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Miércoles 17 de Abril de 2024

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AMLO y su gobierno subestiman sus exigencias y las criminaliza, claman mujeres en el Zócalo

Más de 100 mil marchan en el Día Internacional de la Mujer y llegan a la Plaza de la Constitución donde organizan un mitin. Demandan un alto a la simulación y a la negligencia oficiales y responsabilizan al Estado por la “emergencia del feminicidio”. “Seguimos invisibilizadas y sin garantía alguna de poder ser respetadas”, expresan en un posicionamiento integrantes de la “Coordinación 8M”. Reprochan que sectores de la derecha se han tratado de “montar” en el movimiento y reivindican la independencia política de éste

Agencia Reforma y Redacción Ciudad de México

Marzo 09, 2020

Miles de mujeres de todas las edades se congregaron en el Zócalo de la Ciudad de México al término de la marcha que fue parte de las movilizaciones del Día Internacional de la Mujer en el país . Foto: Cuartoscuro

Agencia Reforma y Redacción

Ciudad de México

Colectivas de mujeres y feministas, afirmaron ayer en el Zócalo capitalino que el presidente Andrés Manuel López Obrador y su gobierno no sólo han subestimado sus exigencias, sino que han sido omisos, incapaces y hasta indolentes en la lucha contra la violencia de género.
En un mitin frente a Palacio Nacional que dio cerrojazo a una multitudinaria marcha con motivo del Día Internacional de las Mujeres –80 mil según las autoridades, más de 100 mil según fuentes independientes–, integrantes de la “Coordinación 8M” leyeron un posicionamiento en el que afirmaron que a más de un año de la llegada de López Obrador, sus exigencias no han tenido respuesta.
“Seguimos invisibilizadas y sin garantía alguna de poder ser respetadas, ni en el cumplimiento de nuestros derechos humanos, laborales, reproductivos, sexuales y la autonomía económica de las mujeres”, expresó.
“No aceptamos que López Obrador subestime nuestras demandas, que improvise decálogos o que juzgue las formas en que nos manifestamos; su discurso promueve una política de criminalización contra el movimiento y la organización feminista y de mujeres de la sociedad civil. Exigimos que nos escuche de una vez”.
Tras recordar casos como el de la niña Fátima y la joven Ingrid Escamilla, demandó un alto a la simulación y a la negligencia de las autoridades, responsabilizó al Estado por la “emergencia del feminicidio” y reprochó que sectores de la derecha se han tratado de “montar” en el movimiento.
“Cuando han sido ellos los responsables de que las mujeres y niñas no tengamos plenos derechos para decir sobre nuestros cuerpos. A ellos les decimos que no nos representan. Repudiamos a los partidos políticos que se apropian de nuestro discurso para hacer campaña electoral”, señaló el colectivo.
La “Coordinación 8M” reivindicó el paro laboral de mujeres de este lunes y refrendó la autonomía e independencia política del movimiento feminista.

“Una somos todas”

