomenta una ‘educación bancaria’ en su modalidad a distancia. Los estudiantes fueron los receptores pasivos de lo que tenían que aprender para concluir el ciclo escolar. Se trata de una educación meramente simuladora, más que propiamente de aprendizaje”, lamenta Tranquilina Cayetano.
La “educación bancaria” es un concepto propuesto por el pedagogo brasileño Paulo Freire a fines de los años sesenta e indica el proceso por el cual el maestro conduce al estudiante a la memorización mecánica de contenidos y “deposita” en él los conocimientos como si fuera un mero recipiente.
“El currículo tendríamos que pensarlo como un organizador escolar que tiene que ser dinámico y en grado de adecuarse frente a cada situación que vivimos. Lo lamentable de nuestro sistema educativo es que le ha dado la espalda a la realidad. Lo que existe es el libro de texto y no importa si esto tiene que ver con la vida del niño”, dice a El Sur Ángel Díaz-Barriga, investigador emérito del Instituto de Investigaciones sobre la Universidad y la Educación de la UNAM, donde es profesor en la carrera de Pedagogía.
La pandemia, por ejemplo, puede ser un espacio de aprendizaje pero no tanto en términos curriculares o escolares. “Si en algún caso hablan de muerte, es porque hay muerte y tendrán que hablar de ello, no lo pueden ocultar. Si ves que un familiar enferma y muere en 10 días, es algo que impacta. Como maestro tendrás que hablar del dolor y, dependiendo de la edad del estudiante, puedes incentivarle a que piense el tema de manera más amplia”.
El pedagogo propone que el trabajo sea intergeneracional ahí donde conviven alumnos de diferentes edades. Los de grados mayores podrían ayudar a los de que están en grados inferiores, trabajando en conjunto para formular explicaciones y preguntas acerca de la realidad que viven.
Al igual que muchos colegas, Tranquilina Cayetano piensa con angustia en cómo hacer de esta situación inédita un eje transversal para repensar el conocimiento del pasado, para que la asignatura de historia no quede reducida a un puñado de fechas y nombres aprendidos de memoria. “Por otro lado, tengo a las autoridades educativas que podrían decir que eso no es el programa.
“La autoridad educativa debería tomar eso ya un poco más en serio, y pensar si realmente lo que México necesita es que Google Educación capacite a 600 mil profesores en uso de tecnologías”, agrega por su lado Díaz-Barriga.
“No es que los profesores no necesitemos aprender de tecnologías, pero no sé si sea la urgencia en este momento o si tendría que ser otra. Por ejemplo, repensar la escuela”.
México, afirma, es un país que “merecería medallas por su gran capacidad de tirar los avances tecnológicos a la basura”. Con Vicente Fox, Enciclomedia; con Felipe Calderón, Habilidades Digitales; con Enrique Peña Nieto se inició con computadoras y tabletas y se pasó a una Web 2.0 que nunca se materializó.
“Creo que la SEP tiene buena voluntad, pero quizás no se ha dado cuenta que la abrumadora mayoría de los estudiantes de la región Montaña no cuenta con elementos suficientes para seguir con la educación a distancia”, resume David García Librado, quien no titubea: “para el nuevo ciclo escolar veo mucho más viable seguir con la opción de la pasajera”.