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Economía  

Hay un mayor cumplimiento de las normas sanitarias en playa Icacos

Ramón Gracida Gómez En la playa Icacos no fue colocado inmobiliario en la tarde de este domingo y tampoco se observó venta de alcohol, medidas sanitarias establecidas contra la propagación del Covid-19 en el semáforo naranja. A diferencia de hace ocho días en el que se produjo un mayor movimiento, en este cierre del segundo … Continúa leyendo Hay un mayor cumplimiento de las normas sanitarias en playa Icacos

Julio 13, 2020

Ramón Gracida Gómez

En la playa Icacos no fue colocado inmobiliario en la tarde de este domingo y tampoco se observó venta de alcohol, medidas sanitarias establecidas contra la propagación del Covid-19 en el semáforo naranja.
A diferencia de hace ocho días en el que se produjo un mayor movimiento, en este cierre del segundo fin de semana de desconfinamiento no se vieron grupos de más de tres turistas en largos tramos de esta parte de la bahía de Acapulco y en ciertos momentos eran menos en relación a los vendedores ambulantes que transitaban a las 3 de la tarde.
Sin embargo no se observaron recorridos de autoridades para que cumplieran con las medidas sanitarias, la vigilancia se limitó al puesto que atendían dos trabajadores del gobierno municipal que recibían a los turistas en la plaza Costa Rica con gel y cubrebocas, el cual nadie utilizaba, con excepción de los vendedores ambulantes.
Además se notó un menor control conforme se avanzaba a la Base Naval, ciertos grupos de turistas rebasaban el límite de tres personas, algunos ingerían alcohol y otros daban vueltas en las motos acuáticas que rentaban, aunque siempre fueron una franca minoría frente al resto de los visitantes.
El gobernador, Héctor Astudillo Flores, anunció el viernes una operación para que se respetaran las medidas sanitarias en las playas, porque hay turistas que “luego piensan que pueden venir a hacer cualquier cosa”.
Algunos de las familias que llegaban a Icacos traían puesto el cubrebocas, pero llegando a la arena se lo quitaban, en claro contraste con los vendedores ambulantes, quienes traían puesto el suyo.
Dos visitantes de la Ciudad de México disfrutaban de la tarde de este domingo, sentados sobre una toalla mientras que otros visitantes se metían al mar a unos diez metros de distancia.
“Yo creo que deberían de tener mayor seguridad en los hoteles”, consideró el capitalino mientras bebía cerveza en un vaso de plástico con su pareja.
Evitaron decir el nombre del hotel en el que se hospedaban, sólo referenciaron que estaba del otro lado de la Costera, por la zona de la Condesa, pero criticaron que los otros huéspedes no cumplían con las medidas sanitarias, sobre todo, con la sana distancia.
A pesar de que les avisaron de todas las restricciones que iban a encontrar en su estancia en Acapulco, la pareja quiso venir, “ya teníamos mucho tiempo que lo teníamos planeado”, y aceptó las medidas sanitarias.
Durante el corrido del hotel Calinda hacia el parque acuático El Rollo se observó un mayor número de vendedores ambulantes que turistas.
“¿A dónde vamos a sacar dinero para comer si aquí sale todo el dinero para pagar luz, el agua, el predial?”, preguntó Basilio, vendedor de papalotes que caminaba cerca del hotel Copacabana tras la posibilidad de que se cierren nuevamente las playas.
El señor de 53 años, 33 años trabajando del turismo en Acapulco, dijo que sobrevivió a la cuarentena con lo poco que tenía ahorrado, pero la pandemia “se lo comió todo”, además de que nunca recibió ningún apoyo económico por parte de las autoridades.
Consideró que la venta de este domingo estuvo “más o menos”, misma impresión que tuvieron otros de sus compañeros vendedores de quesadillas y distintos productos, como por ejemplo un vendedor de ostiones que consiguió vender una docena de lo que pescó.
Después de varias horas de caminar, el adulto mayor que traía puesto su cubrebocas servía la docena de ostiones.
“Se siente feo la resolana, todo el día caminando”, comentó mientras entregaba su platillo preparado con chile y limón.
En vez de estar acostados sobre esta playa semivacía, varios turistas se encontraban recostados en sus camastros puestos a orilla de sus hoteles o condominios.
La mayoría de los visitantes del puerto que caminaron a orilla del mar eran padres de familia que les enseñaban a sus hijos el movimiento de las olas.
Conforme el recorrido avanzaba rumbo a la Base Naval se observaron un mayor número de familias, algunas rebasaban la regla de tres personas reunidas, pero no mayor a cinco.
También se observaron a varios turistas conduciendo motos acuáticas en esta parte de la bahía de Acapulco, pero ningún otro deporte fue practicado.