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Martes 23 de Abril de 2024

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“El que se aflige se afloja”, dice AMLO en Oaxaca y supervisa tramo carretero a Puerto Escondido

Por primera vez, el presidente admite la crisis: “Si nos va mejor, si no nos pega mucho la crisis económica que se está avizorando y sintiendo ya por el coronavirus, por la caída en el precio del petróleo, si atemperamos esa crisis...”, habrá más obras, argumenta en su gira por el municipio oaxaqueño de Yogana. “Sana distancia”, les advierte a los reporteros que le lanzaban preguntas simples, para ver si se detenía

Jorge Ricardo / Agencia ReformaYogana / Mitla, Oaxaca

Marzo 23, 2020

 

 

El gobernador de Oaxaca, Alejandro Murat Hinojosa; el Secretario de Comunicaciones y Transportes, Javier Jiménez Espriú; y el presidente Andrés Manuel López Obrador, ayer en Yogana, Oaxaca, en la supervisión de la carretera Barranca Larga-Ventanilla Foto: Cuartoscuro

Por primera vez en más de 300 giras, sus mítines fueron reducidos. De menos de 100 personas, la mayoría trabajadores de obras o políticos para evitar el posible contagio del coronavirus. Se apartaba de la gente, se ponía la mano en el pecho, se inclinaba. Y si no tenía más remedio, porque las manos se quedaban en el aire, el presidente López Obrador les tendía la suya.
“Los ando saludando porque todavía no tenemos nada”, dijo en Yogana, a dos horas de Oaxaca, donde supervisó un tramo de la carretera que conectará la capital con Puerto Escondido.
“Sana distancia”, les dijo a los reporteros que le lanzaban preguntas simples, para ver si se detenía.
En la Ciudad de México se anunciaba ya el cierre de museos, cines, teatros y bares. En Oaxaca los hospitales suspendían las consultas y cirugías, los municipios cerraban sus puertas por el miedo al virus.
En México registran 316 casos y dos muertos. El presidente iba a anunciar más tarde que 10 hospitales estarán a disposición del Ejército para atender los casos graves.
“Sana distancia”, y la mano en el pecho y la sonrisa franca, pero que duraba poco.
Otra vez frente a una crisis. Por primera vez, el presidente la admitía. Ahora, económica. “Si nos va mejor, si no nos pega mucho la crisis económica que se está avizorando y sintiendo ya por el coronavirus, por la caída en el precio del petróleo, si atemperamos esa crisis…”, dijo en su discurso.
Que por eso no se podía comprometer con otras dos carreteras. Que era su deseo hacerlas, pero no podía.
“No me atrevo a decir que la vamos a mejorar esa carretera, a ampliar, porque vamos a ver primero cómo nos va al enfrentar la crisis económica que se avecina”, dijo.
Para el evento se colocó una carpa en medio de la carretera. Unos 60 trabajadores con cascos y chalecos estaban en sillas sobre la vía interminable. Se comenzó a construir en 2009, en el Gobierno de Felipe Calderón, y apenas se espera que quede lista en 2022. Alrededor sólo había montañas y un paisaje semiárido.
López Obrador estaba preocupado, aunque el Gobernador Alejandro Murat, como en toda la gira que inició el viernes, se deshacía en elogios.
“Hoy aquí está el músculo de la Presidencia que hace que las cosas caminen; como bien dice usted, que ese elefante reumático empiece a caminar y, ¿por qué no?, a correr”, decía.
No le fue bien a López Obrador en toda su gira. En las calles de Oaxaca había anuncios de la rifa del avión presidencial, pero los pocos transeúntes estaban más atentos a la venta de cubrebocas de tela.
El viernes iba a inaugurar el Hospital Rural de Tlaxiaco —que se tardó 10 años—, y se encontró con que habían rentado el equipo nada más para la inauguración. Así que se pospuso de nuevo para 1 de abril. Ayer en la carretera a Puerto Escondido, pretendía inaugurar el tramo de 12 kilómetros Barranca Larga-Ventanilla, pero tampoco se pudo.
Un trabajador con sueño de la empresa Coconal explicó que toda la semana trabajaron de las cinco de la tarde a las dos de la mañana y no lo acabaron porque unos cables de alta tensión impidieron el paso de las máquinas. Más adelante, además, ya un pueblo de San Vicente Coatlán impidió la obra. Más cerca, se descubrió que no sirve la estructura del puente que otra empresa hizo hace tiempo.
Además estaba la amenaza del coronavirus que frenará todo. Un trabajador del Gobierno mostraba su escapulario del Sagrado Corazón de Jesús, como el que lleva el Presidente. Otro más dijo que por la noche hubo una fiesta de cumpleaños y se repartieron escapularios. Al parecer en el país había más escapularios que medicinas.
Ya en el aeropuerto para volar a México, seguía sonriente y nervioso. Aun así, amable. Se tomaba fotos con todo el que le pedía sin dar la mano. “Se le ve feliz…”, lanzó el anzuelo un periodista. Y él: “Tranquilo… relajado, relajado, relajado…”. Las manos detrás de la cintura, inmóvil. Otra foto.
“El que se aflige se afloja”, dijo y pasó al avión que ya había sido desinfectado. Dos mujeres con cubrebocas y un libro de oraciones trataron de tomarse otra foto con él, pero fueron impedidas. “Está muy ocupado, ahora no, no puede”, les dijeron los del equipo del presidente.
López Obrador, muy serio, revisaba y revisaba un documento.
Al salir del aeropuerto de la Ciudad de México un hombre lo abordó para informarle que iba a formar una red de apoyo a la “4T”.
“Ahorita no, ahorita no”, le dijo el presidente.

