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Economía  

Condominios de lujo y casas de interés social distinguen a turistas en la zona Diamante

Los bañistas de alto y mediano poder adquisitivo disfrutaron, cada uno a su manera, del sol y el mar en las playas de la zona Diamante del puerto. Paseos en cuatrimoto, dormir bajo el sol acostados sobre una toalla, descansar bajo la sombra de una palapa con los audífonos puestos en un camastro, leer un … Continúa leyendo Condominios de lujo y casas de interés social distinguen a turistas en la zona Diamante

Karla Galarce Sosa

Abril 01, 2016

Los bañistas de alto y mediano poder adquisitivo disfrutaron, cada uno a su manera, del sol y el mar en las playas de la zona Diamante del puerto.
Paseos en cuatrimoto, dormir bajo el sol acostados sobre una toalla, descansar bajo la sombra de una palapa con los audífonos puestos en un camastro, leer un libro, nadar en la alberca o jugar voleibol, eran alguna actividades que realizaron algunos turistas y visitantes.
Los miembros de la familia Álvarez Ortiz, de Toluca, llegaron a bordo de su camioneta, una RAM 2500 de doble cabina de modelo reciente al bulevar Las Palmas, al sur de la ciudad.
Bajaron la cuatrimoto que llevaban en la caja del vehículo, con placas del Estado de México, e intentaron introducirla a la playa Diamante por un estrecho acceso sin poder hacerlo.
Se trataba del único acceso público a la franja de arena en más de dos kilómetros. Éste se ubica entre el club privado de los condo-hotel Mayan Palace –Sun Market– y el edificio Residencial Palmeiras.
Los Álvarez Ortiz, quienes radican en Toluca, llegaron ayer en la mañana al puerto e ingresaron a la playa por el acceso público. Comentaron que vienen dos veces o tres al mes a una villa en Marina Diamante, de la que son dueños.
Mateo, Mercedes y dos de sus cuatro hijos (Adolfo y Alfonso, de 15 y 17 años de edad respectivamente) entraron caminando únicamente con sus bolsos y toallas en el hombro una vez que “encargaron” su troca en la calle. Al final del pasillo fueron abordados por los prestadores de servicios turísticos. El acceso, que medía unos 300 metros de longitud, estaba delimitado en cada lado por vallas metálicas y plantas.
Arturo y Abelardo, quienes cuentan con 19 y 23 años, decidieron entrar por el acceso conocido como Punto Muerto para llegar a la playa con la cuatrimoto, debido a que solamente por ese sitio se pueden introducir los vehículos.
En la playa era notoria la diferencia entre los condóminos, huéspedes de hoteles de lujo y aquellos que habían llegado a su casa de segunda residencia en fraccionamientos de interés social como Marina Diamante.
La primera diferencia era que los condóminos ocupaban camastros y palapas o toldos uniformados, adornados y delimitados en sus concesiones. La segunda diferencia era que los condóminos solo salían de su zona de descanso para zambullirse al mar rápidamente y volvían en seguida. La tercera diferencia eran los atuendos y accesorios que cada bañista portaba, como celulares, tabletas, relojes y tipo de bolsos.
Y una más que atrajo la vista de los hombres principalmente, eran los bikinis que lucían las jovencitas y no tan jóvenes en las terrazas y asoleaderos de albercas y en la misma playa. Aunque también había caballeros que llevaban más tela que las mujeres en las piernas.
Divididos por vallas metálicas, plantas o por una barrera imaginaria que separa las zonas concesionadas de condominios y hoteles de lujo de las que ocupan cooperativas de servicios turísticos, los Álvarez Ortiz pagaron 250 pesos por un toldo con seis sillas.
Comentaron que estarían algunas horas hasta antes la hora de comida, pues habían programado una parrillada en casa de otros familiares, quienes tienen una villa en Las Brisas. Eran las 12 del día.
Los meseros de la zona ofrecieron una carta de bebidas con precios que alcanzaban los 50 pesos por cerveza, 90 pesos las bebidas preparadas y hasta 140 pesos la copa de licor, 240 pesos el plato con botanas y más de 300 los cocteles de mariscos en copa.
En Sun Market, del Grupo Vidanta, solo se permitía el acceso a los huéspedes del hotel Mayan Palace y a sus condóminos, quienes pagan tiempos compartidos los departamentos que habitan por semanas. Solo se permite el ingreso al público en general a las albercas y zona concesionada fuera de temporada pagando 350 pesos por persona y, la mitad a los menores de 12 años; el monto del pago se reembolsa en alimentos y bebidas, explicaron los recepcionistas antes de un fallido intento por entrar a esa alberca.
Ni hablar del acceso a las instalaciones de los condominios como el Palmeiras Residencial, pues los guardias de seguridad privada impiden a cualquiera entrar siquiera a la concesión de playa si no se es socio o condómino.