La ola violeta, gigantesca, avanzó desde el Monumento a la Revolución al Zócalo. Horas y horas de recorrido de una manifestación histórica en la Ciudad de México replicada en más de 60 ciudades de todos los estados de la República.
La indignación expresada en la calle es equiparable al tamaño de la tragedia: mil 117 asesinatos de mujeres de 2010 a 2020, según el Mapa Nacional de Feminicidios en México.
A Mireya Montiel, su madre no la olvida: “No dejaré de buscarte hasta encontrarte”. Este 8 de marzo se marcha por Fátima, Ingrid, Fabiola, Elisa, Daniela Mabel, por todas. A Gudelia, la tía de 78 años de María Soledad Hernández Cruz, la golpearon, violaron y estrangularon en Michoacán. Su historia está resumida en cuatro líneas a mano en una cartulina que María Soledad sostiene en alto al paso del contingente en la esquina de Palma y 5 de Mayo.
“Estamos juntas, somos una”; “Una somos todas”; “El miedo ya cambió de bando”; “El respeto al cuerpo ajeno es la paz”; “No somos histéricas, juntas somos históricas”; “Dejen de darnos el avión”.
Los mensajes se multiplicaron en mantas, en pintas, en carteles sencillos, en hojas de cuaderno, en restos de cajas de cartón.
De Vallejo, a unas calles donde fue asesinada Ingrid Escamilla, salieron tías, amigos, primas y hasta los abuelitos de Celene, cuya vida fue truncada a los 28 años.
En esa colonia, en los últimos tres años fueron abiertas 130 carpetas de investigación penal por el delito de violencia intrafamiliar, el crimen más denunciado.
“Era mi nieta, pero yo siento como que me quitaron a una hija. Lo único que queremos es justicia para nuestras asesinadas”, dice Feliza Hernández, abuela de Celene.
A sus 82 años apenas se sostiene para caminar, pero marcha hasta el Zócalo para exigir que se le dicte sentencia al feminicida de su nieta.
“Esta es la primera marcha de muchas mujeres. Es la primera vez que muchas marchan y para mí es un aviso de que algo está cambiando, a lo mejor no en el ritmo o de la forma que nos gustaría, porque muchas están marchando hoy pero no van a parar mañana, o están marchando hoy pero sin el pañuelo verde”, dice Daniela Arias, estudiante del ITAM, en su recorrido por el Centro Histórico.
Hay más niños y niñas, más familias enteras en la marcha portando los paliacates morados al cuello o en las muñecas.
Incluso feministas veteranas, que han estado en manifestaciones del siglo pasado, están sorprendidas por la convocatoria de la marcha: por primera vez en más de 30 años en México, el feminismo está trascendiendo clases, ideologías, generaciones.

Su primera marcha

Nerviosas. Al principio no gritan las consignas; se ríen cuando escuchan a las más experimentadas decir cosas como “Verga violadora, a la licuadora”; saltan tímidamente al son de “El que no brinque es macho”.
Para muchísimas mujeres, la marcha de este domingo fue la primera vez; la primera protesta en las calles a favor de sus derechos, en contra de una violencia que ellas mismas consideran insostenible.
Cerca del Monumento a la Revolución, donde inició la manifestación a las 14:00 horas, una se sorprende porque cuando todas saltan, se siente cómo tiembla el piso.
“Nunca había venido porque tenía miedo, porque creía que sólo marchaban las feministas radicales”, dijo Mariana.
Es de Ciudad Obregón, Sonora, pero vive desde hace un año en la Ciudad de México. Cuenta que su mamá sabe que está en la marcha, pero que está enojada con ella por haber asistido, porque sabe que las feministas están a favor del aborto.
Sin embargo, contrario a la de Mariana, hay muchas madres que acompañan a sus hijas en la protesta de este 8 de marzo de 2020, y que por primera vez participan en una marcha de mujeres.
“Nunca había sentido la necesidad de venir, pero creo que es un momento crucial para ser escuchadas. Es inaceptable lo que está pasando con ustedes las jóvenes.
“Yo todavía tuve una juventud más amable para disfrutar, pero ahora hay mucha violencia, y además injusticia laboral. Es insostenible”, señala Patricia Ferro, mamá de Sara.
En 2019, las autoridades de la Ciudad de México estimaron apenas 7 mil asistentes a la marcha del Día Internacional de la Mujer; este año contaron 80 mil.
“Siento que esta es la primera vez en la que muchas marchan y para mí es un aviso de que algo está cambiando, a lo mejor no en el ritmo o de la forma que nos gustaría, porque muchas están marchando hoy, pero no van a parar mañana, o están marchando hoy pero sin el pañuelo verde, pero esto está cambiando.
“Veo que todas entendemos que hay un problema muy grande y que no importa qué pensemos sobre otras cosas, la violencia nos pega”, consideró Daniela Arias, estudiante del ITAM.
Este 2020 hay más niños y niñas, más familias enteras portando los paliacates morados al cuello o en las muñecas.
“Si tú faltas, lo quemo todo. Si yo falto, abracen a mi mami”, reza un cartel.
Una niña de cuatro años de la mano de su mamá canta con su voz infantil: “Ni una más, ni una más, ni una asesinada más”, mientras camina sobre Avenida Juárez.
Junto a la Antimonumenta, frente al Palacio de Bellas Artes, las mujeres se detienen a expresar sus testimonios al micrófono: acosos, violaciones, desapariciones de sus familiares, feminicidios de sus mujeres queridas. Ahí sí, no importa si llevas una o cinco marchas, a las mujeres que escuchan se les llenan los ojos de lágrimas.