Pide no saltarse etapas de plan

Y el sábado casi estableció un récord: 12 minutos y 41 segundos. Con tan breve discurso, López Obrador apenas pudo articular un tímido “me canso ganso”. Su público eran 42 obreros sentados en sillas separadas por la “sana distancia” contra el coronavirus, 24 más de logística de audio y 25 fotógrafos, camarógrafos y reporteros. En total, 91 personas, sin contar los seis soldados camuflajeados en una loma, y casi ni aplaudieron.
El escenario estaba debajo de un puente nuevo de la carretera Mitla-Tehuantepec.
“Decidimos supervisar esta obra porque tenemos que continuar trabajando a pesar de la amenaza del coronavirus. Creo que haríamos mal si nos apanicamos, si nos detenemos y no hacemos nada”, dijo.
Sobre la cordillera semiárida volaban los zopilotes. Abajo, enterrado entre las montañas, se veía un pueblo, con su iglesia y sus milpas apenas más verdes que el pasto seco.
Hay un plan de tres etapas contra el coronavirus, indicó el Presidente. Que no hay que saltarse de la primera a la tercera y no caer en “la trampa de la especulación, de los rumores, de los que siembran miedo, los que se dedican al amarillismo”.
“Como gobierno, tenemos que seguir trabajando, cuidando que no haya grandes concentraciones”, dijo López Obrador, para quien trabajar es dar discursos y recibir aplausos.
Si el de ayer no fue un récord mínimo, fue porque el 16 de febrero en Romita, Guanajuato, dio un discurso de seis minutos. Entonces ya se le iba el avión y había una lluvia de reclamos de justicia por los feminicidios. El récord de ayer fue por el pánico del coronavirus: casi 13 mil muertes y más de 300 mil contagios en 172 países. En México, donde el Presidente lo combate con amuletos, 251 contagios y dos muertes, en la primera fase.
De Santiago Lalopa a Guelatao hay 75 kilómetros. El alcalde de allá, Enrique Cruz Santiago, envió un oficio de que no se va a permitir el paso a quien no presente una constancia médica de que no tiene coronavirus. En el centro de Oaxaca, la Arquidiócesis de Antequera suspendió todas la misas hasta nuevo aviso. Pero por la mañana en Guelatao la señora Odilia Cruz decía no creía que el coronavirus exista.
“Es un invento para hacer quedar mal al agüelito. El agüelito, pobre señor, quiere ayudar a los pobres y no lo dejan. Ahora inventaron eso para que suba el cloro y perjudicarlo”.
Odilia traía un delantal y un cubrebocas viejo. “Lo uso más bien porque en la cocina me lo piden, pero no porque crea, es un invento del gobierno americano para que no pase nuestra gente”, añadió y corrió a la entrada de la plaza cívica: López Obrador había llegado. Iba a conmemorar aniversario de Benito Juárez, que nació ahí hace 214 años.
Afuera del complejo cultural aparecieron las protestas. Exbraseros que pedían al Presidente que cumpliera su palabra de ayudarlos con sus pagos atrasados, maestros de la CNTE que reclaman más plazas con sus documentos bajo el brazo.
Por las medidas de seguridad contra el coronavirus, pasaron nada más unos 50 invitados. Bajo el gigante ahuehuete que sembró en 1937 Lázaro Cárdenas, otro héroe de López Obrador, igual que Juárez, algunos recordaban el mitin de hace un año. “No cabía nadie”, decían. Y ahora menos de cien gentes, la mitad de ellos periodistas.
“Recuerdo con respeto, con admiración al Presidente Juárez y vengo a nutrirme de su fortaleza espiritual, vengo a recordar sus enseñanzas para enfrentar adversidades”, dijo en su discurso de media hora.
Puso una ofrenda, cantó el Himno Nacional junto a la estatua. El festejo ya disminuido por el coronavirus. Al presidente solo la pandemia le quita aplausos, reflectores.
Por la tarde, camino a Oaxaca, encontró una estación de servicio con la gasolina a 16.65 pesos el litro. Grabó un video y se atribuyó la baja de precios como un logro suyo. “No todo son malas noticias”, dijo.