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En la playa Honda, uno de los yates encallados tras Carlos es parte del paisaje para turistas

En la playa Honda, a un costado de la playa Manzanillo, los bañistas que llegan ven con asombro un yate encallado, el Pleamar. La embarcación, que mide 10 metros y que desde el 14 de junio encalló por el alto oleaje que causó el huracán Carlos, está ahora recargada en un muro para permitir el … Continúa leyendo En la playa Honda, uno de los yates encallados tras Carlos es parte del paisaje para turistas

Abel Salgado

Marzo 28, 2016

En la playa Honda, a un costado de la playa Manzanillo, los bañistas que llegan ven con asombro un yate encallado, el Pleamar.
La embarcación, que mide 10 metros y que desde el 14 de junio encalló por el alto oleaje que causó el huracán Carlos, está ahora recargada en un muro para permitir el paso por una estrecha franja de arena que conecta a la zona restaurantera.
Para llegar a ese punto se rodea el embarcadero de la playa Manzanillo, donde en la franja de arena hay embarcaciones viejas o semidestruidas; en ese lugar no hay bañistas por la basura que flota en el mar, además de la cercanía de las lanchas y yates sin mantenimiento.
Para la familia Buendía Ríos, de la Ciudad de México, la playa Honda es un espacio “casi virgen”.
Acompañado de su esposa y dos hijos, Carlos Buendía dijo que cada tres años vienen a Acapulco y un punto de visita obligado es la playa Honda.
Los Buendía llegaron a las 11 de la mañana con sus niños de 7 y 10 años, quienes jugaban entre el ligero oleaje.
Carlos indicó que este año fue diferente porque al llegar les impresionó que el yate Pleamar estuviera en el estrecho camino entre los restaurantes y la playa Honda; “cuando llegamos nos quisimos retirar, pero los restauranteros nos dijeron que no se iba a mover el yate y confiamos pues había otras dos familias bañándose”.
Los padres, que comían ceviche y llevaban una hielera como segunda mesa para los niños, aceptaron que les daba temor el yate encallado, pero consideraron que ésta es una de las playas más seguras del puerto porque el único acceso de salida es por la zona de restaurantes y tanto meseros como los dueños de los negocios los vigilan. “Aquí no vemos que entren los marinos o policías, pero de años conocemos a los meseros y nada nos ha pasado”.
Después de que el huracán Carlos causara daños a dos yates y tres lanchas en esa playa, el Pleamar quedó como vestigio del siniestro que dejó más de 15 embarcaciones hundidas en esa zona.
Un mes después del huracán, el derrame de combustible en esa playa dejó muertos más de un centenar de peces, según pescadores y restauranteros.
Después de ese incidente, Capitanía de Puerto, en coordinación con autoridades federales, estatales y municipales, hizo la limpieza del área.
En agosto del año pasado estaban encallados allí dos yates: el Pleamar y el Mi Vida. Un mes después se retiró el segundo, quedando hasta ayer el primero que ya forma parte de las fotografías familiares.