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Jueves 18 de Abril de 2024

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Promete López Obrador a familias de los mineros atrapados primero su rescate y después justicia

Visita el Presidente los alrededores de la mina El Pinabete en Sabinas, Coahuila. Por cuarto día consecutivo no se lleva a cabo el salvamento de las víctimas. Reclaman familiares al mandatario por la tardanza en hacerlo

Agosto 08, 2022

Familiares de los mineros atrapados, reclaman al Presidente López Obrador durante el recorrido por los alrededores de la mina El Pinabete Foto: Agencia Reforma

Staff / Agencia Reforma

Sabinas / Ciudad de México / Colima /

El Presidente Andrés Manuel López Obrador recorrió ayer los alrededores de la mina El Pinabete, donde están atrapados al menos 10 trabajadores, y al final dejó la zona como llegó, sin que se activara el operativo de rescate de los mineros y con las familias desesperadas por la falta de atención.
Por primera vez desde que el miércoles quedaron atrapados 10 mineros en un pozo de carbón El Pinabete”, las autoridades reportaron ayer que el nivel de la inundación se redujo lo suficiente para iniciar las maniobras de rescate.
Por cuarto día, sin embargo, el operativo de salvamento no se activó, pese a las súplicas de las familias de las víctimas, que se aferran a la esperanza de que sus seres queridos puedan estar en alguna “campana” de aire.
Desde la noche del sábado fue un rumor que poco a poco cobró fuerza en torno a la mina: el mandatario alistaba una visita a la zona. Sin comenzar un operativo de rescate desde que el miércoles quedaron atrapados los trabajadores, la posibilidad animó al esperanza de las familias de las víctimas.
Durante la mañana de ayer, en torno al pozo carbonífero, el quinto día de labores de rescate tenía ya un toque rutinario.
Los familiares ocupaban la sombra en espera de noticias de sus seres queridos ante una valla de metal con el letrero “Acceso restringido”.
Entonces, al mediodía, vino la confirmación desde Colima, López Obrador acudiría a la zona.
–Presidente, ¿va para Coahuila?, se le preguntó.
“Sí, sí voy”, respondió López Obrador, “voy a ver cómo está la situación”.
De inmediato se registraron cambios en el campamento de El Pinabete. Una cuadrilla de trabajadores del Ayuntamiento de Sabinas llegó con chalecos fosforescentes a recoger la basura en bolsas, que luego se llevaron en una camioneta.
La inminente visita presidencial atrajo a decenas de personas en vehículos particulares por el camino de terracería Las Conchas, unas en camionetas último modelo y otras en autos “chocolate” sin placas.
Por primera vez, un grupo de voluntarios llegó al sitio para regalar platillos de picadillo y arroz, acompañados con agua de tamarindo helada.
La llegada de un convoy de militares con una camioneta Suburban blanca y una furgoneta de pasajeros, a modo de avanzada, se tomó como un gran acontecimiento en la angosta calle de terracería que divide el área de la mina de predios particulares a cuyas espaldas pasa el Río Sabinas, por ahora un lecho seco.
Los militares se retiraron 20 minutos después, cuando ya entre los familiares y reporteros era un hecho que un avión militar se dirigía de Colima a Coahuila con el Presidente a bordo.
Al sitio llegaron pobladores del vecino municipio de Múzquiz, que piden atención ante el caso de un joven a quien “la alcaldesa de Morena le sembró droga”, también llegaron activistas de Villa de Cloete, quienes reclaman que se quite un basurero que tiene 30 años en medio del pueblo.
Quienes aguardaban a que el mandatario entrara por la Calle Las Conchas se quedaron esperando, pues el convoy presidencial ingresó cerca de las 15:18 horas desde el Libramiento Sabinas-Rosita por un antiguo camino de terracería que en días recientes había sido rehabilitado.
Luego de bajar del avión militar en el Aeropuerto de Sabinas, el Presidente viajó en el asiento del copiloto de una furgoneta de pasajeros, tipo turismo, seguido por una camioneta tipo Suburban blanca, un Jeep Sahara blanco y una camioneta militar artillada.
En medio de gritos, López Obrador caminó junto a un grupo de militares, con el gobernador anfitrión, el priista Miguel Ángel Riquelme, y la Coordinadora Nacional de Protección Civil, Laura Velázquez.
La primera media hora de su visita transcurrió en una reunión a puerta cerrada, donde participaron ingenieros de Minera del Norte, encargados principales de la cuestión técnica en los trabajos de rescate de los mineros.
Cerca de las 15:50 horas, el Presidente salió a un recorrido por los cuatro “pocitos” donde hay nuevas instalaciones eléctricas, generadores, mangueras y bombas, todo para extraer más agua del sitio inundado.
Los últimos tres minutos de su visita los dedicó al área donde están parientes de los mineros atrapados, identificados con un gafete con el sello del Gobierno de Coahuila que dice “Familiar”.
“No vamos a perder la fe, siempre vamos a estar con ustedes”, dijo el Presidente a una mujer que estaba del otro lado de la valla blanca.
“Apoyo para ustedes, en todo”, señaló a familiares que pedían a gritos respuestas.
“Y que digan quiénes son los dueños”, le pidió una mujer.
“Primero el rescate y despreocúpese de lo otro, que va a haber justicia”, respondió López Obrador.
Ante algunos reclamos sobre la operación de equipos, el mandatario dijo que eso corresponde a los técnicos.
“No aceptan opiniones”, reprochó uno de los familiares.
Entre los reclamos, una mujer recordó al Presidente que ante cada tragedia minera sólo pasan los años, todo se olvida y nada cambia.
“Sí, vamos primero al rescate, eso es lo que más nos importa”, insistió López Obrador.
En el sitio se escucharon reclamos que se acentuaron cuando el Presidente se despidió para salir de la mina cerca de las 16:30 horas.
Entre la multitud se escucho a una mujer que gritó “suéltame, suéltame”.
Entrevistado al final de la visita, un regidor de Sabinas, Remberto Hernández, indicó que un familiar era quien abrazaba a la mujer, que intentaba traspasar la valla para alcanzar al Presidente.
La mujer tuvo una crisis nerviosa y fue atendida por paramédicos.
Una de las familiares de mineros atrapados reclamó, en un video, a López Obrador.
“Señor Presidente, le agradezco su visita que vino a hacer a esta área donde está ahorita el dolor, le agradezco que haya venido a tomarse la foto con mi dolor, el dolor de mi familia y el dolor de cada uno de los que estamos aquí”, reclamó.
“Gracias, espero y sus fotografías le sirvan para su política. Gracias, muchas gracias por la grandísima visita que nos vino a hacer, se lo agradezco”.

La gira por Colima

El sábado, el Presidente entraba en ayunas al avión. Preocupado, no saludó ni a su vocero ni al titular de aduanas, y ya en su asiento, el de la salida de emergencia, un integrante de la Ayudantía le llevó un sándwich. El Presidente Andrés Manuel López Obrador hizo una llamada cuando en el altavoz el piloto daba los pormenores. Salida a Manzanillo, una hora de viaje, altura del vuelo.
“Hay que hacer algo, ya son muchos días, se puede perder la fe”, decía Lopez Obrador, el celular en la mano izquierda.
López Obrador terminó la llamada y se puso a mirar el suelo a través de la ventanilla. La aeronave agarraba la pista del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM). Observaba fijamente, como buscando baches en el pavimento.
El destino era Colima: iba a supervisar el avance de su programa de salud, la modernización del Puerto de Manzanillo, a inaugurar la sede de la Universidad para el Bienestar Benito Juárez en Armería. Al patio del Hospital del IMSS de Manzanillo, casi 30 grados bajo una carpa y humedad de mar, el Presidente llegaba ojeroso y preocupado.
Una movilización, un rumor, una amenaza de más de mil trabajadores de gobierno vestidos con playeras verde limón y un mensaje lo esperaba.
Traían cartulinas denunciando a la gobernadora Indira Vizcaíno, y se movían como un solo cuerpo y ocupaban la banqueta y la mitad del patio.
Hace unos días, decían, se reveló que Vizcaíno se subió el sueldo de 96 mil 374 a 131 mil 511 pesos y, descubierta, lo atribuyó a un error, mientras que al Sindicato de Trabajadores al Servicio del Gobierno del Estado (STSGE), liderado por Martín Flores, se quejaban, apenas les habían subido el 3 por ciento del total de 7 que pedían.
“Además de varias prestaciones que el gobierno nos quitó nada más por sus pantalones, cuando están logradas de todo el tiempo del Sindicato”, decía una trabajadora de Tecomán cargando una cartulina anaranjada: “Presidente, en Colima trabajadores pobres y funcionarios ricos”.
Los despedidos del sistema de salud y trabajadores eventuales sacudían sus pancartas al costado de las sillas de invitados. Al otro lado, los desalojados del ejido Campos, 50 familias que perdieron sus casas por las obras de modernización del Puerto de Manzanillo, acusaba que vivían en la calle. Vizcaino soportó los gritos de mentirosa, de que se fuera.
Luego, López Obrador entraba al ruedo calientito. Prometía enviar al secretario de Gobernación a atender las demandas la próxima semana. Prometía justicia, advertía que no quisieran usar a su antojo el presupuesto. Atizaba, instigaba. La preocupación convertida en rabia: “Ahora sí los veo muy gallitos a los líderes charros, defendiendo supuestamente a los trabajadores. ¿Y qué hacían cuando había 80 mil trabajadores trabajando por contrato? ¿Qué hacían en favor de los trabajadores? ¡Nada! ¡Robar y robar!”.
Luego fue a supervisar en privado el puerto y a inaugurar la sede de la Universidad para el Bienestar en Colima, cuatro edificios de ladrillo y piedra para 180 alumnos de acuacultura.
Ese mismo sábado, tras lograr acuerdos con ejidatarios que se ampararon y detuvieron la obra por años, López Obrador anunció que se reactivaron los trabajos y en diciembre de este año se abrirá al público la nueva autopista Guadalajara-Manzanillo.
En un video en redes sociales, el mandatario federal se hizo acompañar de la gobernadora de Colima, Indira Vizcaíno Silva, y de su homólogo jalisciense, Enrique Alfaro, quienes visitaron uno de los puentes del trazo y respaldaron el anuncio presidencial.
“Agradecerle a los ejidatarios, a los campesinos, porque había unos amparos, se logró unos acuerdos y por eso vamos a poder inaugurar en diciembre de este año esta autopista”, declaró el Presidente desde uno de los puentes que contempla la obra.
“Una obra impresionante, Presidente, con nuestro estado hermano de Colima, que tiene un impacto en la economía importantísimo por la conexión con el Puerto de Manzanillo, es una obra que se esperó mucho tiempo, qué bueno que traiga estas buenas noticias”, agregó Alfaro.
Se trata de un proyecto de infraestructura para la movilidad que inició en 2013 pero por los amparos se detuvo varios años, sin embargo, será en cuestión de cuatro meses cuando pueda utilizarse como vía rápida para conectar a Manzanillo.
“Era un reclamo añejo de la sociedad, para nosotros es muy importante que ya sea una realidad y que se den pasos firmes para que este año pueda estar concluida”, agregó la gobernadora.